¿Qué haríamos sin ti?

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Yo solo le tendí la cajetilla y él tomó uno, acerqué el encendedor a su boca y el cigarrillo comenzó a consumirse. Un silencio se formó en nuestro entorno, uno bastante incómodo, pero que realmente agradecía. Era como estar con tu ex novio, a quien le arrojaste algo antes de irse, después de tanto tiempo. Sentía que cualquier palabra desataría la tercera guerra mundial y la navidad se arruinaría.

–Lamento no haberte informado sobre la canción. No quería molestarte y menos por algo tan insignificante como una canción, te conozco y debí suponer que te molestaría, pero me acostumbré tanto a que estuvieras en la banda y tomar yo las decisiones del grupo que no pensé en ello. Sé que ya te he dicho esto en el paquete, pero creo que era debido hacerlo de frente. Te quiero, Ryan y no me gustaría que estuvieramos distanciados más tiempo; eres muy especial y me cuesta trabajo no pensar en ti en cada lirica de mis canciones, estas metido en mi cabeza y no puedo sacarte, moriría por verte feliz y saber que vives plenamente.

Sus palabras resonaban como eco en mi cabeza, no podía comprenderlo bien. Me quería y decía que no podía dejar de pensar en mí, pero he ahí el dilema ¿de qué modo?

–¿Me quieres como quieres a Spencer o como a Sarah? –en esos instantes no tenía control de nada y no había nada peor que Ryan Ross actuando por impulso, eso me había costado salir de la banda y adentrarme a una vida infeliz y desahuciada.

Tomó tembloroso mis manos dejando su cigarrillo de lado, mis ojos cristalizados de la emoción y sus labios temblando y dudando mientras pensaba en las palabras indicadas. Apenas parecía que diría algo cuando volvía a callar y yo sólo rogaba porque me besara y me demostrara mejor con hechos aquello que tenía que responder.

–Te amo como sólo se te puede amar a ti. Desearía poder explicarte lo mucho que significas en mi vida y cómo es que me haces sentir; eres esa luz y esa oscuridad, eres mi fortaleza y mi debilidad. Mi corazón late por ti, respiro con la esperanza de volverte a ver. Le hablo a la luna con la esperanza de que me escuches y poder escuchar tu voz en mis noches de soledad.

Se fue acercando peligrosamente a mí, quitándome el cigarrillo de entre los labios; nuestras narices rosándose y los alientos mezclándose. Pensaba que moriría ante su tortura o al menos me tendría rogando de rodillas por un beso. Estaba tan cerca de él. Estaba a punto de besarle de nuevo. Sus manos acariciando mis muñecas tatuadas y su mirada mirando desprevenidamente mis labios.

–Bren –la voz de Spencer rompió aquella burbuja que se había formado y ambos nos separamos rápidamente –. Vamos a brindar –la voz del castaño parecía confundida, anonadada y feliz, posiblemente feliz de que nos reconciliaramos y confundida de que fuera con todo y los malos hábitos –. Los espero cuando estén listos, continúen e ignoren que estuve aquí –prosiguió mientras cerraba la puerta dejándonos de nuevo solos.

–Lo lamento –fue lo único que pude decir y me alejé rápidamente sin siquiera darle la oportunidad de protestar.

Todas las miradas se dirigieron a mi figura agitada y temblorosa. Tragué saliva y tomé una de las copas que estaban en la mesa. A los segundos llegó Brendon con la mirada baja y acercándose a su esposa quien le tendió una copa.

–Por la navidad y el poder estar de nuevo juntos. Con el pequeño Ryan al cual extrañábamos –dijo la señora Smith –. Aún recuerdo cuando Spencer y RyRo corrían por la casa sin nada más que sus capas de superhéroes; sus pequeños penecitos se tambaleaban sin vergüenza alguna...

–¡Mamá! –intervino Spencer mientras yo me sonrojaba rotundamente y en el rostro de Brendon se dibujaba una sonrisa divertida.

Y así continuamos dando gracias por diferentes razones; la de Spencer, como fue de esperarse, era el tener a su novia; Brendon por el nuevo disco y el de Sarah simplemente no me importó.

Things Have Changed ; ryden [parte 1/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora