Con las manos en la masa

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Ran cogió el teléfono y se quedo mirándolo un tanto dubitativa, no sabía qué hacer. Shinichi por otro lado, la visualizaba, tratando de averiguar la decisión que iba a tomar, sin embargo, no veía ninguna reacción por parte de ella, así que decidió darle un pequeño empujón para ayudarla un poco.

— Puedes contestar si quieres, Ran.

La violácea giró el rostro en dirección al detective del Este, totalmente impactada, no esperaba que le dijera eso. Luego, volvió a centrar la mirada en la pantalla del teléfono.

Finalmente aceptó, atender la llamada.

— ¿H-hola?—Titubeó.

— Como que "Hola"—Escuchó decir a Reizo, riéndose—. ¿Así es como saludas a tu marido?

— Lo siento, no me había fijado en quién llamaba—Ran mintió, bajo la penetrante mirada del ojiazul.

— Oh, bueno, no te preocupes —Reizo le respondió con comprensión.

— ¿Has llegado bien?

—Sí, cariño, acabo de bajar del avión, estar sentado aunque sean dos horas es agotador, me siento muy cansado—le comentó, resoplando—. Cuando llegue al hotel, descansaré un buen rato, mañana estaré muy ocupado.

—¿Eso quiere decir que no vas a llamar, verdad?—Ran alzó una ceja, recordando la costumbre de Reizo, ya que cada vez que se iba de viaje, a penas solía llamar a casa.

— Intentaré hacerlo, cariño—dijo Reizo, intentando convencer a la violácea—, de verdad.

— Bueno, está bien—Ran se resignó, aceptando—. Trata de llamar.

— No lo dudes, cielo. Ya iremos hablando. Mientras tanto cuídate mucho—dijo Reizo con aquella tranquilidad que tanto lo caracterizaba.

— Tú también—le replicó —. Hasta pronto.

Se finalizó la llamada.

Ran se quedó pensando en Reizo, llevaba tiempo comiéndose la cabeza respecto a los repentinos viajes que solía hacer su marido, era hija de un detective y estaba claro que había conductas que no podía pasar por alto. Nadie estaba tan ocupado como para no poder ni siquiera realizar una llamada. Ran se aprovechó de la influencia de su padre en el mundo policiaco, así que debido a ello, era inevitable no contactar con dos conocidos que trabajaban como detectives en la inmensa ciudad de New York. Quería averiguar que estaba sucediendo y no quería dejar que pasase más tiempo.

Recordó la última vez que Reizo se tuvo que ir a New York:

<<Ran se encontraba sola en casa, sentada en el sofá hablando por teléfono. Estaba molesta con Reizo, ya que hacía un mes que se había ido de viaje y no sabía mucho de él ya que siempre estaba ocupado. La gota que colmó el vaso fue escuchar a Reizo decirle que tenía que quedarse dos semanas más porque la situación se había complicado.

— ¿Dos semanas más? ¿Es en serio?—Ran se alteró a causa del tiempo que ocupaba Reizo en el trabajo.

—L-lo siento cielo, sabes que no tengo opción, es mi trabajo—Su marido intentó calmarla.

—No todo en la vida es trabajo, Reizo—Ran le reprochó—. Te propuse de que fuéramos contigo el fin de semana y te negaste a ello.

—Ran, no tendría tiempo para estar con ustedes, me la paso dentro de la clínica, estoy muy ocupado—Reizo se justificó—. Si quiere lue....—No le dió tiempo a terminar, pues  la violácea ya le había colgado.

— Este hombre siempre está igual—Ran murmuraba enfadada, se quedó meditando un rato y llegó a una conclusión, miró su agenda telefónica, quería llamar a alguien —. No es lo correcto, pero tengo que entender que está pasando aquí.>>

Sueño [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora