R de Risueño

919 141 19
                                    

¿Es posible enamorarte de alguien que no conoces?

¿Alguien a quien nunca has escuchado hablar?

¿Alguien que ni siquiera es consciente de tu existencia?

Pues si.

Y lo se ahora que padezco esta enfermedad a la que todos llaman amor.

Que horrible por dios, alguien que encuentre la cura.

Me enamoré de él en cuanto lo vi, sentado bajo aquel gran árbol de espesas hojas.

Cuando el sol brillaba tan fuerte sobre aquella pradera, que al reflejarse sobre él creaba un angelical halo de luz a su alrededor.

Siempre estaba solo. Con un libro grueso y viejo en una mano, un resaltador en la otra.

Lo veía mover sus labios mientras leía, en un susurro tan pero tan bajo que el viento que lo captaba no quería develarme el tono de su voz.

¿Tendrá una voz aguda como la mía? O tal vez mas ronca, mas suave ...

Me gustaba imaginarlo. Imaginar sus costumbres, su personalidad, su forma de ser. ¿Tendrá alguna manía? ¿Morderá las puntas de los lápices cuando se encuentre nervioso? ¿O jugará con sus propios dedos? ¿Sería su piel tan suave y cremosa como se ve?

Con las mejillas color manzana y los labios encarcelados entre sus perlados dientes, aquel chico estaba una vez más bajo aquel viejo árbol.

Tan perfecto, tan cercano, tan extraño a mi persona.

¿Que cobarde soy no? Escondiéndome de su curiosa mirada.

"Tal vez deberías hablarle, cielo" hablaron a mis espaldas. Con tono suave y dulce, la señora Clifford pronunció divertida "No es como si te fuera a morder Samuel"

No me sorprendía el hecho que supiera mi nombre, era un pueblo pequeño, los conocía a prácticamente todos. Menos a él.

"¿Sabe algo de él?" Murmuré apenado al mostrarme tan curioso sobre un extraño.

"Bueno-" pensó unos momentos divertida "se que se llama Guillermo y llegó hace unas pocas semanas al pueblo junto a su madre y hermana, ¿pero por qué no vas tu y lo averiguas por tu cuenta? Estoy segura de que agradecerá la compañía y el conocer a alguien en este lugar"

Asentí, decidido a dejar de verlo y de imaginarme una vida con él, porque nada de eso pasaría sí ni siquiera le hablaba.

"S-si yo-De acuerdo, si" balbuceé convenciéndome a mi mismo, inspiré fuertemente y con paso decidido me encaminé al chico de ojos rasgados. A mitad de camino me volteé a darle las gracias y despedirme de la Señora Clifford. Que anciana más agradable.

El sol quemaba mi piel y sentía mi estomago revolverse por lo que parecían mas que unas cuantas mariposas. Tal vez una manada de elefantes estaría bien para describir la sensación.

Con las letras del abecedario |Wigetta|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora