La inocencia

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Disclaimer: Los personajes aquí presentes no me pertenecen, sino a sus respectivos autores (SEGA, Sonic Team, TMS, etc.)

La bendición de un ángel

Capítulo único: la inocencia

Todo aquél escenario se le presentaba de una manera tan... extraña y distante que no lograba entender del todo la dinámica de la situación, y mucho entendía las razones por las que se encontraba en un juicio oral, frente a un jurado que lo miraba despectivamente, un fiscal que exponía hechos que apenas entendía del todo y una Rouge que se encontraba tan nerviosa que dudaba que fuese ella.

El secretario de la corte presentó al juez, al jurado y al fiscal. Juraron decir sólo y nada más que la verdad, un acto de solemnidad que Shadow dudaba con creces que lo estuvieran haciendo de en serio. Él, ajeno a todo el contexto, se preguntaba cómo era posible que hubiera llegado a tamaña situación.

El juez dio comienzo a sesión y el fiscal presentó los hechos con cuidado y el erizo intentaba encontrarle el significado a cada palabra que salía de esa boca.

—Estamos aquí para proceder a esclarecer los hechos que ocurrieron en la colonia espacial A.R.K. hace cincuenta años atrás —tomó aire—, donde el señor Abraham Tower (*) acusa al erizo Shadow the hedgehog por el asesinato de la señorita María Robotnik, encontrada muerta en las instalaciones de dicha colonia.

— ¡Objeción! —gritó Shadow, desconcertando a toda la multitud. Rouge, su acompañante, lo jaló del brazo y lo fulminó con los ojos.

—Señor Shadow, no tiene permiso de hablar en este momento —lo regañó el juez—. Ya se le dará la oportunidad. Deje al fiscal terminar de presentar los hechos —el de ojos rojos gruñó y se cruzó de brazos, fastidiado.

El fiscal terminó por decir que la fiscalía poseía pruebas acerca del asunto e instigaba a los miembros del jurado que, por favor, juzgaran todo el acto de la manera más imparcial que sus almas pudieran. Éstos, que eran cerca de ocho personas, no dejaban de escribir y prestar atención ante el más mínimo detalle. Una vez que finalizó, ambos abogados, el defensor y el del demandante expusieron sus puntos de vista: el de Abraham, siendo el comandante de las fuerzas de la G.U.N., mencionó que tenía pruebas de sobra y suficientes para acusar a ese erizo de asesinato, que no le cabía duda de que lo que su cliente argumentaba era verídico; por otro lado, el abogado de Shadow (Rouge y su compañera Topaz se encargaron de encontrar uno muy bueno), defendío la versión que consideraba errónea y le aseguraba al jurado que era todo un malentendido, que Shadow no había sido el autor del crimen por cual se lo acusaba.

A todo esto, el erizo estaba harto de tanta parafernalia humana, hablaban demasiado y le parecía innecesario todo ese asunto. La murciélago le pidió paciencia, que era primordial y que tenían que acatarse con la leyes que los humanos habían regido. De no haber sido por ella, seguro habría atacado a todos y mandarlos a volar de un golpe, pero sólo suspiró con mucho fastidio y con el ceño fruncido.

Ahí, recién, el juez le concedió la palabra a Shadow, quien se puso de pie, golpeó la mesa con odio y lo miró con enojo al que comandaba la sesión.

— ¡Yo no maté a nadie! —Vociferó con ímpetu—. ¡Y mucho menos a María! ¡Ella era mi amiga! ¡Estos —y señaló al comandante—, fueron y atacaron la colonia, y la mataron! Pregúntele y verá —Rouge, muy nerviosa por no poder contenerlo como quería, estaba con todos sus sentidos a flor de piel. El jurado empezó a murmurar, al igual que el público, y el comandante de la G.U.N. golpeó la mesa con ira.

— ¡Orden! —Gritó el juez con fuerza y todo volvió al sepulcral silencio—. Señor fiscal, ¿tiene pruebas que aportar al jurado? —el nombrado asintió y pidió permiso de mostrar la primera prueba: un viejo rifle automático.

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