Capítulo 3: Las habilidades secretas

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LAS HABILIDADES SECRETAS

Al día siguiente de comprar las plumas y papeles importados en el mercado, era un día aparentemente normal salvo por una objeción, padre no estaba pero esta vez, llevaba más de 3 días fuera algo era extraño pero creí que no habría que darle mucha importancia, pero madre, se estaba preocupando aunque no dejaba mostrar sus sentimientos.

Era el año 1478, para aquel entonces mi hermano crecía y aprendía rápido, ya tenía 2 años desde su nacimiento.

Yo me encontraba con Federecci cerca de una iglesia, en realidad, nosotros habíamos crecido juntos de no haber sido porque Federicci era el mayor de los hermanos pero solo me sacaba 2 años una diferencia que casi no se notaba porque era de la misma estatura que él, medía 1,72 aunque en la población de Venecia me sentía como pájaro fuera del agua ya que eran algo más altos que yo.

Mi hermano Federecci y yo compartíamos las mismas habilidades, estábamos siempre haciendo carreras y trepando por todo tipo de azoteas, algo poco usual en nosotros porque éramos los únicos que lo hacíamos, más de una vez llegaron a decir que estábamos locos.

-Hermana, ¿Te hechas una carrera conmigo hasta lo alto de esa catedral?.-Miro sonriente ya que sabía que no lo había a rechazar pero había un inconveniente, mi hermano era lo suficientemente ágil para alcanzarlo, en cambio a mi, me quedaban clases por aprender.

-¡Claro!, probablemente gane yo.-Reí aunque mi risa no sonó muy convincente.-

Comencé a corre a toda velocidad, empecé a escalar por delante de la catedral, era algo difícil agarrarte pero teníamos la suficiente habilidad para hacerlo sin que nos escurriéramos y cayésemos al suelo.

Me fui agarrando de cada uno de los salientes, mientras veía que Federecci estaba casi en lo alto y yo en la mitad de ella, pensé: "Puedo hacerlo, se que puedo, soy igual que él", pero en realidad llegué la última y me costó muchísimo subir.

Una vez en lo alto Federecci me tendió su mano para que subiera, se veía toda Venecia y eran unas vistas hermosas, prácticamente nunca la había visto así para mi, eso ya era un sueño cumplido.

-Hermanita te queda mucho que aprender, pero desesperes, eres buena y seguro que lo conseguirás en poco tiempo, solo te hace falta ser más ágil.-Él puso una sonrisa de ánimo y de apoyo.-

-Lo se pero quiero llegar a ser como tú y como padre.-

-Tú ya eres como padre y como yo pero tranquila hermanita, confío en ti y se que lo harás muy bien.-

Él no paro de animarme en el tiempo que estuvimos en lo alto de la catedral, estábamos sentados mirando el horizonte, la gente que pasaba se veía extremadamente pequeña.

-Hermano, ¿Puedo preguntarte algo?.-

-Claro hermana, dime.-

-¿Por qué tienes estas habilidades?, y, ¿Por qué padre siempre está fuera?, intente conseguir respuestas, pero no conseguí niguna.

-Bueno hermana eso es algo muy simple cada persona nace con un don y bueno este es el mio y con respecto a padre, su trabajo le ocupa mucho tiempo por eso siempre está fuera.-

Federicci intento saltarse el tema y desviar mis preguntas pero, cada movimiento suyo, era una respuesta, se veía incómodo con esta situación él pensaría que nunca le preguntaría pero no fue así.

-Bueno Sofía creo que va siendo de volver a casa, ¿No crees?.-

-¡Claro!.-

Baje detrás de mi hermano pero en esa ocasión, pude ser más rápida y ágil que él.

-Te hecho una carrera a casa-

-¡Vale!, todo apunta que estaba vez si que ganaré yo.-Reí y salí corriendo a toda velocidad esquivando a las personas que allí andaban, sin querer me choqué con un guardia que allí se encontraba.

¡Alto a la guardia!, ¿Qué hace una señorita como vos corriendo a toda velocidad de noche?, no podéis estar aquí así que largo si no queréis que crea que habéis robado algo.-

-Lo siento.-Tuve que andar normal para que el guardia no llamará a madre ni a Federicci, no quería ponerlo más problemas de los que ahora tenía, me hallaba a pocos pasos de mi casa cuando vi una sombra por detrás de mi, era aquel hombre con armadura que había llegado a ver el día del mercado, pero, tenía una mano en el abdomen parecía herido, tras unos instantes desapareció.

"Mi mente me habría jugado una mala pasaba lo más seguro". Eso pensé pero tampoco llegué a creer que era presagiaba algo malo que ocurría en poco tiempo.

Llegué a casa y vi a Federicci y madre con caras de preocupación no pregunte el motivo, prefería no ponerles peor de lo que ya estaban así que, me fui a jugar con Fernando, estaba jugando a un juego de madera que padre había fabricado con sus propias manos.

-¡Fernando!.- Lo cogí despacio en mis brazos, le mire a los ojos y rocé mi nariz con la suya.

-¿Te gusta el juego que hizo padre?.- Él me sonrió parecía que siempre que hablaba algo lo entendía y respondía de la única forma que sabía por signos, aún no sabía hablar pero aprendía rápido, me puso sus manos en mi rostro, tenía unas manos diminutas pero eran suaves y muy delicadas, comencé a jugar con sus dedos.

Dejé a Fernando en el suelo para que siguiera jugando, y fui a la despensa a por agua, tenía sed, había corrido mucho y subido por una altura muy elevada y eso podría notarse.

Después de haber bebido algo de agua, fui al despacho de padre, la nota estaba arrugada tirado en el suelo, algo habría pasado pero no iba a averiguarlo porque los planes de padre que también deberían de haber ido, se frustraron en una milésima de segundo.

Bendecida por las sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora