No tenía intención de seguir esta historia pero debido a que varias personas me lo han pedido. Después de mucho tiempo aquí está otra parte más. Espero que os guste.
Abbie se estremeció cuando el frío gel entró en contacto con su piel, haciéndola volver a la realidad.
- Con un poco de suerte hoy sabremos el sexo del bebé. – La doctora Monroe sonrió mientras escrutaba la pantalla del ecógrafo. - ¿Queréis oír su corazón?
- Sí. – Contestaron ambos padres al unísono.
- De acuerdo. – Pulsó un botón y pudieron escuchar claramente el latido de un corazón. Sus manos entrelazadas se apretaron mutuamente al escuchar los signos vitales de la nueva vida que estaba creciendo dentro de Abbie.
- ¿Y bien? ¿Es niño o niña? – preguntó Dean expectante.
- Es tímido, o tímida. – Por primera vez despegó los ojos del monitor y se fijó en la pareja que la miraba interrogante. – En la posición en la que está no puedo verlo con claridad.
- Oh. – alcanzó a decir Dean.
Abbie pudo apreciar la decepción en aquella masculina voz y entonces hizo algo que nadie se esperaba. Con su mano libre empezó a masajear la abultada tripa y habló suavemente. – Sé que estás muy a gusto ahí dentro, pero necesito que te muevas un poquito para que papá deje de dudar en si comprar un balón o una muñeca. Aunque sepas que a mí me da igual con lo que juegues mientras te haga feliz.
Para sorpresa de todos los presentes, incluida ella misma, el bebé se movió ligeramente.
- Creo que va a ser un niño muy obediente. – Afirmó la doctora Monroe en cuanto el bebé reveló su sexo.
- ¿Es un niño? – Formuló Dean con excitación.
- Estoy bastante segura, sí. – Sonrió ampliamente al primerizo padre. – Ahora ya puede comprar ese balón.
- ¿Has oído eso cariño? ¡Es un niño! - Su gozo no podía ser mayor.
-Sí, es estupendo. - Sonrió Abbie observando con alegría sus chispeantes ojos verdes.
La doctora limpió los restos de gel y ayudó a Abbie a acomodarse la camiseta. – Señor Winchester, ¿sería tan amable de esperar un momento fuera?
-¿Ocurre algo?
- No se preocupe, solo tengo que hacerle unas preguntas más a Abbie. Algo rutinario.
- De acuerdo. – Dijo inclinándose hacia la camilla - Te espero fuera. – Susurró besando la frente de la joven.
Cuando la puerta se cerró detrás de Dean, ambas mujeres se miraron seriamente.
- No he querido decir nada delante de él porque no quiero que se preocupe. Pero he observado que el bebé no ha ganado mucho peso desde la última vez que nos vimos y su latido es algo más débil de lo que debería. ¿Estás comiendo y durmiendo bien? ¿Hay algo que te preocupe o te haga estar más nerviosa de lo normal?
La joven no sabía qué responder a eso. Por supuesto que había algo que la preocupaba, había hecho un trato con un demonio para revivir al ser que más quería en este mundo. El hermano del susodicho lo sabía todo y cada vez que lo miraba tenía miedo de que se le ocurriese contar toda la verdad. Y por si fuera poco, solo podría ver crecer a su hijo hasta los 15 años. Así que sí, quizás había un par de cosas que no la dejaban dormir por las noches.
- La verdad es que tengo un asunto que me está causando un poco de ansiedad, pero ¿el bebé está bien?
- Sí, mientras empieces a descansar y a comer adecuadamente, no habrá nada de lo que preocuparse. – La doctora miró con ternura a la joven madre. – Sea lo que sea seguro que tiene solución, así que te recomiendo que lo soluciones cuanto antes y puedas disfrutar de un embarazo tranquilo y un hijo sano.