Prólogo

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Reino de Candilia, 3 de Abril de 1999.

Era una noche oscura y solitaria en el castillo, pero eso no importaba, pues había nacido la hija de los reyes, la futura heredera. Habían decidido llamarla Cecilia, como su Bisabuela Cecilia Clèmoir.

-¡Que linda es! Con sus mejillas sonrosadas -dijo la Reina, con felicidad, mientras miraba a su hija de cabellos dorados y ojos azules.

-Claro que es linda, si es hija tuya -dijo el Rey, esbozando una amplia sonrisa.

La Reina abrazó con más fuerza a su pequeña. La quería mucho, era lo más hermoso que le había sucedido.

-Bueno pequeña Cecy, creo que es hora de que duermas -dicho esto caminó hasta la habitación de la bebé, perfectamente decorada, con una mecedora, un baúl de juguetes, un armario, una ventana panorámica, a la cual la cubría una cortina, y ahí estaba, la cuna de madera que había pertenecido a las otras generaciones de la realeza candiliana. La colocó con cuidado, para no despertala. La cubrió con una pequeña manta rosada y se fue. Cerrando la puerta tras ella.


-¿Escuchaste eso? -preguntó asaltada la Reina -parece el llanto de un bebé.

-No es nada, seguro es el viento querida, vuelve a dormir. -dijo el Rey, tratando de tranquilizar a su esposa.

-No me digas que no es nada Henry, voy a ver como está Cecy -al decir esto, la Reina se levantó de la cama y corrió hacia el cuarto de su bebé.

Al abrir la puerta se dio cuenta de que no estaba, su pequeña no estaba en su cuna y la ventana panorámica, abierta.

-¡Aaaaaaaaaaah! ¡Henry, se han llevado a Cecilia!

El Rey acudió de inmediato al cuarto de la princesa. Revisó en la cuna y el armario. Se asomó en la ventana, pero nada, era demasiado tarde. Se habían llevado a la pequeña Cecilia

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