17: Oportunidades en los inconvenientes ajenos.

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Con el mentón sobre la palma, miraba por la ventana el cielo anubarrado. Aunque dentro del salón de clases se estaba bien, el cristal transmitía el clima frío y húmedo que esperaba fuera. Una corriente de viento barrió las hojas que se amontonaban en el marco de la ventana y desprendió algunas del árbol que se erguía junto al edificio.

Estaban ya en septiembre. El clima era un poco impredecible, habiendo de vez en cuando algunos días calurosos que se volvían fríos, o pasaban de soleados a lluviosos en un pestañeo. El otoño se hacía sentir poco a poco, y Sehun estaba más que encantado de despedirse, por fin, del sofocante verano.

Se estiró hacia atrás y se pasó una mano por los ojos, intentando espabilar. Con ese clima se le antojaba estar en casa, enrollado en una manta, pero en su lugar debía estar ahí, en clase. Se consoló diciéndose que era ya viernes, y volvió la vista al frente. La mayoría de sus compañeros estaban durmiendo sobre sus pupitres, como Chanyeol y Jongin, mientras esperaban que la primer clase empezara, lo que sería en unos quince minutos. Giró la cabeza hacia el asiento vacío a su lado y suspiró.

Luhan llegó pocos minutos antes de que el profesor de Literatura entrara, luciendo de malhumor, cosa que Sehun ya había esperado porque hacía frío, y además, llovería. Dos cosas que su mejor amigo detestaba como nadie más.

―¿Hiciste los deberes? ―le preguntó en cuanto se dejó caer sobre su lugar.

Luhan gruñó y negó con la cabeza.―La mitad. Me quedé dormido y desperté esta mañana.

Sehun le tendió sus hojas y Luhan pinchó su mejilla, agradeciéndole con una pequeña sonrisa. El menor alejó la cara con un bufido. Últimamente se sentía avergonzado por cualquier idiotez, y terminaba por comportarse con un poco de cautela, temiendo ponerse en evidencia si no se iba con cuidado.

―¿Te pasa algo? ―le preguntó Luhan un momento más tarde, sin mirarlo, copiando rápidamente las últimas respuestas en su propio trabajo.

―No. ¿Por qué?

―Estás más callado y pensativo de lo usual. Da mal rollo.

―Soy una persona muy reflexiva ―bromeó, intentando aligerar su sospecha. A veces olvidaba lo difícil que era hacer que sus pensamientos pasaran desapercibidos para él.

―¿Seguro no hay ningún problema?

―Síp, ninguno.

Luhan alzó la vista de las hojas y lo escrutó con los ojos ligeramente entornados. No le creía nada y Sehun lo sabía. Por suerte, el profesor entró a la clase y, por la fuerza, el tema fue dejado atrás.

Dos semanas habían transcurrido desde que aceptó sus propios sentimientos.

Dos semanas llenas de exámenes y trabajos por entregar, por lo que no existió demasiado tiempo para desconocerse de las obligaciones académicas y pasársela alrededor de Luhan, lo que era bueno porque entonces tuvo la oportunidad de pensar en frío. La conclusión no cambió: Quería a Luhan, y no como a un amigo. Querer quizá fuera minimizar un tanto el sentimiento, pero se sentía más cómodo con ese término por ahora.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora