Un Hombre de Negocios [One-Shot]

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Con una sonrisa, brindó con su compañera, para luego beber el trago con rapidez. La mañana del día anterior había sido especial para esas mujeres de negocios, habían logrado vender un producto que su jefe nunca creyó que fuera posible que alguien decidiera comprar. Ese artículo era un cuadro de arte moderno, demasiado simple y típico para que una persona con experiencia en cuadros pensara comprarlo, pero al parecer alguien había sido tan idiota para comprarlo en casi medio millón de libras. Una de ellas todavía se imaginaba la felicidad gestual que mostraba, parecía que estaban con un niño de siete años con su voz aguda y su intento de sonrisa seductora hacia su compañera. Esta clase de imbéciles les hacían ganar dinero fácil, por eso intentaban que, en su mayoría, los clientes fueran de esa manera.

Al terminar el trago, la mujer se limpió con la mano el bigote de licor, observando todo el bar con indiferencia; no recordaba que esta clase de lugares se llenaran tanto en un jueves por la noche, tampoco es que fuera muy seguido, solo que las veces que había estado nunca fueron en tanta cantidad.

Volvió a pedir el mismo trago mientras su cabeza intentaba pensar cómo podían vender a nuevos estúpidos otra obra basura que no entendió cómo fue que decidieron meter al mercado. En algún instante, escuchó una vocecilla a su costado.

-Disculpe, quiero un martini seco, por favor -dijo con timidez.

El joven no parecía de más de veinte años, con una piel demasiado clara, casi completamente blanca como el color de la luna en las noches más oscuras. Además tenía unos bellos ojos marrones con matices verdes que le contrastaban armoniosamente -estos miraban la barra perdidos en su mundo-, y su cabello era oscuro en demasía, algo despeinado logrando que se viera informal. Además, sus labios eran color rosado, estaban un poco abiertos, mientras le temblaban con ligereza, mostrando el frío que hacía a estas horas de la noche fuera del local. El chico vestía un abrigo azul marino con unos jeans claros y unas zapatillas gastadas que estaban con los cordones desatados.

Aunque no le gustase, no parecía capaz de dejar de mirarlo con facilidad, a pesar de que era más joven que ella no se llevaban muchos años de edad, así que no le resultaba del todo mal hacerlo. Además, quería tocar esa piel, esa carne no le parecía ser tan fácil de encontrar con solo verla podía asegurar lo suave que era y lo fría que se sentiría al tacto. Sonaba obsesiva, sí, pero le encantaba todo lo diferente mezclado con cosas simples y comunes, como las personas.

-¿Qué miras? -preguntó el chico sonriente al ver que ella lo observaba con aquella expresión. No pudo evitar sentirse algo avergonzada ante el incómodo momento. De todas maneras su sonrisa la encandiló.

-Oh, perdón. No fue mi intención -rio bajando la mirada.

-No te preocupes. -Sonrió bebiendo el cóctel-. Además, yo estuve viéndote desde hace un rato y no tenía ni la menor idea de como acercarme a hablarte.

Un cierto rubor se posicionó en las mejillas de la mujer castaña al escuchar su declaración.

-Gracias.

-No veo por qué debas agradecerme de decir la verdad. -Volvió a sonreír-. ¿Y qué haces aquí en este bar? Nunca te vi por aquí, una persona con tu perfil la habría captado de inmediato.

-¿De mi perfil? ¿A qué te refieres a mi perfil?

-Un perfil de una mujer de negocios seria, nunca veo a una mujer con traje en estos lugares. -la observó con una mueca de diversión-. ¿Algún motivo de celebración en particular?

-Es un pequeño logro que hicimos con mi compañera respecto a nuestro trabajo, nada importante.

Su logro era realmente importante para ella, pero no podía decirle a un extraño que había logrado ganar, para la franquicia de subastas en la que trabajaba. medio millón de libras por un simple cuadro. Parecía demasiado abierto con desconocidos, todo lo contrario a ella.

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