𝑺𝒕𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆 // Bᴇɴ Cʜɪʟᴡᴇʟʟ

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➴ 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚; 𝟏𝟑 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

—¿Puedes...? Walsh, ¡no toques eso!

Exasperada, Ashley se aproximó al estadounidense y le arrebató de las manos la agenda que había capturado del escritorio. El nativo de Nueva Orleans era hiperactivo y fisgón, y no comprendía el significado del reiterado "siéntate y no toques nada" que su amiga le proporcionaba.

—¿Ocultas tus secretos más sucios ahí dentro, Graciel?

—No...me...llames...Graciel —gruñó entre dientes. Detestaba su segundo nombre, y el mayor era conocedor de ello—. Y no, no guardo mis secretos más sucios; guardo un plan de aseinato que ejecutaré contigo si no dejar de revolver todo lo que te encuentras a tu paso.

Ante la amenaza dictada por la británica, Asher la miró asustado. La conocía demasiado bien y sabía que era capaz de llevar a cabo tal atroz crimen.

—¿El martes nos harás un tour por el British Museum? —ante la cuestión formulada por James, quien mantenía sus orbes clavados sobre un libro de Agatha Christie, Ashley lo observó.

—Ramsey, no soy guía aún. Solo estoy detrás del mostrador —explicó.

—¿Y no te dejan hacer una excepción? —agregó Peter.

—Les he pedido hoy el día libre; suficientes favores para lo que va de mes —sentenció. Cuando comprobó que sus amigos se hallaban alejados de cualquier objeto que pudiese desencadenar una catástrofe, volvió a mirarse al espejo—. Susan Marshall será vuestra guía; os gustará, os lo aseguro.

Con dudas, contempló su outfit. Comparada con Ramsey o Nell, tenía la sensación de salir al exterior con la ropa de andar por casa; pero para el plan que había organizado, no creía necesario arreglarse.

—¿Nos vas a decir ya a dónde vamos a ir? —tras posicionarse detrás de la anfitriona y entrar en su campo de visión a través del espejo, Asher formuló su principal duda; aquella misma que Ashley se había negado a responder desde que el jet lag de sus amigos la despertó a las cinco de la mañana— Yo quiero montar en el London Eye.

—Y yo quiero ir al palacio de Buckingham. ¿Os imagináis que veo a la reina? —se manifestó Peter—. Me sacaría un selfie robado con ella.

—Pues yo quiero ir al Stamford Bridge —finalizó James.

—Oh, por dios, ¡no! —sucunviendo de nuevo a la cólera, encaró a los americanos—. Ni vamos a ir al London Eye, ni vamos a acosar a la Reina de Inglaterra, y mucho menos vamos a pisar campo enemigo. Al menos no hoy.

—¿Entonces?

—¿Estáis listos para irnos o queréis seguir tocando lo que no tenéis que tocar?

Ante la cuestión de Ashley, Peter y Asher abandonaron veloces la habitación; deseosos de empezar su tour por tierra británica. James, por el contrario, esperó a su mejor amiga.

—¿Ellas lo saben? —interrogó, contemplando cómo la joven extraía de uno de los cajones de la mesita de noche un bote de pastillas contra el VIH.

—No. Lo único que saben es mi historia con Ben; lo que pasó después aún es una incógnita para ellas —señaló—. ¿Nos vamos?

Cuando el nativo de Chicago indicó que sí, ambos siguieron los pasos del dúo Chip y Chop.

—Cinco segundos, ¿y ya estás interrogando a mis amigas, Nell? —cómo era de esperarse, Peter se localizaba ya junto a la cocina, dónde Leah y Amelie desayunaban tranquilamente y se reían del bombardeo de preguntas que el muchacho había formulado en menos de treinta segundos.