Once

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Querida Nadia:

Me dolía verte llorar, verte derramar lágrima tras lágrima. Las semanas siguientes te acompañé a todas partes, llego un momento en el que nos detuvimos a mitad del pasillo y me miraste, muy dentro de mi supe que no me gustaría lo que dirías a continuación y así fue.

Me dijiste que no era necesario seguirte, que no tenía la obligación de estar cerca de ti como si te fueras a romper en cualquier momento. Que no querías mi lastima.

Esas palabras me sentaron como un puñetazo justo en el estómago, dolieron más que si me hubieses dicho que no me querías de la forma que en yo lo hacía.

No te tenia lastima Nadia, solo quería estar cerca de ti y servirte de apoyo, quería hacerte sonreír, alegrarte un poco, verte reír.

Te confesé que desde la primera vez que nos vimos quise acercarme a ti pero que no sabía cómo, que no he dejado de observarte desde mi asiento al final del salón.

Por un momento pensé en confesarte mis sentimientos también, pero no lo hice pues no era el momento para ello. Que me abrazaras pidiendo perdón por la forma en que me trataste, se sintió tan bien, tan justo, tan necesario...

Tu pequeño y menudo cuerpo encajaba perfectamente, como una pieza de un puzzle en el lugar correcto, se sentía como que fuiste destinada para ocupar ese lugar, allí entre mis brazos y tu rostro enterrado en mi pecho.

No tenía nada que perdonar, pero ¿Sería mucho pedir que confiaras en mí y me dijeras aquello que te afligía? Nunca te dejaría Nadia y puedes estar segura que haré todo lo posible por verte sonreír otra vez.

Att: Blake

Lo que escribí para ti en mi Cuaderno [AEL#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora