Finalmente, no me quedó otra opción que invitarlo a pasar a mi casa, una lluvia inesperada comenzó a caer fuertemente desde el cielo de Rosewood. Una lluvia que parecía no tener fin, como era de esperar en ese pueblo. Una lluvia que escondía las lágrimas que ya no podía contener.
- Me dijiste que no te conocía como yo creía, ahora quiero conocerte.
- Pero yo no quiero que me conozcas. Además, si piensas irte para “no lastimarme más” es innecesario que te cuente cómo soy o lo que intento ser.
- Puedo cambiar de opinión.
- Que poca palabra que tienes – bebí un sorbo de café caliente –. Odio hablar de mi vida.
- Lo dices porque no sabes lo que verdaderamente soy – dijo mirándome a los ojos. Mi piel se erizó producto de un escalofrío que recorrió mi cuerpo – o fui…
- ¿Quién eres, Ian?
- Soy… soy algo más que lo que ves. Soy algo inexplicable. Soy uno de los bichos raros de Rosewood, al que todos le temen. Soy frío, egoísta, reservado. Soy quien nadie desearía para pasar el resto de su vida – hizo una pausa –. Por eso estoy así, solo. Pidiéndote disculpas por mis estupideces, pidiéndote que te alejes de mí todo el tiempo. Soy quien no quiero ser.
- No sigas – lo interrumpí –. No quiero escuchar más incoherencias. Sabes muy bien que no eres un bicho raro, la gente te considera así porque nunca han hablado contigo. Piensan así porque no te conocen, porque no ven lo mismo que veo yo a través de tus ojos. Solo ven a un chico de diecisiete años que no es igual a los demás. Ven a alguien diferente, y eso es a lo que le temen. A que seas diferente a los demás y que no puedan dominarte, que no puedan influenciar sus ideas sobre ti. Le temen a la diferencia, le temen a otro pensamiento, le temen a que alguien sea mejor que ellos. Le temen al fracaso.
- No puedo no ser diferente, Emily. Mi piel es fría, mis ojos cambian de color, mi velocidad es distinta a la de las personas normales, tengo un extraño "poder" para manejar las mentes de otras personas y saber lo que piensan, aparezco y desaparezco cuando quiero. A eso le teme la gente en realidad. No al fracaso ni a todas esas cosas que dices.
- No entiendo de qué hablas - dije un poco asustada.
- Tú lo dijiste, soy diferente. Deje de ser igual a los demás hace muchísimos años. No sabría decirte con exactitud hace cuántos años dejé de ser el perfecto Ian Cullen – ¿Cullen?
- ¿Cullen? ¿Has cambiado tu apellido?
- Mi padre lo cambió cuando me adoptó... – su rostro cambió. Parecía que sus sentidos se agudizaron –. Tengo que irme. Hablaremos luego, Emily.Jason tocó la puerta justo en el momento en el que Ian se estaba por ir. Vi el odio en sus miradas. Ian salió de mi casa rumbo a su automovil sin saludar a nadie. Jason siguió mirándolo con odio hasta que su flamante auto desapareció en la carretera.
No había notado lo mucho que cambió Jason en este tiempo. Sus músculos se habían agrandado, sus camisetas se ajustaban cada vez más a su cuerpo. Su pelo estaba más corto, lo que hacía que aparentara más años de los que tenía. Se había tatuado el hombro derecho con unos símbolos raros que se me hacían muy familiares. Quizás los había visto pintados en la casa de la familia materna de Jason. Eran una familia extranjera (por parte del padre de Jason) e indígena (por parte de la madre), las cuales tenían demasiados símbolos extraños en su vida cotidiana.
- Has cambiado bastante en todo este tiempo, no me había puesto a observarte con atención – le dije sirviéndole café.
- ¿Cuándo me prestas atención a mí? Tu atención tiene nombre y es Ian Hale – dijo algo celoso.
- No es cierto… – reí golpeándole el hombro – ¿Puedo hacerte una pregunta y que me contestes con la verdad? – dije después de un largo silencio.
- Sí, ¿qué quieres saber?
- ¿Por qué has cambiado? ¿En qué te has convertido? ¿Quién o qué eres ahora?
- No he cambiado en absoluto, soy el mismo de siempre, Em. Quizás me involucré más con Sam y sus amigos que llevan otro estilo de vida, más adecuado al de mi familia materna.
- ¿Sam? ¿Ese al cual no soportabas hace unos meses? ¿Ese tipo raro que tira a sus amigos desde lo alto de los acantilados? ¿Ese mismo? – dije preocupada y asombrada. Las ideas de las personas sí que pueden cambiar rápidamente.
- Sí. Me he dado cuenta que no es así como yo lo imaginaba. Tú siempre dices que hay que dar segundas oportunidades.Jason me preocupaba. Realmente había cambiado demasiado. Sé que no debo entrometerme en la vida de los demás, pero no me parecía correcto que empiece a involucrarse con Sam; él era un tipo raro, líder de una manada de estúpidos que lo seguían haga lo que haga y vaya donde vaya, era un auténtico maleducado, o mal-aprendido quizás. No sabría describirlo con exactitud, pero no era una buena persona. O al menos eso demostraba para la sociedad.
Aunque, pensandolo bien, tenía mucho en común con Ian. Quizás no desde lo personal, sino que desde lo social. La gente los veía a los dos como una amenaza, como personas que debían excluir por ser diferentes, distintas al prototipo de joven adulto.
Yo misma aún no podía creer lo que estaba pensando, me estaba convirtiendo en parte de esa sociedad que veía a Sam como un peligro. ¿Quién era yo para juzgarlo y decirle que es una mala persona? Quizás Jason tenía razón y Sam podía llegar a ser alguien distinto a lo que la gente ve. Quizás él mismo había cambiado su forma de ser y por eso Jason había empezado a frecuentar su compañía.
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La oveja y el león
FanfictionNo hay cuerpo ni alma que aguante "para siempre", dijo Emily, sin saber que su "para siempre" sería real.