New York, 2016.
Grace's point of view.
Abrir los ojos es cosa de todos los días. Pero cumplir veintitrés, no lo es. ¡Joder, cada vez más anciana! No lo puedo creer, hoy es mi cumpleaños, como cada obvio año. Sin embargo, hoy es un día especial. Hoy haré trámites en Inglaterra para vivir allá, un sueño del que toda mi vida he estado enamorada hoy se hará realidad; vivir en Penny Lane. El sueño de vivir en Penny Lane surgió hace diecinueve años por un regalo que marcaría mi vida para siempre. Sí, recuerdo mi cumpleaños número cuatro, mis padres me organizaron una gran fiesta, globos por doquier, pasteles, dulces, regalos... ¡Todo lo que un niño podría desear! Pero entre todas aquellas maravillas para alguien de tan corta edad, había algo pequeño lo que llamó la atención de mi vista; un disco. Un disco blanco, el cual iba transportado en las manos de mi tío-abuelo Anthony. Era simplemente interesante, a mi edad me encantaba explorar en cualquier objeto. Y aquel disco, era el blanco perfecto. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia donde estaba el Tío Thony, como siempre le he dicho de cariño. Mis ojos brillaban de tal manera que creí deslumbrar a cualquiera que dirigiera sus pupilas a mi vista. Al llegar a mi amado Tío, mantuve mis ojos sobre su mirada, aquellos hermosos ojos verdes enmarcados en un café claro, cuya mirada en ocasiones era tanto verde como azul. Mi gran sonrisa se hizo aún más grande al ver cómo aquellas manos se acercaban a mí con el disco entre ellas, no cabía en mí la emoción y tomé el disco jurándome que lo cuidaría como a mi vida, y me lancé sobre mi amado Tío Thony.
—Espero que te haya gustado, cielo —susurró en mi oído luego de plantar un beso en mi frente.
Desde ese día viví siempre aferrada a él, cuestionándolo todo el tiempo acerca de The Beatles. Preguntas que tal vez podrían llegar a ser hartantes, sacar de quicio y hasta provocar aburrimiento. Pero nunca noté en mi Tío que se hartara de mis preguntas, hasta creo que lo disfrutaba.—Happy birthday to u, happy birthday to u, Happy birthday my hunny, Happy birthday to u —la voz de mis padres me sacó de mis pensamientos, mamá entró a mi habitación con un gran pastel, después de ella, mi padre con una cajita azul entre sus manos, enseguida corrió a mí dándome un cálido abrazo, provocándome que me sintiera la persona más feliz del mundo. Colocó la caja sobre mis manos y puso las suyas sobre mis ojos, impidiéndome ver.
—... ¿Qué haces, padre? —dije entre risas.
—¡Feliz cumpleaños, cielo! —quitó sus manos y me encontré con un pastel que tenía una oblea con la imagen de The Beatles. La emoción no cabía en mi pecho, una rara sensación recorrió mi piel a tal punto que me erizó completamente, sonreí como una tonta, pues ver ese tipo de regalos alegraba mi día, iluminaba mi día. Y aunque recibir obsequios que tenían a The Beatles como insignia era algo peculiar, esto superaba mis espectativas. Ver que mis hermosos Beatles están en un pastel especialmente para mí provocó que una lágrima de felicidad saliera de uno de mis ojos, a lo cual mi padres reaccionaron con más lágrimas. Pero noté qué tales lágrimas contenían dolor... Tristeza. No sólo orgullo, felicidad, sino una melancolía difícil de explicar. Ver cómo expresaban su tristeza con llantos provocaba un sentimiento similar al que me provoca cada 8 de diciembre y 29 de noviembre. Porque, ver lágrimas de amor provocan una linda chispa de alegría dentro, muy dentro del alma y el corazón. En cambio, éstas lágrimas no. Éstas quebraban mi alma y el dolor era profundo, el dolor resonaba.
—Sopla Your Beatlecandle —dijo Papá encendiendo una vela con la silueta de Paul McCartney. La sexy silueta de Paul McCartney. Sonreí, cerré los ojos y soplé. Deseé con todas mis fuerzas poder abrazar a mis pequeños John y George, uno de mis tantos sueños.
—... Tendrás una nueva vida, y duele saber que nosotros no podremos estar en ella —dijo mi madre sollozando mientras acariciaba mi mejilla.
—¡Eso no es cierto! Ustedes siempre estarán conmigo, jamás los abandonaré —tomé la mano derecha de mi padre y la mano izquierda de mi madre—, nunca los abandonaría —dije sonriendo.
—Pronto entenderás lo que te dice tu madre, cielo, te vamos a extrañar demasiado, hasta me sentiré joven al verte de nuevo por primera vez —respondió papá acariciando mi mano con su pulgar. Me confundió un poco lo que dijo Papá, pero en fin, todo lo que dice al final del día tiene sentido. Algunas veces.
—Abre tu regalo, querida, te fascinará —desvió el tema Mamá dando pequeñas palmadas en aquella cajita azul, con una sonrisa en su rostro. La miré y sonreí. ¿Cómo no hacerlo? Su perfectamentr curveada sonrisa era contagiosa, sólo de verla, alegraba tu día. Tomé el obsequio y quité la tapita que cerraba, mi emoción no cupo en mi cuerpo, era tanta que salió en un grito, pues era una fotografía de The Beatles autografiada por cada uno de ellos, ¿habré hecho algo bueno en otra vida para merecer tal bendición? No habían palabras para describir, era simplemente... Perfecto. Lloré y lloré acariciando la fotografía, la que será desde ahora mi más preciada posesión. Y sonreí. Sonreí de felicidad al saber que tengo entre mis manos algo que pasó también por las manos de Los Beatles.
—... ¡ES EL MEJOR DÍA DE MI VIDA! ¡GRACIAS PAPÁS! —solté en un grito.
—No nos agradezcas a nosotros, agradécele a tu Tío, fue él quien guardó este obsequio durante años para ti.
—¿En serio, Mamá?
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Caída al pasado.
Fanfiction"En otras noticias, Grace Bailey de 23 años de edad, ¿cómplice de un futuro plagio en Londres? Fuentes aseguran que esta chica es un peligro inminente para Inglaterra, pues se dice que con su llegada a la famosa calle 'Penny Lane' ha traído consigo...