Capítulo 1.

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Las mismas pesadillas, los mismos temores, la misma vida llena de preocupaciones


Otra vez más, y era de esperarse; había sido despertada entre mis gritos por aquellas aterradoras pesadillas. Realmente, jamás he tenido idea de que fueran alguna premonición, pero, acostumbran tener la misma escena, de todas formas el paradero de mi padre es un verdadero misterio, y el simple hecho de que esté vivo me llena de rabia y coraje, aunque muy en el fondo desearía haberlo podido conocer.

Miré el reloj, el cual indicaba que eran las 6:00 am, tenía que estar en la escuela dentro de una hora, tiempo suficiente para arreglarme y desayunar, aunque claro, normalmente no desayuno algo digamos... "Demasiado fuerte para tantas horas", habría que hacerlo así que da lo mismo. Me levanté y me duché, tardé varias horas haciéndolo, aún pensando acerca del sueño, y tratando de entender por qué es tan repetitivo »¿Cuántos más habrían que pasar para que pudiese superarlo?« Tal vez dos, tal vez tres, yo ya llevaba soportando aquella aterradora historia desde que tengo memoria.

Bajé a desayunar después de haberme cambiado, me esperaba un desayuno que mejorara la terrible mañana que acostumbro tener, sin embargo, eso era imposible ya que Richard se había adelantado y ya no estaba en casa para comer conmigo. Y como ya mencioné antes, viviendo de "acogida" en la familia de mi primo, lo menos que podría esperar sería que me dieran solo una vez de comer al día para poder financiar, pero no era así, tres comidas y todas muy pobres, aunque bastas desde mi punto de vista (jamás he sido del gran atasque, mi físico no me dejará mentir). Al final, subí a cepillarme los dientes una vez más, asegurándome de haber secado hasta el último extremo de mi cabello, me miré al espejo por un momento, sólo que no me estaba viendo a mí como tal. Veía a una niña en el espejo, la misma niña de mis sueños, aquella niña que perdió a su madre cuando nació, jamás conoció a su padre y probablemente no esté consciente de todo lo que tendrá que soportar al tener un futuro como el presente que está viviendo la actual yo.

<...>

La escuela había sido relativamente tranquila, para mi buena suerte Elena no había asistido a clases, y al menos, me ahorré un par de golpes y humillaciones, eso sin contar el saqueo de mi comida para el receso. Se preguntarán quién es Elena, bueno, es algo difícil de describir a una persona a la que prefieres poner menos atención en su actitud y más en sus puños, para evitar que estos golpeen tu diminuto rostro. 

En fin... De lo poco que he llegado a saber de ella; su padre golpeaba a su madre, no tiene hermanos, supongo que ha de tener bastantes traumas psicológicos e interfamiliares por lo antes mencionado, es bastante fría, ruda, y a excepción de varías bravuconas que se basan en una pandilla, ella no tiene amigas ni nadie a su lado cuando realiza sus actividades cotidianas, y con esto me refiero, humillar a todos, >Especialmente a mí<. 

Por un lado, siento que ella solo necesita desquitarse con alguien, y yo vendría siendo algo como "la víctima perfecta y vulnerable", aunque por otro lado, no dejo de pensar que ella llegara a tener envidia de mi desempeño académico, y resalto ACADÉMICO, ya que, absolutamente nadie en su sano juicio tendría envidia de mi vida personal. Al final, que hubiese faltado se convertía en una ventaja para toda la clase.

Las últimas horas del colegio estuvieron demasiado aburridas, jamás me llamó la atención la historia de panem, o la teoría de otra posible rebelión que acabaría con toda la nación en un futuro no tan lejano. Supongo que el presidente habría ordenado que esta materia se impartiera en todos los distritos y en todos los cursos, desde la rebelión, hay cierto afecto notorio de que su indiferencia ha ido aumentando, y posiblemente su odio hacia los distritos también.

La campana sonó. El sonido fue como una ráfaga de ondas vibratorias completamente agradable para mis oídos. Suspiré con intensidad, tomé mis cosas y me retiré de aquel sitio.

Estaba ansiosa por llegar a casa y contarle a mi primo que probablemente la chica que me molesta había contraído un resfriado, por lo que se ausentaría al menos unos dos días más. Relativamente, el día había estado bastante tranquilo. De no ser por la fecha.

Por supuesto, al salir de la escuela pude notar que las calles estaban tan vacías como un desierto, y el ruido en el distrito se había reducido a lo más mínimo posible. Era tan notorio, que incluso escuchaba el taconeo de mis zapatos contra el frío suelo de cemento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Mañana era el día de cosecha, y no me imaginaba lo terrible que me la pasé el año anterior, cuando seleccionaron a una chica de mi clase para participar de los juegos, sin duda alguna, una terrible pena invadió mi cuerpo. No obstante, fue otro año más en el que el distrito siete no lograba salir victorioso de aquella competición.


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