CAPÍTULO XXIII

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Hace tres días, Óscar me confesó que es gay, y no le he contado a nadie, ni siquiera a César. Pero no es porque no quiera contarle, sino porque nos capturaron.

Ese día, nos quedamos a dormir en aquella escuela. Al siguiente día, empezamos a caminar hacia donde estaba la Hermandad, y para guiarnos mejor pues decidimos caminar hacia lugares muy céntricos, donde está Susana y su ejército. Lo bueno, es que llevábamos puesto el traje del escuadrón y pues ahí en el traje están varias armas punzocortantes.

Justo cuando estábamos a tres cuadras del Palacio, empezamos a buscar comida en un edifico, que creo es el más alto de la ciudad, el cual en la punta tiene una torre metálica con antenas oxidadas, y las ventanas de la torre de al lado están rotas. La cual tiene 9 pisos de altura.

Subimos hasta a azotea, ahí vimos toda la ciudad, el aire nos golpeaba en la cara y nos enfriaba los brazos. Y pudimos ver un poco más allá del Palacio, y pude observar a lo lejos unas cuantas montañas tapadas por nubes negras. Y me di cuenta que la ciudad, en verdad es muy pequeña. ¿Por qué no simplemente salimos de este infierno?, pensé.

De repente, de una camioneta, se bajaron unos cuantos GC armados y entraron al edificio.

Y bueno, ahora aquí estamos en una celda dentro del Palacio. Óscar no deja de golpearse la frente contra la pared de concreto despintada, y yo simplemente estoy pensando en cómo escapar de aquí. Ya no sé qué va a pasar, ya no sé si llegamos a vivir, ya no sé si llorar o matarme...

-Cómo es que fuiste tan estúpida, Julieta –me dice Óscar mientras me doy cuenta que, por el tono de su voz, está llorando.

-No es toda culpa mía –digo mientras mis manos me tiemblan, están frías como el piso debajo de mí.

-Tú tuviste la idea de buscar comida, ¡sabiendo que podría pasarnos esto!

-Tú también sabías eso, no me eches la culpa de todo, si llegamos a morir, no quiero morir peleando contigo. Tenemos que apoyarnos, Óscar –le digo mientras me acerco a él.

-¿Cómo es que nos está pasando todo esta mierda?, ¿cómo fuimos tan estúpidos?

Entonces, Óscar empieza a llorar a chorros. Yo lo abrazo, mientras intento no llorar pero sé que todo fue mi culpa.

Sé que por alguna extraña razón, yo dije que había que subir a ese estúpido edificio por comida, aunque creo que era más lógico buscar en las pequeñas casas por toda la avenida 1 comida, que en un edificio de nueve pisos donde yo sabía muy bien que los GC nos podían ver.

Sé que yo quería que nos atraparan, estoy harta de correr y escapar por mi vida, sin que los GC me atrapen, y al mismo tiempo de seguir órdenes de Alberto.

No lo sé, pero ya quería dejar de huir por la ciudad, haciendo cosas que la verdad no tenían sentido alguno.

Ahora tengo que asumir las consecuencias, fui una estúpida, y soy una estúpida.

No sé si voy a morir, pero si muero, creo que moriré sin seguir haciendo el ridículo, actuando cosas que no sé por qué rayos acepté hacerlas.

Fui tan estúpida.

Entonces, sigo abrazada a mi primo, mientras siento su calor. Terminaremos igual los dos. Permití nuestro fin.





{FIN DEL PRIMER LIBRO}

A ti, querido lector(a) que tal vez seguiste esta historia hasta aquí, te agradezco demasiado, porque significa mucho para mí. Tengo pocos lectores, pero eso no significa que no me gusta escribir historias. En serio nunca creía llegar a terminar una historia en Internet, porque he de confesar que yo he escrito varias historias en documentos de Word, y nunca las he acabado. 

Me costó mucho hacer esta historia, y quiero tomar un pequeño descanso antes de empezar a redactar la siguiente segunda parte de esta historia, y creo que tardaré un poco de tiempo.

Muchas gracias por leer esta historia hasta el final, y comenta lo que te gustó o lo que no te gustó; si crees que esta historia es la peor de todas; o lo que se te ocurra, pues eres libre, ¡comenta y vota! 

¡NOS VEMOS A LA PRÓXIMA!


La Hermandad (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora