Capítulo IV

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- Buenos días, sanatorio privado Ricardo Moreno, ¿en qué lo puedo ayudar? – Habló formalmente la recepcionista como siempre que Bruno llamaba al lugar, que era prácticamente todos los días.

Es verdad, él desde que la vio ahí, en ese estado, no pudo volver. Pero no era porque no quería saber nada de ella, no quería dejarla. Es que le dolía demasiado verla así, no podía. Por eso, se comunicaba todos los días con el médico encargado.

- Soy Bruno Sainz Micheli, quisiera hablar con el doctor Pérez. – pidió desde el otro lado de la línea amablemente.

- Oh, sí – lo reconoció rápidamente la secretaría. – Ya le transfiero la llamada.

- Hola – escuchó Bruno después de unos largos segundos en espera – habla el doctor Pérez.

- Hola doctor, soy Sainz Micheli. Llamo por Micaela – le recordó.

- Ah, Bruno, ¿cómo estás? – el doctor también lo reconoció con facilidad.

- Bien, extrañando a su paciente – confesó el campeón brócoli.

- Es difícil, lo sé. Creo que para ella sería bueno verte, aunque este dormida, dicen que escuchan – le aconsejó el médico – sigue igual que los otros días, no hay avances, ni retrocesos. – le contó.

- Intentó... quiero ir, de verdad. Pero no soportaría verla ahí, en verdad, lo siento –

- Créeme que te entiendo, no sos al primero que le pasa; tuve muchos casos similares.

- Bueno doctor, no le robo más tiempo. Gracias por tomarse la molestia de contestarme. – le agradecía Bruno.

- Por favor, es mi trabajo y sé que Micaela te importa mucho – se despidieron y luego de que Bruno colgara la llamada, se fue a preparar para ir a Combate, porque sí, seguía trabajando ahí. Estaba llegando el final de temporada y ya había sido confirmado para la siguiente. Tenía toda la fe de ganar y que su novia despertara.

- Dale campeón. Tito nos va a retar – lo apuraba Pity en el camarín verde.

- Ya sé, ya voy. - contestó un poco agotado Bruno, todo lo vivido lo había estresado, estaba muy cansado. 

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