¿Fallé?

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Entró al centro de salud con una sonrisa en su rostro, saludando con ánimos al personal que por allí pasaba.

Era reconocida por, en sus ratos libres —casi todo el tiempo—, ir a visitar a algunos pequeños niños, subirles el ánimo y ayudarlos a superar sus miedos a las operaciones que se le aproximaban o simplemente brindar apoyo.

—Hola, señora Bulma —saludó una joven enfermera apenas la vió, tendiendo su mano—. ¿Viene al área de niños de nuevo, o por un chequeo?

—Voy con los pequeños, Lili.

—Oh, fantástico —exclamó ésta, dando una sonrisa—. Verá, hay una niña de... Siete años, se está negando a que le hagan una operación que de seguro le devolverá la vista. Su nombre es Melisa, está en el cuarto ocho y me preguntaba si... —Se movió, algo nerviosa— ¿Usted podría hacer algo de esa "Magia" para poder convencerla? Tiene un don.

—Con gusto ayudaré —afirmó convencida, conocía a la niña y entendía el caso.

—Muchísimas gracias, iré a notificarle al doctor.

La peliazul no esperó a que Lili se fuera, partió hacia la habitación número ocho, sin borrar su radiante sonrisa construyendo un plan en su mente.

Avanzó saludando a quien se le atravesara en el camino, fue mirando número por número cada habitación que encontraba hasta dar con la espera. Abrió la puerta con cautela, esperando escuchar a la curiosa.

—¿Hola?

Entró, observando a la pequeña sentarse con dificultad en la cama.

—Hola Melisa ¿Como estás, linda?

—¡Abuela! —gritó Melisa con emoción, estirando sus brazos para tocarla—. Pensaba que no vendrías de nuevo.

—Oh vamos, sabes que yo siempre vendré a verlos —le recordó, acercándose—. ¿Ya estas preparada para tu operación, pequeña?

—No. No tendré ninguna operación. Que horror Abuela, prefiero quedarme ciega.

—¡Melisa, no digas eso! No es tan malo como parece, es más, así podrás volver a ver y esa no es una oportunidad que tengan todos. Deberías contentarte por ello —le reprochó, acariciando su hombro con delicadeza.

—Pero me va a doler mucho —musitó ésta.

Bulma la miró con compasión. Melisa había pasado por tanto.

—Claro que no —Tomó su mano—. A ver, parece que el doctor no te ha explicado que es lo que harán ¿Cierto?

Ella asintió.

—No lo dejé hablar cuando juntó mi nombre más la palabra operación.

—Melisa, te van a anestesiar, eso significa que tú no vas a sentir nada y estarás dormida mientras ellos hacen su trabajo. No te va a doler, ya verás. Quizás alguna molestia cuando despiertes.

—¿Segura, Abuela?

—Segurísima —Plantó un sonoro beso en su frente a modo de sellar su promesa.

—Si tú lo dices... —suspiró, apretando la unión de sus manos con fuerza—. Lo haré, si después podemos ir al parque por un helado. ¿Sí, abuela?

—Te lo prometo, Lisa. Volverás a tu vida normal y podrás mudarte con aquella pareja, la que quiere adoptarte ¿No era eso lo que querías?

—Si... Fueron lindos conmigo.

—Excelente, porque mañana ya podrás empezar a volver a ver y olvidarte de ese bastón que utilizas.

—¡Hurra!

¿Fallé? «Vegeta y Bulma»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora