Movió la pierna muy nervioso, mirando las calles correr por la ventana del coche, se pasó una mano por la cara y sacó el móvil de su bolsillo unos segundos para mirar la hora. Era muy tarde, pasaban varios minutos de las once y todo por culpa de Victoria, que había insistido en tomar el vuelo de las diez porque quería cenar con su novio. Sam había pasado muchas horas con sus manos entrelazadas, fingiendo que la escuchaba, que la miraba, que le gustaba besarla, cuando realmente no había dejado de pensar en Arthur un solo segundo, y no era para menos si éste había estado tan receptivo que Sam se había visto a punto de hacérselo sin siquiera asegurar la puerta. No comprendía a su hermanastro y estaba seguro de que nunca iba a hacerlo, pero, joder, necesitaba volver a casa de una vez y cruzaba los dedos por que no hubiera cambiado de idea todavía.
-¿No puedes ir más rápido?
Recordaba perfectamente cada vez que había llegado a Londres cuando su padre aún era soltero y lo rápido que le habían resultado los viajes desde el aeropuerto a su casa, todo lo contrario a ese momento en el que cinco minutos se le estaban haciendo algo más que eternos. Miró a Melany de reojo, esperando una respuesta de ella o del chófer, y gruñó cuando vio que el semáforo se volvía rojo.
-No tardaremos mucho.
Melany se giró desde el asiento del copiloto con una sonrisa en sus labios pintados de rojo, sosteniendo en su regazo el bolso que se había comprado en la terminal mientras él aguantaba a Victoria, su cháchara y sus constantes toqueteos. Ella siempre era pesada, empalagosa y esa forma de decir "Sammy" siempre le ponía los pelos de punta, pero aquella tarde simplemente había sido insoportable. Tal vez hubiera sido porque deseaba con todo su ser que la hora llegara para volver pronto, tal y como le había dicho a Arthur, o tal vez porque ella estaba más nerviosa de lo normal, fuera como fuese aún no sabía cómo la había aguantado.
Intentó pensar en cualquier cosa que no involucrara a Arthur para no ponerse más nervioso, consiguiendo que su mente se fuera a una fantasía donde no los habían interrumpido; ¿Arthur realmente se habría dejado? Su cuerpo había reaccionado bien, pero su mente se había sorprendido muchísimo cuando había visto como lo miraba Arthur, pidiéndole que no se fuera con los labios. Tal vez si se hubiera dejado. Apretó los dientes y bufó; si tal solo Victoria no los hubiese interrumpido.
Pero no pensaba dejarlo, irse a dormir y hacer como que no había pasado nada.
Cuando el coche aparcó fuera de la verja, Sam se despidió de Melany con prisa y corrió dentro de casa, abriendo y cerrando la puerta sin hacer ruido porque ya debían estar todos durmiendo a esas horas, miró la penumbra de la casa y se mordió el labio. ¿Qué debía hacer exactamente? Su primera opción y la única que llegaba a su cabeza, al menos la única que le parecía buena idea, era ir a por Arthur, estuviera durmiendo o despierto, ir y arriesgarse.
Cogió aire y caminó hacia las escaleras, abriendo y cerrando los puños con nerviosismo, pensando en que era la primera vez que se ponía tan nervioso antes de tener sexo. Puede que fuera porque también era la primera vez que esa persona era tan complicada y bipolar. También era la primera vez que quería hacerlo con un chico, pero eso no parecía demasiado difícil.
Subió un escalón, buscó la barandilla para subir el otro y el sonido de unos cristales rompiéndose en la cocina hicieron que diera media vuelta, bajando de un salto y fue corriendo. Abrió la puerta golpe, recibiendo una bofetada de luz y tuvo que parpadear para acostumbrarse a ella. Menos de cinco segundos después estaba viendo a Arthur tirando los trozos de un vaso a la papelera, dándole la espalda y mascullando cosas que no entendió. Cuando pareció sentir su presencia, soltó la bolsa y se giró asustado.
-¿Eres idiota? -Sam estuvo tentando de poner los ojos en blanco, pero solo lo miró y esperó a que dejara la basura en su sitio y se sentara en la mesa donde reposaba un sándwich a medio comer- ¿Por qué vuelves tan tarde?
ESTÁS LEYENDO
Hasta que el cuerpo aguante
Fiksi RemajaArthur es un chico normal, con diecinueve años y estudiando en la universidad más barata de Londres, su único sueño es triunfar en la música. Pero su vida cambia cuando su madre se casa con el padre de Sam Lee, un arrogante cantante al que todos cre...