Las Mejores Cosas

Una pequeña nota para ti

Solo espero que leas esto hasta el final. Estas serán las últimas palabras sinceras que recibirás de mi parte.

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Tenía unos 11 años cuando te vi por primera vez, parecías bastante agradable, ¿y para que mentir?, me gustaba la idea de ser tu amigo. Recuerdo que te veía jugar fútbol en la cancha que quedaba cerca a mi casa, jugabas pésimo, pero eso no me importaba, me gustaba verte jugar. Tenía la horrible costumbre de verte a escondidas; me daba mucha vergüenza acercarme a hablarte y, recibir un rechazo de tu parte, por eso solo me limitaba a verte.

Fueron varios meses en los que solo te veía, con eso me conformaba. Pero como nada dura para siempre, tuve que irme de aquella casa y empezar de nuevo en otra. Aquel suceso me dejo triste por un tiempo, me había acostumbrado a verte, y saber que ya eso no sería posible, sencillamente me dejaba con los ánimos por el suelo.

Aun así seguí con mi vida, conocí personas maravillosas e hice amistades que hasta la fecha de hoy siguen a mi lado. Pero el recuerdo de aquel niño jugando en aquella cancha, seguía ahí. Sin importar los tres años que pasaron, aún seguía pensando en ti, lo sé, suena muy raro, pero es la verdad. Los problemas siempre me perseguían, fue por ello que mis padres me cambiaron de colegio muchas veces, estaba harto, cambiar de colegio me estaba rompiendo las pelotas. Mis padres se cansaron y me dejaron muy claro que me harían un último cambio de colegio, a mí me daba igual, pero tuve que replantearme eso; cuando cruce la puerta del que sería mi nuevo salón de clases, muchas cosas en mi dieron un giro inesperado.

Te vi.

Habías cambiado mucho, pero aun así pude reconocer a aquel niño del que una vez quise ser su amigo. Debía admitir que me parecías atractivo, aunque para los estándares de belleza moderna, eras feo. Pero eso me daba igual, la belleza no es solo una cara bonita o un cuerpo envidiable, eras bello a tu manera. Miles de ideas llegaron a mi cabeza, si antes no tenía el valor de acercarme y hablarte, pues ahora las cosas serían diferentes, estaba decidido a hacer tu amigo. Aunque la sola idea de decirte "Hola" me llenaba de miedo.

Así que volviendo a lo de antes, solo me dedique a verte desde de lejos.

Las personas con las que me tocaba estar en aquel curso me parecían de lo más despreciable, aunque bueno, no todos eran tan malas personas. Unos pocos fueron de mi agrado y otros más sencillamente me dedique a odiar. Hablaba con personas cercanas a ti, y eso me hacía sentir cada vez más cerca de ti, parecía un imbécil en aquellos días, pero que más daba, solo quería ser tu amigo.

Fue un día cualquiera cuando te acercaste y me entregaste un objeto que se me había caído, quería irme y cagar ladrillos, ¡ME ESTABAS HABLANDO! Lo sé, lo sé, fui un exagerado, pero fue la primera vez que lo hacías. Eso me ayudo a perder cierto temor y tenía más confianza al saludarte y ver que correspondías mis saludos.

Durante ese año fueron pocas las veces que hablábamos, aquello me llenaba de felicidad y tristeza a la vez, veía como reías con tus demás "Amigos" y eso me alegraba, verte sonreír será siempre lo mejor, ver como tus ojos se vuelven chiquitos con tu hermosa sonrisa, es sencillamente perfecto, nunca me cansare de recordar esa sonrisa. Tu cabello también es un gran atributo, tus ojos y tu nariz son cosas que podría mirar por horas y no cansarme de ver nunca. Tu cuerpo no es el mejor, pero aun así me gusta, te abrazaría por un año entero si fuera posible.

Desgraciadamente aquel año no fue tampoco del todo mejor para mí, lo perdí, pero aquello no me importo mucho, quería volver, aunque aquello significara que te vería en un salón diferente y alejado más de mí. Pero mayor fue mi sorpresa al ver que tú también repetías año, agradecí aquello al cielo; aunque sonara bastante egoísta, pero tenía mis motivos para estar feliz. La sorpresa creció mas al darme cuenta que estaríamos en el mismo salón de clases, es como si Dios hubiera escuchado mis plegarias.