Capítulo 7.

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Dos días después..

Gael estaba intentando leer una obra vía internet cuando su móvil empezó a sonar, el joven respondió mientras apagaba el ordenador.

—¿Sí?

Al otro lado del aparato se encontraba el abogado Cimarro.

—Gael, soy el abogado Cimarro ¿Puedes atenderme ahora?

—Sí, dime ¿Pasó algo? —preguntó Gael.

—No ¿Podríais venir en una hora tu e Idaira? —preguntó el abogado.

Gael se acarició el mentón.

—Por mí no hay problema. En una hora nos vemos, convenceré a Idaira para que me acompañe -contestó.

—Perfecto, en un rato nos vemos, hasta luego Gael.

—Una pregunta —interrumpió Gael— ¿Llevamos los documentos de la otra vez?

—Si, sobre todo los de identidad —aclaró el abogado.

—Hasta ahora —se despidió Gael.

—Adiós —contestó el abogado.

Ambos colgaron, Gael se levantó de la silla y se dirigió a la habitación de Idaira.

—Idaira ¿Podemos hablar un momento?

Idaira salió de la habitación al escucharlo.

—Dime —contestó Idaira.

—Me ha llamado el abogado, necesita que vayamos en una hora ¿Vamos? —preguntó Gael.

—Cojo el bolso y vamos —dijo ella sin poner resistencia.

Gael la miró asombrado, por primera vez la muchacha no le hacía la contra. Idaira entró a su habitación, cogió el bolso y salió mientras que Gael cogía las llaves del coche.

—Ya estoy lista ¡Fiorella! Vamos a salir un buen rato, si no venimos a comer te avisamos —exclamó Idaira.

En ese momento Fiorella apareció ante sus ojos.

—De acuerdo señorita. Una cosa..

Gael y Idaira miraron a la joven italiana.

—¿Puedo salir a las 9.45? Necesito solucionar un asunto personal —pidió de favor.

—Ve, no hay problema —dijo Gael.

Fiorella miró a Idaira esperando un no rotundo.

—Sí. Cierra la casa bien cuando salgas —contestó Idaira—. Vamos Gael.

Por segunda vez Gael se sorprendió ante la actitud de su prima, estaba irreconocible. Los dos primos salieron del departamento y se dirigieron con el coche al despacho, aparcaron y bajaron del coche.

—Gracias por comportarte así, me has sorprendido Idaira —agradeció Gael.

—No es nada, para que veas que ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos —. Vamos.

Gael cerró el coche y entraron al despacho del abogado Cimarro.

—Bienvenidos, podéis tomar asiento —ofreció señalando una mesa redonda con butacas.

Gael y Idaira saludaron amablemente al abogado y junto a él tomaron asiento.

—Y bien ¿Para qué somos buenos? —preguntó Idaira.

—En unos minutos procederemos con la lectura del testamento, en cuanto llegue otro familiar comenzamos —dijo el abogado.

—Y, ¿Es la persona que nos comentaste? —preguntó Gael.

DESAFIANTE COINCIDENCIA.© #Wattys2016 #HandwrittenAwards #DulceSalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora