Capítulo 9.

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Almu.

Ha pasado tres días desde lo ocurrido.
No he salido de mi cuarto.

Dani, ha intentado hablar conmigo por todos los medios, no he querido. Porque así será peor.

Decidí bajar abajo a por un vaso de agua, y ví a mi madre revisando los papeles de un caso.

A: Hola, mamá. ¿De qué va este caso?

M: Un hombre, que maltrata a su hija y mujer. Y la hija, vino el otro día a decírmelo, quiere acabar con todo. Creo que se llama... Sara Martínez, sí. ¿La conoces? Creo que es de tu clase.

Que si la conozco dice...

A: Sí, la conozco. Es de mi clase. Pero... ¿Qué pasa exactamente? - Digo extrañada. Ya que, no me esperaba que una chica como Sara, tuviera problemas, y menos, que fuese maltratada. De hecho, pensaba que era una niña pija.

Las apariencias engañan.

M: Al parecer, se trata de un caso de violencia de género. Pero Sara, al defender a su madre, pues su padre también le pega a ella. Tiene varios moratones en el cuerpo.

No me puedo creer, que Sara esté pasando por todo eso. Pero... si parece que su vida es feliz. Siempre está sonriendo.

A: Ah vale...

M: Porfa, ve a comprar el pan.

A: Está bien.

Dani.

Le he preparado una carta a Almu, quiero estar bien con ella.

La echo de menos.

Voy a su casa, rogando porque no me abra ella.

Pego al timbre, y me abre su madre.

M: Oh, Hola Dani, Almudena no está.

D: Lo sé. También sé que no me quiere ver ni en pintura. Y por eso, le traigo esta carta. Para que la lea cuando venga. Subo y me voy.

M: Está bien.

Subí las escaleras, y entré a su cuarto.

Joder, huele a ella.

Le dejé la carta y la rosa encima de la mesa.

Bajé las escaleras.

D: Adios Cristina.

M: Adiós cielo.

Salí de su casa, y le mandé un mensaje a Sara, no la tengo por nada en especial. Le dije, que a las cinco y media en el parque. Le tendré que decir, por qué nos hace esto.

Almu.

Llegué de comprar el pan.

A: Hola mamá. Puf, cuanta gente había en la panadería.

M: Almu, en tu cama te he dejado ropa doblada, cuelgala en tu ropero, porfa.

A: Está bien.

Subí a mi cuarto, y vi una rosa y una carta en la que ponía 'Leeme'

Fui hasta allí, la abrí y la comencé a leer.

«Y si mi siempre comenzó en el día en que te conocí, no me haré responsable del ayer, pero del hoy, sí, de las horas que te debo de cosquillas, de esa risa que se agarra a tus costillas de marfil, de llorar por ser feliz, de viajar hasta en patín, de tocar el arpa con tu espalda, y el desliz de aquel beso que tu mejilla deslizó para llevarme en tus labios, a un mundo mucho mejor.
Por que me encantas tanto como una chimenea a medidados de enero, y el ventilador a mediados de agosto.
Me encanta cuando me acaricias el pelo con tus suaves dedos, cuando me das besos, cuando me das caricias en la nuca, me encanta cuando me sorprendes a cualquier hora con un 'te quiero', esa sensación de que serás para siempre, esa forma tan tuya de saber hacerme sentir bien, hasta el blanco de tus ojos me encantan. Eres tan perfecta para mí, que no se como explicarme. Contigo a mi lado, me siento amado, me siento que soy algo en la vida, la emoción de verte cada día. Muchos se quedarán embobados con tu sonrisa, pero quiero ser yo el que ocupe tus labios por muchísimo tiempo. Porque tu haces que tenga dos pies derechos, y así nunca levantarme con el izquierdo. Porque eres tan suave como la seda, tan en llamas como el infierno, tan tranquila como un amanecer, tan preciosa como esos detalles que pasan desapercibidos, y por esos pequeños detalles que te delatan, eres perfecta.
Y es que, ¿sabes una cosa?
Yo he aprendido que merece la pena luchar por aquello que te haga sentir vivo, como tú, porque no hay nada que merezca tu alegría que se consiga sin esfuerzo, prométeme que correremos bajo la lluvia, y le demostraremos al mundo entero de todo lo que somos capaces, que yo ya sé que la gente entra y sale de nuestras vidas, tantas veces como respiramos, pero que nos tenemos que quedar con quién nos baje las estrellas, y no con quién nos haga soñar con ellas. ¿Sabes como se reconoce a alguien especial? Por los abrazos. Porque cuando te dan uno de sus abrazos, hacen que se detenga el tiempo y que suspires profundo, deseando que ese instante sea eterno, y tú me haces sentir así con uno de tus abrazos.
Y que el tema de los mensajes, te juro que fueron de esos meses, en los que tú estabas en Madrid, y yo aquí, no sabía que hacer para olvidarme de ti, así que empecé a hablar con ella. Pero ahora, estando contigo, ¿para que la iba a necesitar a ella?
Si decides perdonarme, estaré en el sitio de siempre, a las cinco. Si vienes, no hables, solo lánzate a besarme, y después, ya dirás.»

Destinados. [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora