II

375 25 8
                                    

"Tu puedes, has logrado todo lo que te haz propuesto y mira donde estas" Después de consolarle, soltó un intangible lamentó en mi hombro. Sacándome un suspiro por el hecho de que apenas un choque de su contextura con la mía, despertaba mi lado amartelado.

"Lo se, gracias por recordármelo" Sonreíste, aunque no pude comprobarlo, pues no tenia tu rostro a la vista.
Era casi imposible de creer, pero mi esfuerzo e insistencia de semanas pasadas ya se te había vuelto costumbre.

"Siempre voy a estar para aseverarlo"

Asegure admirando desde mi campo de visión la magnifica escena del Rio Hudson a tu lado. Llevaba ya una vida pasando en la camioneta familiar junto a mis hermanos de camino a casa a ver el cielo de noche en ese lugar, tan característico de vistas turísticas. Y sin embargo, era la primera vez que al olisquear tu aroma a menta y jazmín, la noche congestionada por una metrópolis, se veía completa.

Luego de eso, ya mas avanzada la hora, tuve una inconmensurable recompensa. Me pediste que te acompañara a casa, pues la obscuridad te representaba desasosiego si estabas solo. Y sentí que, aunque fuera un penique, había aumentado nuestra cercanía.

1032 Lexington Avenue, New York, NY.
No se me olvida.

A unas siete cuadras del Joe's Café, en donde siempre te detenías a conseguir tu americano bien caliente. En donde te vi por primera vez, otro de mis secretos también guardado como tus mismos sentimientos hacia mi.

Esa noche, apenas de habernos frecuentado, si es que mi desafortunado ser lo denominase, pude descubrir las paredes que albergaban tu físico. Las mismas que te admiraban en privado, junto a Comme Des, tu diminuto caniche marrón, quien sufría de la adorable dicha de dormir en tu abrazo.

"Deberías volver a tu casa" Dijiste una vez comprendiste lo que habías hecho. Ahora vendría a darte los buenos días.

"¿No me invitaras a quedarme?"

La sátira en tu sonrisa fue mi respuesta. Di la vuelta para cruzar por la puerta de tu apartamento.
"Buenas noches Minho"

Y con eso había terminado su escrito por ese día. Así estaba redactado con puntos y comas bajo la fotografía. Estaba dichoso de observar  en sus palabras todo justo como había sido en realidad, exactamente como lo contaba.



Todo comenzó el día que nos mostraron ese video promocional para aprender ingles en el extranjero. Yo tenia algunos diez u once años. Y al ver la estatua de la libertad erguida con orgullo representando a su cuidad, me enamore.
Nueva York. Lo leí para mis adentros cuando llego la introducción a los cursos que había en ese lugar.

Recuerdo haberle insistido a mis padres día y noche con tomar las clases. Estaba dispuesto a mejorar mis notas, vender limonada, incluso había aceptado afiliarme a mi prima Yoona y su tropa de scouts para sacar un poco de dinero.
Pero estos se negaron una y otra vez. Un sueño pausado, lastimosamente, pero no olvidado.

Luego descubrí que me gustaba la alta costura. Eso fue algo mas simple de reconocer, se me notaba el interés por las telas y sus cortes. Pronto, también estuve insistiendo en que a eso quería dedicarme.
Mama decía que tenia el talento nato; cuando escogía sus vestidos para cenas de gala, siempre resultaba ser ella la que más destacaba de entre todos en el lugar, junto a mi padre, por supuesto.
Pero...siempre había un pero. Era difícil convencerlos. En eso si necesitaba especializarme.
Estar en constante acoso por parte de mis conocidos se había vuelto tan cotidiano como ir a clase. Mis padres en numero uno, seguido de el resto de mi familia y amigos. Incluso mi hermano mayor, quien predicaba su suerte de tenerme como pariente, me lo expreso alguna ocasión.

A la orilla de Nueva York (Minkey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora