Ahí estaba ella.
Asomada en aquella ventana donde puede observar caer la lluvia;
Y sentir la fresca brisa del invierno. Y junto aquella brisa, el sentimiento de tristeza que invade sus pensamientos.
Para algunas personas, la lluvia no es nada más que felicidad, salir a bañarse en ella y disfrutar.
Pero para ella era diferente.
La lluvia transmitía dolor, aquel dolor que le traía tristeza, melancolía y decepción.
Ver las gotas de agua caer por su ventana era tal como ella imaginaba ver caer sus esperanzas.
Aquellas noches de lluvia, la hacían sentir triste y sola, a pesar de tener a su familia y amigos.Al mirar por aquella ventana ella pensaba en como retroceder el tiempo y arreglar cada falla que había dejado en el pasado.
Ella merecía ser feliz, pero no lo era.
Cada día fingía una sonrisa para que las personas de su alrededor no se vieran afectados ante tal situación.
Quería sentirse fuerte y demostrar que lo era.
Cada desvelo, cada noche sin dormir estaban teniendo efecto en ella.
Conforme pasaba el tiempo, la parte baja de sus preciosos y tristes ojos café oscuros se iban llenando de un tono oscuro, aquel que daba a notar las noches que ella pasaba sin dormir y junto a una cuchilla veía el amanecer.
Esas ojeras que adornaban su fría mirada y que cada vez eran más notables, ni siquiera el maquillaje lograría ocultarlas o quizás sí pero de lo que ella estaba segura es de que ni el maquillaje más valioso lograría ocultar esa tristeza que llevaba por dentro, aquella tristeza que la mataba lentamente.
Algunos días prefería salir y mojarse en la lluvia.
No con el fin de correr y saltar con emoción por el roce de la lluvia en su frágil y suave piel, no.
Salía porque necesitaba desahogarse, llorar sin que nadie notara sus lágrimas caer.
Le gustaba sentir cada gota de agua rodar por su mejilla, aquella que había sido abofeteada tantas veces.
Ahí estaba ella, parada bajo la lluvia sin sentir frío alguno. No le importaba resfriarse... Y, es que, a estas alturas ya no le importaba nada.
Mientras estaba bajo la lluvia, aprovechaba cada momento para pensar en aquellos errores, en esa persona que se había alejado de ella y después de un tiempo había decidido regresar.
Se preguntaba cuáles eran sus intenciones, por qué después de tanto tiempo decidió volver.
Cada noche las mismas preguntas rodeaban su mente, sin conseguir respuesta a pesar de su mayor esfuerzo.
Y así es como aquellas noches de lluvia le afectaban a ella.
Ganas y razones no le faltaban para agarrar aquella cuchilla y pasarla sobre su muñeca pero no lo haría, ella no quería morir y ser una cobarde por no solucionar sus problemas.
Ella estaba dispuesta a salir de aquella depresión por si misma, sin ayuda de nadie.
Pero, ¿a quién engañaba? ella sabía que eso era imposible. Podía salir una y mil veces de aquel pozo llamado depresión pero siempre regresaba al mismo lugar.