"Eres el amigo más viejo que he tenido, sin embargo te encuentro más interesante que muchos jóvenes. No quiero que te vayas" Musita despacio la pelinegra con voz entrecortada y apagada lejanía, demostrando dolor. A pesar de que, por su elección de léxico parece una ofensa.
"Tu la más joven" Pause tomando aire mientras veía su exquisita figura ahora encogida. Sentí mis labios temblar mientras formulaba una cerrada sonrisa "Vendré en otra ocasión, todavía me gusta la cuidad"
"¿Cuándo? No demores tanto, si apenas y nos conocimos" Reprocho ya más vivaz.
"El año siguiente, estaré de vuelta en unos meses tan solo".
Y volvía a soltar el aire contenido con pesadez y aciago. Era evidente que ella no deseaba mi partida. Pero ya había estado mucho tiempo lejos de casa. Necesitaba volver y recargarme. Tres semanas y media en la cuidad que nunca duerme me había provocado ojeras abombadas y una gran pila de cansancio acumulado con el que ya no podía cargar. Debía estar en un sitio más apacible, donde pudiera respirar aire limpio.
Ya no era fácil como de joven, ahora el descanso no era lujos, si no una necesidad."Ha sido una suerte encontrarle. Jamas pensé que nos volveríamos cercanos". Soltó retomando las formalidades meramente por tratarme con respeto.
"Y un gozo para mi. Yo que creía que los jóvenes y los viejos no podían llevarse bien. Has cambiado uno de mis estándares sobre las personas y eso, sin lugar a dudas, no lo logra cualquiera".
"Voy a extrañarle Señor Kim"
Así nos dijimos adiós esa noche. Con una sonrisa oculta entre los pliegues de su boca, que me revelaba que esperaría para verme lo que fuera necesario.Entre a la casa de mi hijo ligeramente abatido, no muy convencido todavía de terminar mis valijas para despertar al amanecer y despedirme de mi familia.
Nunca había sido una ocasión de celebrar. Los rostros sombríos y el sepulcral silencio del lugar servían tan solo como amonestación a lo mismo. Estaba a punto de irme una vez más.
Y justo cuando estaba arrepintiéndome de reservar clase premier en la aerolínea esa semana que recién se iba, me acogotaba la misma sensación de siempre en estas mismas circunstancias.La vida sigue, yo no puedo cambiar eso. La distancia fue algo que elegimos, con lo que además estamos conformes. Cada quien por su lado, independientes, como siempre lo ha sido.
Así mantenía la cabeza en alto.Abrace una ultima vez a las menores con todas mis fuerzas. Quise prometerles verlas para sus próximos cumpleaños, pero preferí no asegurar nada que luego se me dificultara satisfacer.
Joongki y Naeun educadamente me ofrecieron su preciosa casa como hospedaje para mi próxima visita, y con otro abrazo de nostalgia y dramatismo amainado me separe del matrimonio listo para volver a mi lugar de natalicio. Un pintoresco y sosegado vecindario, lugar elegido por los gustos de los dos, en donde actualmente solo estaba yo, y un pequeño gatito plomizo de la casa de en frente que en días me hacia compañía.Justo daba mis primeros pasos hacia la terminal indicada en mi boleto, cuando la suave y esponjosa mano de la mujer cercana a mi edad me detuvo. Choi Sulli había llegado justo a tiempo para un bonito Adiós. Como me hubiera gustado verla por más tiempo, pero ya no era momento ni de abrumarme por el no cometido.
"¿Cómo te atreves a no haber reservado una tarde para nosotros, Kim Kibum? Creo que la próxima vez tendré que robarte para que me des unas horas de tu recortado tiempo" Bromeo al oído en un abrazo que me sacaba el aire. Debía de admitirlo, Sulli me quería en extremo, y era en las veces que me sofocaban sus contactos, que me daba cuenta de cuanto.
ESTÁS LEYENDO
A la orilla de Nueva York (Minkey)
Fanfiction"Disculpe, Señor ¿Puedo hacerle una pregunta?" Se dirigió a mí la joven de unos veinte años. "Por supuesto" Asentí amablemente. "¿Cuál fue la primer fotografía que capturó de usted?" La sonrisa de la chica me transmitió calides al cuerpo, y en mi m...