"PRÓLOGO"

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*Dedicada a todas aquéllas personas en busca dé su segunda oportunidad*

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*Dedicada a todas aquéllas personas en busca dé su segunda oportunidad*. 


Su cuerpo pequeño y delgado temblaba de frío, sin ropa cálida que la cubriera, tan solo le quedaba aferrarse a sus piernas que apretaba contra su pecho, en espera de aminorar el escalofrío que le provocaba estar encerrada en ese reducido espacio. El aire en el interior era tan disminuido debido a la ausencia de ventanas o algún tipo de ventilación y un olor fétido cada vez más insoportable apenas la dejaba respirar. Sus pulmones exigían aire, se sentía asfixiada, pero no era la falta de oxígeno lo que la tenía de esa manera sino el miedo que apretaba su pecho amenazando con romperse en cualquier momento. La luz tenue que parpadeaba constantemente la ponía en un estado de nerviosismo constante. Algo le decía que nada iría bien.

Sentada en un rincón del corroído colchón de la cama, y pegada a la pared fría, pensaba en qué había hecho para estar ahí. ¿Dónde estaba la mujer que juró a su madre cuidar de ella? Llevaba días encerrada en aquel lugar húmedo. Las horas pasaban y cada vez incrementaba su desesperación. Tenía hambre y tanta sed que el dolor en su estómago era insoportable.

Recorrió lentamente el lugar con sus ojos ámbar por millonésima vez. La rodeaban cuatro paredes con la pintura deteriorada y melladuras causadas por golpes con algún metal. Una mesa vieja y rota, un sillón que en sus mejores tiempos fue verde, pero que ahora tenía agujeros por todos lados y estaba desteñido. Podía incluso escuchar cómo los roedores caminaban roían la madera, y al fondo pegado a una de las paredes estaba un retrete completamente sucio y agrietado.

Sollozó.

Unas lágrimas se asomaron por la comisura de sus ojos al pensar una vez más en su madre. La añoraba más que nunca. «Llévame contigo, no me dejes aquí», decía una y otra vez. De tanto hablar con ella misma ya no sabía si era producto de su imaginación que la viera junto a ella y abrazada a su regazo.

Apenas tenía doce años y a tan corta edad ya conocía la soledad y el miedo.

Hacía apenas unos días que su madre fue asesinada frente a ella, y después, todo fue caos, confusión y dolor. Una tarde mientras regresaba de la escuela, el único lugar seguro que existía para ella, su tía la esperaba para entregarla a la fuerza a un par de hombres que esperaban dentro del lugar donde vivían, luchó por defenderse, pero de pronto todo fue oscuridad y luego despertó sola en este cuarto.

De repente volvió de sus recuerdos al oír la cerradura de la puerta de metal ceder luego de un movimiento brusco. La misma que ella había intentado abrir más de una vez. Se puso de pie de un salto y corrió hasta la puerta esperando que su tía fuera a salvarla. Pero no fue así. Parpadeó rápidamente para acostumbrar sus ojos a la luz que se coló al abrir la puerta. Una sombra robusta se reflejó ante ella. Fijó la vista en los pasos firmes de los zapatos relucientes que hacían eco al tocar el suelo, pertenecían a un hombre elegante que usaba un traje negro. La observó ávidamente con una mirada oscura, cínica y siniestra recorriendo con lentitud su frágil cuerpo. En ese instante se sintió desnuda y expuesta.

UN CORAZÓN COMO EL TUYO ©  [SCD#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora