El octavo anillo

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Después de un rato tumbado e inmóvil, que se me hizo eterno, logré abrir los ojos haciendo un gran esfuerzo. Poco a poco comencé a recuperar las fuerzas y no tardé en poder empezar a moverme. Ya no sentía frío en ninguna parte de mi cuerpo. Había dejado de preocuparme si los demás ya se habrían levantado o seguirían durmiendo. Parecía que uno a uno recuperaba todos mis sentidos, incluso un leve chirrido en mis oídos había desaparecido.

Con gran esfuerzo comencé a incorporarme y comencé a escuchar pequeñas explosiones, cerca de donde estaba. Volví la mirada hacia el lago y pude ver que una persona vestida con armadura lanzaba esferas de fuego contra las plataformas de hielo, provocando aquellas pequeñas explosiones.  Las columnas fueron perdiendo su forma y comenzaron a deformarse, terminando por convertirse nuevamente en agua.

Cuando por fin estuve completamente consciente de lo que había ocurrido, de lo que acababa de ver y de todo lo que me envolvía, me di cuenta de que era Ricardo el que estaba haciendo desaparecer las plataformas utilizando el poder de su anillo.

Intenté ponerme en pie, pero necesité buscar apoyo en alguna roca cercana. Llamé la atención de Ricardo, evitando llamarlo por su nombre para que me diera algunas respuestas. Parecía que no me escuchaba o me ignorara, pues continuó lanzando esferas de fuego contra las plataformas hasta que no quedó ninguna en pie. Una vez terminó con aquella tarea, se volvió y se dirigió hacia donde me encontraba, evitando mirarme directamente a la cara. Se sentó frente a mí, sobre una roca más grande que la que utilizaba de apoyo. Desde su posición tenía una mejor visión de toda la zona, pudiendo ver si alguien se acercaba.

-¿Cómo te encuentras?- preguntó Ricardo antes de que pudiera hacerle ninguna pregunta.
-Creo que bien, aun estoy algo desorientado y todavía no puedo mantener bien el equilibrio- respondí intentando ponerme en pie.
-No tardarás en sentirte mejor, tu cuerpo aun está un poco entumecido por la congelación- indicó con intención de animarme.
-Gracias, si no fuera por ti, ahora estaría congelado- dije intentando sonreír.
-La verdad es que lo único que he hecho ha sido sacarte del agua- dijo mirando hacia el camping.
-De todas formas, te debo la vida- me reiteré, sentándome sobre la roca al ver que no aguantaba en pie.
-Algún día necesitaré que me ayudes y podrás saldar esa pequeña deuda- dijo sin mirarme, pero poniendo una sonrisa en la cara.
-Por cierto ¿Cómo es que estas aquí?- pregunté mostrando algo de sorpresa por el hecho de estar tan lejos de su casa.
-Si quieres me voy, pero allá tu si aparecen los dos que están por aparecer- respondió con tono sarcástico.
-Es que desapareciste, se que te atraparon y te llevaron a su escondite- dije intentando explicarme, sin caer en que mi amigo ya había entendido la pregunta antes de darle aquella explicación.
-La verdad es que si, fui congelado por la flecha de hielo del que acabas de derrotar- comenzó a explicar lo ocurrido-. Me llevaron a su cueva y me encerraron en una enorme sala, donde también había una pequeña vitrina con un pergamino abierto.
-Pero no lo entiendo ¿Cómo conseguiste escapar si te congeló con su flecha?- cuestioné interrumpiéndole.
-Imagino que por el poder del fuego en mi anillo- siguió explicándose-. Tardé más en salir de la cueva que en descongelarme. Fui a buscaros, pero Alberto desapareció al igual que Miguel y tu hermano me dijo que te habías ido de viaje.
-¿Por qué no me llamaste al móvil?- repliqué, aunque podía imaginarme su respuesta.
-Lo pensé, pero no lo creí conveniente. Los mismos que me derrotaron, te seguían de cerca y llamarte habría provocado que te atacaran antes de que pudiera ayudarte, dejándote sin opciones de vencer- las palabras que dijo ahora me sorprendieron más que la afirmación anterior-. Me sorprendí al percibir que el anillo de Morphos perdía su poder y te hacías con ese anillo, jamás habría pensado que sacarías las fuerzas necesarias para luchar contra alguien que tuviera alguno de los anillos.
-Lo cierto es, que yo no luché- contesté rectificando su afirmación de que había encontrado valor para hacer lo que aseguraba-. El que luchó fue Iynehas, que utilizó todas sus habilidades para vencer.
-¿Dónde está ahora? Podría ayudarnos a encontrar a nuestros amigos- preguntó interesado.
-Me parece que no volveremos a verlo, creo que el poder de otro de los anillos acabó con él- dije un tanto triste por tener que recordar aquello.
-Lo lamento, habría sido un aliado muy útil para afrontar lo que está por llegar- dijo bajando la mirada po un instante-. Acabo de acordarme que ayer os salvé la vida a todos.
-¿Por lo de la avalancha?- pregunté intrigado, malinterpretando la frase de mi amigo.
-Me alegró ver como utilizaste el poder de tu anillo para que nadie te descubriera- respondió Ricardo, aunque evitó comentar que había sido él quien lanzó los troncos para salvarnos la vida a todos-. El pánico y la desesperación del momento te salvaron de romper el juramento de silencio.
-Espero que entiendas la situación, era guardar el secreto o intentar salvar la vida de mi familia- expliqué intentando que me comprendiera por cómo actué.
-Te comprendo a la perfección, de hecho estuve en una situación similar- dijo haciendo una pausa, recordando aquel momento-. Tuve que decidir si rompía el juramento de silencio perdiendo mi poder y a mi novia u ofrecer mi vida para salvarnos a los dos.
-No sabía que había pasado así- dije mientras me intentaba levantar, ahora sí, con suficiente fuerza para mantenerme en pie.
-Esa es la menor de nuestras preocupaciones, tenemos que pensar en cómo conseguir que no nos pillen por sorpresa los dos que están por aparecer- indicó dejando claro que no deseaba recordar aquel momento.
-Pues no tenemos mucho tiempo, porque ya ha aparecido otro de los anillos- dije estirando un poco los brazos-. El poder del Fénix acabó con Iynehas y por lo que intuyo es increíblemente fuerte.
-Si no nos lo hemos encontrado aún estamos a tiempo de encontrar a Alberto y a Miguel para hacer frente al poder de estos dos anillos- dijo buscando un ápice de esperanza.
-Entonces cuando regresemos, deberíamos centrarnos en buscarles- indiqué haciéndole ver cuáles eran mis intenciones, pero una vez regresará de las vacaciones-, desaparecieron el día después de tu desaparición… por cierto, has dicho algo sobre un pergamino en la cueva donde despertaste ¿Pudiste leer algo de lo que ponía?
-No me paré a leer el pergamino, me preocupaba más poder salir de allí- indicó haciéndome ver que era otra cosa que buscar cuando fuésemos en busca de nuestros amigos.
-Ese pergamino podría ser parte de la solución a nuestro problema- indiqué mirándole fijamente-. Cuando nos enfrentamos al poder de tu anillo, Iynehas me indicó que solo si destruíamos el pergamino con el sello que tiene tu anillo podríamos hacer desaparecer el mal que lo dominaba.
-¿Crees que si destruimos ese pergamino desaparecerá el mal en los otros cuatro anillos?- preguntó sin parecer sorprendido, pero sorprendiéndome por su tranquilidad a pesar de no haberle dicho nada de lo que ocurrió antes de darle su anillo hasta ese momento.
-Nada de si destruimos- respondí a su  pregunta de forma tajante-. Solo uno puede destruir ese pergamino.
-¿Quién debe destruir ese pergamino?- preguntó inquieto, sorprendiéndome su pregunta.
-El mal en los anillos nació por la ambicion del primero que llevó tu anillo y por su odio se escribieron los rollos que tuve que destruir. Imagino que en el pergamino pondrá algo que nos ayude a romper su juramento- expliqué ahora, dando por sentado que de alguna manera conocía el pasado de su anillo.
-Si soy el único que puede acabar con esto, será mejor que vuelva y acabe con todo esto lo más rápido posible- dijo Ricardo sintiendo que sería su responsabilidad deshacerse de aquel pergamino-. Si soy rápido, esta misma noche estaré de vuelta y con un poco de suerte, mañana por la mañana nos hemos quitado este problema de encima.
-Sería mejor que no estuviéramos mucho tiempo separados, no sabemos lo cerca que puede estar el que tiene el anillo del Fénix- preferí ser prudente, a pesar de saber que Ricardo podía acabar con todo de forma rápida.
-Pero cuanto antes destruya el pergamino, antes terminará esta pesadilla- insistió para no reconocer que si estábamos juntos tendríamos más posibilidades de hacer frente al poder del siguiente anillo.
-El del anillo de Evgokhod casi me derrota y eso que, por decirlo de alguna forma, ha sido bueno conmigo- quise hacerle ver que había tenido suerte de vencer- ¿Crees que podría enfrentarme al poder del Fénix yo solo?
-Entonces estaré todo lo cerca que pueda, pero ten en cuenta que no puedo luchar por ti- indicó aceptando que tenía razón-. Pero el camino de vuelta lo voy a tener que hacer en autobús y no podrás contar conmigo si te atacan. Por curiosidad ¿Cuándo vuelves a casa?
-Mañana a media tarde sale el avión- contesté levantando la mirada hacia las montañas, por si percibía la presencia del enemigo-. Mañana mismo podemos ir a buscar la cueva, el pergamino y a nuestros amigos.
-¿Qué pasará con los anillos cuando hayamos destruido el pergamino y hayamos reunido los ocho?- preguntó intrigado por el futuro de todos.
-En su momento ya nos preocuparemos de eso, aunque creo que lo mejor sería dárselos a gente de confianza, que en caso de verse obligados a usar el poder de los anillos lo hagan con prudencia- volví a mirar a Ricardo después de decir aquello.
-Me temo que tendremos que seguir hablando en otro momento- indicó mientras hacia un gesto para indicarme que alguien se acercaba por el camino-. Vamos a necesitar todos los anillos, así que me voy a buscar el que has hundido en el agua.
-Guárdalo para que no puedan encontrarlo- le pedí mientras veía que se alejaba hacia el agua.
-No te preocupes por eso, tenía pensado dártelo en cuanto pueda- añadió Ricardo a mi comentario-. Cuando llegues a casa de tus primos, te estará esperando de un sobre en el buzón.

(L.A.S) Los Cuatro ArquerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora