Capítulo 1: Chispas, mentes y visiones

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-¿Por qué solamente quedamos nosotros? -Preguntó Iván- ¿Les habrán secuestrado?

-O probablemente hayan muerto como ha dicho Don Ignacio -Respondió Tomás.

-No -Dijo Carlos con tono exaltado- Si ha sido culpa del experimento no les ha podido pasar nada, ya que nosotros seguimos aquí

En ese instante entró el profesor y todos se sentaron en sus sitios.
Don Ignacio seguía con cara de preocupación y dijo: - Ahora teníais química con Don Fidel, así que como no está, ¿Ponemos alguna película? Tengo una en el despacho y así, de paso tengo más tiempo de solucionar el problema de las desapariciones. Carlos, ¿Me ayudas? -Don Ignacio vino con la película y se la dio a Carlos.

Carlos es un chico delgado, y con el pelo castaño (sí otro más), tiene los ojos verdes, y aunque sea un friki, no lleva gafas. Es un crack de la informática y tiene una gran capacidad mental para aprenderse diferentes códigos, y la verdad, no se le da nada mal.

Carlos cogió el DVD y encendió el ordenador. Tardó un par de minutos en encenderse la pantalla, mientras tanto se encendía el proyector, y bajaba la pantalla de proyección, colgada de la pared. Al fin se acabó de encender el ordenador, pero cuando intentó apretar el botón para abrir el DVD, este le soltó una descarga eléctrica. Todos se levantaron para ver qué pasaba. Carlos tenía unas quemaduras en las yemas de los dedos y del ordenador salía humo, y estaba prácticamente chamuscado.

Don Ignacio entró por la puerta y vio el humo que salía del ordenador y a todos rodeando a Carlos. Fueron rápidamente a por el botiquín del baño, mojaron los dedos con agua fría, a Carlos se le notaba cara de sufrimiento. Le echó una pomada para las quemaduras y le vendó la mano. Nadie sabía cómo pudo producirse semejante descarga, todo era un misterio.

Salieron al recreo, todo el mundo estaba en las pistas, jugando a baloncesto, fútbol, y otros deportes, pero ellos se fueron a la zona sur, algo más tranquila, con árboles y vistas a la ciudad. Carlos seguía dolorido, pero se le notaba mejor cara. Se sentaron en el bordillo del césped y comenzaron a hablar.

-¿Tanto he saltado? Seguro que estáis exagerando -Dijo Carlos

Todos rieron y afirmaron con la cabeza

-¿Seguro que no te has dado en la cabeza? -Preguntó Mario- ¡Por que tienes la cara desfigurada!

Volvieron a reírse, esta vez más alto y con más fuerza, todos, menos Saúl. En sus ojos marrones se notaba la blancura y palidez del terror. Estaba mirando al horizonte y parecía no inmutarse con nada. Al parar de reírse se dieron cuenta y le empezaron a preguntarle qué pasaba, pero no respondía. En su cara se veía que estaba aterrado, se notaba el sudor frío en su frente, y no parpadeaba. De repente volvió en si, hiperventilando consiguió decir unas palabras.

-Lo... lo he... visto todo..., no...nooo...

En ese momento se levantaron de un salto y le miraron con asombro. Saúl se levantó con la ayuda de los demás y consiguió mantenerse en pie. La única pregunta en las mentes de todos era qué había visto.

Entonces, Saúl dijo: - He visto con otros ojos

Nadie entendía a qué se refería entonces lo explicó.

-He podido ver lo que estaba viendo otra persona, no me lo puedo creer. Estaba en una sala cerrada y podía ver varias sombras al lado mía. No podía distinguir lo que estaba viendo, hasta que se puso las gafas, había varias personas sentadas en el suelo, al igual que yo. Todos estaban atados con unas cuerdas en las muñecas y en los tobillos, todos ellos..., ¡eran nuestros compañeros de clase! No pude distinguir al que me puso las gafas, pero pude ver que tenía una marca en la mano, un rayo.

Nadie habló por un par de minutos mientras volvían a clase, tenían una pista de dónde podrían estar sus compañeros y fueron directos al despacho de Don Ignacio. Cuando se enteró se quedó con la cara blanca, pero nadie se preguntaba todavía, cómo podía haber visto eso, hasta que Víctor lo preguntó y comenzaron a unir hilos, ¿es posible que estuvieran desarrollando superpoderes?

El miércoles por la mañana, a las 6:30, en casa de Mario todos se despertaban para ir a estudiar. Mario es de familia numerosa tiene cuatro hermanos y tres hermanas. Él es el menor de sus hermanos, es pelirrojo y con el pelo en cresta, deportista y empollón al vez. Ese día se sentaron en la mesa para desayunar, al igual que todas las mañanas, cada uno cogió su taza de leche, unas galletas y un zumo. Todos parecían dormidos pero los más mayores se tomaron un café porque en bachiller empezaban la semana de exámenes y salieron corriendo de casa. En la mesa empezaron a hablar de lo que iban a hacer ese día y poco antes de acabar el desayuno se callaron. Sin embargo Mario habló.

-Sí, hoy hace un poco de frío la verdad

Los hermanos se extrañaron pero se quedaron callados y Mario volvió a responder.

-Pero, ¿qué decís?, si sois vosotros los que estáis venga a hablar

Se levantó de la silla y dijo: - Vale llamadme loco, pero me voy al insti sin vosotros, adiós -Salió por la puerta y fue directo a su instituto.

En mitad del trayecto se encontró a Tomás ya que solían ir juntos, y empezaron a comentar las desapariciones y las cosas extrañas que habían sucedido durante esos días. Cuando se callaron, al igual que en el desayuno, Mario habló.

-La verdad que a mi también me gustaría tener superpoderes

Tomás se giró y le preguntó: - ¿Cómo sabías lo que estaba pensando?

-Pues, porque lo has dicho en alto, igual... - Dijo Mario con tono de vacilación

Tomás le contradijo y se dieron cuenta de que es lo que estaba pasando, y fueron corriendo al instituto para contárselo a sus amigos.

Al llegar Mario les hizo una pregunta a todos a la vez

-Pensad en vuestro color favorito -Dijo Mario y después respondió a cada uno- Rojo, verde, amarillo, rojo, y azul, ¿Verdad?

Todos se quedaron asombrados con la nueva capacidad que tenía Mario y quiso complicarlo un poco más.

-Pensad en un número, cualquiera -Y después respondió- 12, 675, 0, 12.854 y... ¿z?, eso no es un número Carlos

Carlos se quedó pasmado y preguntó cómo lo había adivinado, todos ellos se dieron cuenta de lo que estaba pasando y le empezaron a preguntar sobre cómo había descubierto esa nueva capacidad y si ellos también podían tenerla, pero él empezó a respirar rápidamente, se tapó los oídos y a punto de llorar gritó: - ¡PARAD DE PENSAR!

Todosse callaron, pero Mario se cayó al suelo, aterrado, en posición de bola,tapándose los oídos y dijo: - Son demasiadas voces en mi cabeza, ¡HAZ QUE PARE!

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