V | ¿Uniformes? Nada mal.

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|Lunes 16 de Enero|

Capítulo V: ¿Uniformes? Nada mal.

Comencé a removerme en mi cama cuando escuché el sonido de risas de niñas. Abrí mis ojos y me apoyé sobre mi codo para ver que la habitación estaba vacía. Que raro. Juraría que escuché sonidos de niñas, probablemente las mellizas. Limpié una lágrima que salía del lagrimal, por causa de estar acostada de un lado. Inconscientemente miré mi dedo manchado de gris y unos cuantos brillitos.

¿Qué es esto?

No le dí importancia y busqué mi celular bajo mi almohada para ver la hora: las 11am. Revisé para ver si encontraba algún mensaje, pero sabia que no tenia nada. Siempre tenia la esperanza de que me llegue algún mensaje. Cuando pensaba en esto me daban ganas de tener un novio que me despierte con un 'buenos días, princesa', pero no se tiene lo que no se busca.

Me levanté y me dirigí al baño que estaba en el pasillo, el único baño. Golpeé la puerta con mis nudillos para ver si estaba ocupado. Al no escuchar a nadie, abrí la puerta y entré. Cuando me observé en el espejo, un poco oxidado, no podía creer lo que estaba viendo. Tenia unos anteojos negros dibujados con líneas gruesas, además estaban decorados con brillantina rosa y púrpura. En cada una de mis mejillas tenia un corazón, mal hecho, con fibron rojo. Y para finalizar tenia barba negra, que consistía en lineas pequeñas intercaladas. Me mojé rápido la cara y comencé a frotarmela, esperando que los fibrones no sean indelebles. El agua negra y roja caía en el lavamanos. Para mi suerte, el agua borró todo sin dejar rastros, aunque depende la perspectiva donde me mirara, mi cara tenia brillantina. Esto fue obra de esas diablitas. Terminé de lavarme los dientes y peinarme, para salir.

Caminé hacia la habitación de Jared y la abrí. Verificando que no estaba aquí, comencé a bajar por las escaleras y el aroma a café inundó mis fosas nasales. Fui hacia la cocina y ahí se encontraban todos. Fulminé con la mirada a las mellizas que estaban aguantando la risa. Ya iba a hablar con ellas, no se iban a salir con la suya. Me acerque a mi hermano y éste me sirvió una taza de café. Todos estábamos sentados en los mismos lugares que en la incómoda cena de ayer.

—Buenos días, ¿Cómo dormiste? —preguntó Rachel percatándose que me había unido a la mesa.

—De maravilla, no tienes idea. —le contesté sonriendole a las mellizas, mientras cuchilleaban entre ellas y me miraban. Lograban ponerme incomoda haciendo eso.

—Agarra algo para comer, sin vergüenza. —me animó Marcus levantando la vista del periódico y señalando la mesa. Habían tostadas un poco quemadas, que las comían con mantequilla y mermelada de frambuesa; también habían galletitas surtidas sobre un plato hondo, aunque las únicas galletitas que estaban eran las feas que quedan cuando te comes todas las ricas; a un costado, en otro plato se encontraban una pepas, que parecían recién salidas del horno y tenían pinta de ser ricas. Iba a tomar una cuando habló Lisa.

—Las hice yo, pruebalas June, te gustaran. —me sonrió malvadamente.

—Ummh... No gracias, se me fue el apetito —las miré por última vez, en verdad parecían deliciosas. En realidad no se había ido mi apetito, pero no iba a comer algo echo por una de ellas. Solo tomé una tostada con mantequilla y me la tragué cual sediento al agua —. Iré a cambiarme para dar una vuelta por el centro. —me levanté de la mesa sin haber tocado mi café.

—Te acompaño. —me siguió mi hermano, una vez que bajé. Me había puesto un jeans negro con mis vans negras y una remera blanca un poco suelta con el estampado de unos anteojos azules de lectura.

—Chicos, esperen. —nos detuvo Rachel— Tengan, hoy hice las copias. —dijo entregándonos a cada uno un par de llaves. Nos explicó cual era de la puerta principal y cual de la trasera, para luego irnos por donde nos dijo.

Comenzamos a caminar derecho, como nos explicó Rachel.

—¡Oh, me olvidaba! —rápidamente buscó algo en sus bolsillos.

¿Dinero? No necesito tu mugroso dinero, Rachel.

—¿Qué es eso, mamá? —preguntó Jared y me lo quedé mirando.

¡Es dinero, idiota!

—No sé si Nick —titubeó al nombrar a mi padre— les ha dicho algo pero mañana empiezan el instituto, no pueden perder el año faltando tan poco para terminar. Así que aquí está el dinero y la dirección en donde tienen que comprar sus uniformes. —hubo un silencio incómodo que luego Jared rompió.

— ¿Uniforme? —me miró aterrorizado— Quieres decir... ¿Chomba y corbata? —alzó sus cejas y yo reí bajito para que no escuche.

—Cariño, es el mejor instituto que conozco —sonrió—. Y vaya que conozco muchos —balbuceó—, tiene a los mejores profesores y directores. Es privado y no puedes ir vestido como te guste. Quizás en tu país estilaban vestirse así, pero aquí no. —me sorprendí ante la expresión de Rachel. Creo que estaba algo enojada pero no iba a dejar que trate así a mi hermano. La idea del uniforme no me disgustaba mucho... ¡En realidad me encantaba! Por fin se acabó el dilema de todas, "¿Qué me pongo? Ésta la use hace días así que no... ésto tampoco..." y esas cosas. Obviamente los chicos no tenían ese problema, solo debian ponerse correctamente su jean y una playera, no les importaba si venía de un tiradero o peor... del piso de su habitación. Y creanme, Jared puede ser el príncipe azul de muchas... pero no querrán entrar a su cuarto, si así puede llamarse esa posilga.

Un flashback pasó por mi mente: el primer día que Lucy se quedó a dormir en casa, obviamente en la habitación de Jared. Teniamos poca relación ya que no la veía mucho pero al ver su expresión al entrar a la habitación de mi hermano, automaticamente me cayó de lo más bien. Estallé en risas y hasta el día de hoy lo hago.

Como las extraño... y apenas van dos días aquí.

Volviendo al tema de los uniformes...

—Ahmm... —silencio incómodo— Supongo que gracias, adiós. -tomé del brazo a Jared y salimos por la puerta principal. Reí al recordar mi nota mental sobre las piedras puntiagüdas. Las calles de Nueva York explotaban de gente caminando para todos lados.

—No vas a creer lo que me hicieron esas diablitas. —comencé a quejarme.

—¿Qué te hicieron? —Jared frunció el ceño, aún molesto por la escena anterior.

—Me pintaron la cara con marcador y brillantina mientras dormía. Por suerte el marcador no era permanente. —la risa de mi hermano causó más furia en mí.

Al menos lo había hecho reir.

—Que lástima que no estuve allí para tomarte una foto. —golpeé su brazo y rió más fuerte, apoyando sus manos junto a todo su peso en los muslos. Esperé unos segundos cruzada de brazos y sosteniendome en una pierna, esperando a que Jared recupere su estúpido aire.

Su móvil comenzó a sonar y enseguida lo sacó y atendió.

—Hola bebé. —le contestó a Lucy— Yo también te extraño, no sabes cuanto...Te amo más...Pues estuvo bien, solo que no paré de pensar en ti... ¿Cómo supiste de la revista?... No te tiene que importar, tú eres más hermosa que cualquier otra... Hablando de sueños, soñé que te tenia en mis brazos mientras te besaba... —rodé los ojos ante tantas estupideses. Yo misma me sentiría ahogada con tantos alagos dulces.

Breve o EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora