Capítulo 1: Donde todo empezó.

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"Quiero que te quedes conmigo el resto de mi vida porque una sola noche no da para hacerte mía" —Quédate, Andy Rivera.


Mi cuerpo se movía al ritmo de la canción. Mi cuerpo no podía dejarse de restregar contra el del chico guapo de ojos azules que estaba frente a mí. La luces eran cegadoras, pero aún así eso no importaba. Con mis brazos en el aire y los ojos cerrados podía sentir las gotas de sudor bajar por los lados laterales de mi rostro y cuello.

Después de un día de mierda y una noche aún más mierda, salir a bailar era lo que necesitaba.

La canción llego a su fin, y cuando por fin deje de moverme, con la mirada comencé a buscar a Derek; mi mejor amigo, con el cual llegué. Suelto una risotada cuando lo veo con los brazos extendidos a los lados de la cabeza de una chica rubia, como yo. Ése era Derek: impulsivo, coqueto, divertido, seductor y muy, pero muy, sexy. Pasamos la mayor del tiempo juntos y por eso la gente cree que somos novios o que alguno de los dos gusta del otro; o sea, quién en su sano juicio se enamora de su mejor amigo. Eso solo trae problemas y malos entendidos. Mejor que estemos así.

Siento que alguien esta hablándome, y entonces me acuerdo del chico al que saque a bailar.

—Sí quieres podemos irnos de aquí, y divertirnos nosotros solos —sonrió de manera seductora, y aun que era muy oscuro, sus ojos azules se podían ver claramente.

—Cariño, te saque a bailar, no a follar —respondí—. Mejor ve a bailar con otra, ¿sí? —le palmee el hombro y me fui a la barra. Dejándolo en medio de la pista de baile, desconcertado e indignado.

Había pasado mucho tiempo, y ya siendo los efectos del alcohol. No hay noticias de Derek, debe estar follando en una esquina o algo.

Hace un rato escuche gritos, susurros y un poco de alboroto, quise ver sobre la gente -como la buena chismosa que soy- pero era tanta que no me dejaba ver. Después de un momento decidí que lo mejor era seguir con mis chupitos. Después de un tiempo pude notar que algunas mujeres sonreían y susurraba al rededor, le hubiera preguntando a la chica de al lado qué era lo que causa tanto alboroto, cuando suento que alguien roza mi hombro al toma asiento a mi lado, y entiendo todo.

—Hola —me sonríe de medio lado, pero trato de no mirarlo tanto—. Soy Justin Bieber, ¿y tú? —estira su mano en mi dirección.

Me quedo congelada en mi asiento sin saber qué hacer, qué decir o cómo actuar. Escucho cuando ríe, y eso hace que me salga de mi trance. Es hasta más guapo en persona.

Y no pude evitar reírme de pura ironía. ¡Guapo, yo sé quien eres!

—Ya lo sé. Soy Molly Evans —aprieto su mano. Era grande a comparación a la mía, y era suave también.

—Y bien, ¿cuál es tu historia? —me sobre el baso que de vidrio.

¿Qué le digo? ¿me inventó una historia? ¿me hago pasar por alguien importante? ¡De qué hablas. No hagas algo estúpido!

—No hay una. Solo soy una chica en un bar. ¿Qué hay sobre ti? —contesté.

Su sonrisa se hace más ancha y sentí que moría. ¡Pero que bonito es!

—Solo soy un chico en un bar —me da la misma respuesta y suspira—. ¿Te puedo invitar a un trago? —y gasta ese momento me di cuenta que sus palabras salen un poco arrastradas, y supe que estaba borracho. ¡Vaya, qué mejor que conocer a Justin Bieber, y borracho!

Y parece que los tragos también están haciendo efecto en mí porque de la forma más seductora y tranquila le respondí que sí.

Bien, Molly, cálmate. Él puede ser una súper estrella, pero sigue siendo un chico, y estas borracha ¡contralate mujer!

Me dije a mí misma.

—o—

A ciegas caminábamos por los pasillos del hotel. Nos besamos con anciesad mientras chocamobamos con las parades del pasillo, y nuestros pasos son torpes y dezcordinados al intentar encontrar la habitación en la que está hospedado, mientras sus manos están por todo mi cuerpo; literal todo. Nuestras respiraciones eran agitadas y mi corazón latía con fuerza.

No sé cómo coños llegamos al hotel, ya que a fuera de la discotecas habían un montón de periodistas y fotógrafos, ni tampoco recuerdo como llegamos a éste punto sin retorno, solo sé que no me importa y me encanta.

—Espera, espera... —él se separo unos centimetros de mí, aún con sus brazos alrededor de mi cintura, mirando de lado a lado; se encontraba perdido, y yo por alguna razón yo también lo estaba, pero no quise pensar mucho en eso—. No sé dónde está mi habitación —y como si fuera lo más gracioso del mundo comenzó a reírse, pero su risa es muy contagiosa, y como dos locos desquiciados nos comenzamos a reír.

—Dejame ver la llave a ver si está el número de la habitación —como pudo me dio la tarjeta; era la habitación 215. Comencé a mirar los números en las puertas y su habitación estaba al final del pasillo—. La encontré —exclame como si hubiera encontrado un tesoro, y tal vez así es—, está al final del pasillo.

Y antes de que pudiera darme cuenta estaba contra la pared acorralada por el gran cuerpo de Justin, y sus brazos estaban a los lados de mi cabeza.

—¿Cómo podré pagarte? —su voz salió ronca y su aliento era alcohol puro.

De un rápido movimiento me tomo por el trasero e hizo que pusiera mis piernas alrededor su cadera.

—Ya encontrarás la manera —respondí mordiendome el labio en forma seductora.

Con Justin cargandome, y entre besos y manos por doquier, llegamos a su  habitación, pero lo que llamó más mi atención fue la gran cama blanca.

La habitación era grande, y muy blanca. Las cortinas eran gruesas... y blancas. Pero antes de que pudiera seguir analizando mi entorno, Justin me lanzo a la cama. Sus manos era grandes, mucho; y encajan perfectamente en mi cuerpo. Me gusta como se siente su piel fría en mi piel caliente. Él me despojo de mi ropa, y me hizo sonreír la sonrisa juguetona que tenía: él se estaba divirtiendo.

Me arrodilló, para quedar a su altura, cosa que es básicamente imposible: Justin es como un poste a mi lado. Le quito su camisa, y el camino de la felicidad aparece en mi vista. Su abdomen es firme y bien formado, y el par de tatuajes que hay en su piel suave me gustan mucho. No poder aguantarme más comienzo hacer un camino de besos por su abdomen hasta llegar a sus labios; justo donde quería llegar.

«Qué estoy haciendo» piense. pero realmente no quise pensar mucho eso; las cosas salen mejor cuando no las piensas. Ya tendré tiempo, mucho, pero no ahora. No justo cuando tengo a Justin Bieber solo para mí.

///o///

Lanza un suspiro y levanta un pie si recordaste el momento de Grey's Anatomy.

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La Vida Con Molly.  ||Justin Bieber||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora