Telefonos

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Llame por tercera vez.

"cuatro-cuatro-nueve-cinco-ocho-ocho-tres-siete No esta disponible en este momento. Por favor, deje un mensaje despues de la señal. *PIIIIP*".

Salio con amigas, se corto la luz, esta durmiendo. Millones de posibilidades se barajaron, pero no se supieron sostener. Helga siempre atendia. Siempre atendia y siempre se quejaba que estaba sola como un hongo. Era insoportable. Y aun asi, la llamabamos todos los dias. Yo, Juan y Ramiro. Yo no tenia hijos, pero sus hijos tambien llamaban. Y la invitabamos a tomar cafe los domingos a las cinco en punto.

Insoportable.

"Voy a ir al apartamento a ver que pasa, por las dudas. Cuando llego te digo, Ramiro. La verdad que me molesta que juege con estas cosas, me pregunto si no atendera solo para joder, mira. Ya nada sorprende. No, vos quedate. Voy yo."

Me subi al auto, imaginandome a mi misma subiendo por el ascensor. Cerre la puerta un poco fuerte. 1,2,3,4. *Ting* se abre. Camino hacia la puerta y toco el timbre, sin respuesta. Lo toco de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, y la puerta tambien. "Helga?" Empiezo a hacer todo el ritual de quince minutos de probar con las llaves hasta que una engancha, la que tiene rush. Pero siempre me olvido que es la que tiene rush, y cuando no me olvido, ya no tiene mas rush. Creo que es rouge en realidad, o lapiz labial. Pero sori es sorry, y sin embargo, sori.  Cuestion, engancho con la llave que tiene rush y abro la puerta, y esta ahi tirada con su camison largo, muerta. Una mosca aterriza en su nariz. O talvez la tendria que envenenar. Yo solo quiero finiquitar este asunto. Bajen los dedos. Mas cruel es ver como lentamente su cuerpo come sus musculos porque ya no queda nada mas.

Alguna vez ella fue casi una madre.

El aire estaba tenso, pesado. Se amuchaba y caia como mil abrigos de piel condensados en la atmosfera. Afuera hacian casi 40 grados, y el aire acondicionado miraba para otro lado. El viaje era de media hora, una hora si no tenia suerte. Saque de la cartera una botella de agua y tome un sorbo. Ahi nomas estaba el celular, que Helga contestase era igual de posible que cagar oro.  En algun momento parecia arrancar la cosa, pero incluso en eso, la flaca se quedo en el pasado.

"No sabes cuanto te quiero, Florencia, cuanto te quiero. No te podes imaginar".

Su voz habia estado bajita y rasposa, bordeando la sumision estupida, como en los ultimos meses, pero esta vez tenia como un desliz insipiente que no supe identificar. Esa fue la ultima conversacion que tuve con ella, el viernes. El sabado me colgue y no la llame, hoy es domingo.

Me meti en el estacionamiento subterraneo. Helga no tenia auto porque su vista le fallaba, asi que el espacio siempre lo usabamos yo o mis hermanos. Estaba mas fresquito aca abajo. Recogi la cartera del asiento adyacente. Respire hondo un par de veces, mire al volante,  a mis manos, a mi misma a travez del espejo retrovisor. Me acomode un poco el pelo y sali con envion para afuera, porque mis piernas sino se quedaban en el auto. El ascensor no estaba lejos. Aprete la flechita para arriba. Usualmente tardaba entre 5 y 10 minutos en llegar.

La ultima vez que la vi fue el domingo pasado. Creo que me pase la mayoria del tiempo jugando con el paquetito de edulcorante para no verla. Juan estaba de viaje de negocios, Ramiro habia tenido que llevar a la hija al medico, asi que estaba solo yo. Yo, y ella. Tenia una camisa blanca con flores rosas que ella misma se habia cosido cuando aun podia, hace dos años atras, talvez mas. Se asomaban de su piel las costillas y sus brazos eran mas finos que los mios. Me tendio la mano, y le sonrei pero no la tome. No se porque. Hice como que iba a, pero llame al mozo. Va, si se.  Ella me daba miedo. No lastima, no tristeza, no desazon. Sus brazos fragiles, sus manos huesudas, sus pomulos marcados, sus ojos sumergidos en una sombra oscura que se asemejaba al hueco negro de una calavera eran como las patas de una cucaracha, y cuando me tendio la mano vi como se acercaba a mi. Yo le tengo fobia a las cucarachas. Cuando era chica, apenas veia una corria hacia la cama de Helga y le rogaba que la matase.

Pero ahora Helga era la cucaracha. Y yo no podia correr.

Era raro que viajase alguien mas en el ascensor. No se porque, siempre estaba sola. Era medio chico igual, con pinta de viejo, supongo que por la madera. Viejo y solitario. Aprete el numero 4 y vi como iba subiendo el numerito rojo en la pantallita.

Toque el timbre. Nada. La llave estaba puesta, habia alguien. Pero tambien significaba que no podia abrir yo, tenia que abrirme de adentro. De nuevo. Creo que habia sabanas. Toque por varios segundos mas, luego la puerta, el timbre, la puerta. Me detuve. Creo que habia pasos. Toque y mantuve el dedo.

"Ya va!" 

Mierda. Pero debo admitir que estaba aliviada. Aunque todo siguiese un dia mas. Su voz estaba mas raposa y el desliz ahora era marcado. Aunque poco se puede juzgar por un "Ya va". Puede que la haya despertado y sea eso.

Me abrio ocultandose, y pretendiendo estar molesta.

"Pero q pasa?"

"Helga, no podes no atender el telefono"

"Esh que fui a misa"

"Te llamamos a las doce, Helga"

"s a la hora a la que empieza"

Eran las 1:30. Tenia el camison blanco, y se bamboleaba ligeramente al caminar. Siguio hablando, pero demasiado bajo y demasiado incoherente, y ya no me gaste mas en continuar con eso, solo la dirigi hacia la cama. El apartamento, por lo demas, estaba ordenado. Aunque ordenado significase sobre-amueblado, y lleno de pequeñas y grandes cositas por todos lados, que safaban en una casa de dos pisos pero no en un apartamento de cuatro ambientes.  El espacio para caminar era minimo, y las cortinas estaban bajas. Pero no eran opacas. Se tiro a la cama y intento quejarse. Los cuatro telefonos estaban desconectados, asi que los volvi a enchufar. El transformador era pesado, pero los cuatro? Opciones, opciones, o mas bien, justificaciones. Obvio que no se cayeron. Pero mas seguro pensar en esa posibilidad.

Me hice la que estaba ordenando intentando encontrar la botella. Ella seria vieja, pero astuta. No tenia ganas de dar vuelta todo el apartamento, no valia la pena. Era como cuando tiraba los cigarrillos de Eduardo para que luego se volviese a comprar otro paquete. Lo mismo. Ella tenia un supermercado a dos cuadras. Tenia ganas de salir, el aire estaba demasiado comprimido, y me picaba. La deje durmiendo, cerre la puerta, y toque al ascensor de nuevo. Ya no habia nada mas para hacerle.

"Estaba chupada, un desastre. La verdad, Ramiro, un desastre. Intentaba ocultarlo, vos sabes como es ella, pero obviamente que no podia. Apenas si podia caminar. Yo la llamo todos los dias, vos tambien, ya se, ya se. Pero no podes negar que cuando cuelga el telefono, sigue estando sola. Que se yo. No hay nada mas que hacerle, Ramiro. Vos lo sabes igual que yo. Lo que necesita ahora son 4, 5 horas de sueño. Ahora me llego el ascensor. Necesito descansar, despues hablamos".

Colgue violentamente. 

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2016 ⏰

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