Guren, un hombre entre un triángulo amoroso.
Él lo sabía... sabía muy bien que tarde o temprano nada resultaría bien.
El amor que sentía desde pequeño con la chica que amaba por primera vez, que ahora estaba muerta y el chico que con los pasos de los años y a pesar de ser fastidioso e insultarlo; lo amaba con locura desenfrenada.
No era para nada bueno.
Ya que el albino gustaba de él y la chica vivía dentro de su espada, cerca de su ser al tener un contrato, un enlace que quiso mantener por el mero capricho de no perderla.
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El albino de ojos azules y el azabache paseaban por las arruinadas y agrietadas calles de Nagoya. Lo que cometen aquellas personas que sólo quieren obtener poder para liderar y al final no obtiene resultados como los esperaban, o simplemente tratan de lograr lo que una vez estaba pérdido.
Eso es lo que muchos pensarían, si tan sólo las cosas hubiesen sido diferentes... Ichinose Guren no estaría condenado a tener la carga por la muerte de sus seres queridos.
—nee, Guren~— Llamó el Hīgari rompiendo aquel silencio, que no era para nada incómodo al estar acostumbrados el estar cerca el uno al otro siendo llegando ser trivial en ellos, o más por parte de Shinya.
—¿Qué quieres, Shinya?— Preguntó con indiferencia en su voz el Ichinose, pero esa indiferencia era fingida. No le molestaba la presencia del susodicho... del todo.
—¿Sabes que los Hīgari tienen que casarse para liderar junto a su compañera?— Desvió la mirada de sus penetrantes ojos morados, levantando su mirar al cielo, el mismo azul de sus ojos.
—Sí, ¿Y qué pasa con eso?—interrogó confundido del comportamiento de su «amigo»; por supuesto que lo sabía. ¿a que venía esa pregunta?
Shinya apretó el agarre de sus manos entrelazadas. Se quedó en silencio unos minutos en silencio —que parecían ser eternos para el más alto—, con una discreta impaciencia.
—no sé como sucedió esto... pero, me comprometieron con Kureto nii-san— Dirigió su mirada con tristeza a su pareja, quién se quedó perplejo por tal inesperada noticia.
—¡¿ah?! Pero ustedes son hombres... debe ser una mujer para dar imagen a la familia...— intentó hacer un esfuerzo por no sonar quebrada su voz, maldiciendo por lo mismo, eso no le gustaba al albino ya que sabía lo fuerte que es Guren.
—sobre eso... y-yo...— respiró hondo, esto era muy serio. No faltaba mucho que soltara lágrimas por sus cristalizados ojos hasta tal punto en creer que todo se iría a la mierda.
Ichinose lo miraba fijamente, sin despegar su mirar de Shinya quien se estaba desmoronándose lentamente, abatido por el dolor del ajeno compartiéndolo en su interior.
—Y-ya no les importa el que sea mujer o hombre...— El azabache miró con frustración al albino, quién soltaba gruesas lágrimas sin parar, repitiendo una y otra vez «lo lamento, Guren».
—N-no quiero que me alejen de ti, Guren; que.. darme a tu lado es.. — El susodicho agarró los hombros al ojiazul. —¡Nada de esta mierda va a suceder!, ¡¿entiendes?!— en ese instante fue cuando el Hīgari dejó de caer gruesas lágrimas por sus ojos, soltando uno que otro sollozo junto a pequeños sollozos.
—¿Lo prometes?
—Por supuesto, idiota.
Dicho esto el albino se lanzó al azabache, abrazándolo como si no hubiese un mañana. Guren rodeó su brazos alrededor del cuerpo del contrario, correspondiendo el afecto.
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¿me amas? → gureshin.
Short StoryShinya sabía el precio de amar a una persona es costoso. Pero sólo quería seguir intentando, para alcanzar el amor del azabache. Aunque no todo sale como lo esperas... la vida da muchas vueltas y al final no mides cometer el error que marcará una pa...