Capítulo 6

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Ji Min sonrió a sus alumnos quienes comenzaron a guardar sus materiales. Sus horas de canto ya habían terminado, por lo tanto, el castaño no tardó en hacer lo mismo luego de despedirse de todos sus alumnos. Tanteó la mesa hasta encontrar sus lentes oscuros y colocárselos para luego tomar su bolso, acomodando la bufanda que se encontraba enrollada alrededor de su cuello. Era un día particularmente frío, y por no decir extraño.

Salió del establecimiento tranquilamente. Su cabeza era un desastre de pensamientos ¿Qué había pasado con Ho Seok? Quizá Ji Min había hecho algo mal, bueno, tampoco era su culpa pero... Mierda. No sabía que a Ho Seok le causaba cierto rechazo la sangre, y no lo supo hasta que pidió explicaciones a Yoon Gi esa misma mañana.

-¿Qué ocurrió con Ho Seok? ¿Qué ocurre? ¿Pasó algo malo? ¿Yoon Gi?

-Ah...humn...-gruñó Yoon Gi intentando explicarse. El castaño había estado acosándole con las preguntas desde el momento en que sintieron el golpe de la puerta principal del café. Suspiró y soltó la mano del contrario luego de haberla curado. Se encontraban en los vestidores del local. Luego del pequeño incidente, el chico de cabellos rosados le había llevado allí para tratar su corte, el cual no era nada profundo pero sí lo suficiente como para que sangrara un poco. Yoon Gi elevó la vista para observar al castaño.-Ho Seok tiene cierto rechazo a la sangre, no puede verla. Por eso huye siempre que puede. No es como si no le importara la persona herida... Solo no puede ver nada que tenga que ver con... Una herida, sí.

-Oh... Ya veo. -asintió el castaño mientras tomaba la mano vendada con la sana y la acariciaba.-Entonces... ¿Estará bien?

-Claro que sí, es HoSeokie de quien estamos hablando. -comentó, sonriendo en el proceso.

El castaño sonrió, sintiéndose mejor luego de ello.



Bueno, si bien no estaba del todo bien, tampoco se sentía mal... Pero sí extraño. Por alguna razón no le gustaba que Ho Seok hubiera desaparecido así de la nada. Quizá no solo era rechazo a la sangre, si no un tipo de fobia, o eso pensaba Ji Min. Su cabeza realmente no dejaba de maquinar pensamientos. Quería ver a Ho Seok lo antes posible y preguntar si se encontraba bien, si necesitaba ayuda o algo... Joder. ¿Por qué mierda se sentía así con su vecino? Bueno, bien que él le cuidaba todo el tiempo, todas las mañanas le atendía en el café y no hacía falta siquiera pedir, porque el pelinegro ya tenía todo preparado para él. Incluso estaba esa vez donde creyó que había alguien en su departamento. Recordó su desesperación, ese olor a cigarro inundando sus sentidos. Asqueroso. Pero también recordó lo protegido que se sintió al tener a su vecino abrazándole y recitando palabras tranquilizadoras en su oído.

Sintió calor en sus mejillas.

Perfecto, se había sonrojado. Estaba sonrojado al haber recordado aquélla sensación de sus brazos rodeando su cuerpo... No no no. Basta se dijo así mismo. Sacudió la cabeza y elevó la mano vendada frente a su rostro, como si pudiera verla. La giró, como si estuviera inspeccionándolo. Suspiró y siguió su camino directo a casa, podía sentir la nieve caer sobre sí, el viento despeinar sus cabellos, haciéndolo volar en direcciones imprecisas. Mucho no se molestó en acomodarlo, estaba seguro que todos los que se encontraban en la calle junto a él estaban iguales, o incluso peor.

Escuchó el semáforo de peatones anunciar que podía ya cruzar la calle. Siguió adelante junto a las personas desconocidas junto a él. No le tomo nada llegar a su edificio, pues se encontraba tan cerca como lo estaba el café. Tomó el elevador y esperó a subir su piso. Suspiró cuando se adentró a su pasillo luego de arribar en su piso.

Se detuvo. Y giró su rostro justo frente a la puerta de su vecino. Mordió su labio y elevó su mano para tocar la puerta pero a los segundos de tocarla, paró. ¿Por qué se sentía inseguro de hacerlo? Mierda, no es como si fuera a proponer nada. ¡Ji Min! ¿Qué te ocurre? Se recriminó y frunció el ceño para luego, determinadamente, tocar la puerta. El ruido resonó por el vacío pasillo. En incluso en la vacía casa. Al parecer, Ho Seok no se encontraba allí. Suspiró nuevamente y siguió su camino hacia su departamento, dejando atrás la dura puerta.











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