Mi ya-no-mía y dulce Sierra, te escribo, en realidad, porque hoy es de esos días que te extraño más que nunca; de esos días que quiero salir corriendo a por tí y nos dejemos de idioteces, y nos queramos devuelta.
Porque... no ha parado de llover en toda la mañana, y llevo un rato despierto pensando en lo lindo que hubiese sido despertar hoy contigo a mi lado. Podría verte dormir una vez más y memorizar cada detalle de tu rostro; la textura de tu piel, las curvas y relieves de tu boca y hasta la cantidad exacta de pecas repartidas sobre tus pómulos.
Y porque sé que esta noche, pensaré en lo lindo que sería que te arropes con mis brazos otra vez. Perder mi rostro entre tus cabellos y descansar mi mano encima de tu vientre plano, mientras tú juegas con nuestros dedos hasta que ambos caigamos dormidos.