La mente de Helena se colapsó ligeramente en el momento en que, tras quedar con Carlos, no vio que Rodrigo apareciera por ningún lado.
Durante los meses anteriores, no había conocido otra cosa que no fueran aquellas quedadas entre los tres. Se había acostumbrado a ellas, a la vez que, como ya le había dicho días atrás, era capaz de soportarle. Pero una vez que comprendió que aquella tarde, aquella quedada sería solo de dos, y que esos dos, iban a ser Carlos y ella, supo que quien no estaba preparada para quedarse a solas con su propio novio.
Sutilmente, Rodrigo había sido durante todo aquel tiempo atrás, una especie de mediador entre ambos, cuando su relación estaba completamente destrozada por los múltiples incidentes ocurridos atrás. No sabían cómo habían llegado a ese punto, pero habían pasado por dos muertes truculentas que habían agitado, de manera inevitable sus vidas.
Ella había estado extrañamente ausente durante toda su "cita", mientras pensaba en el hecho de que tras muchos intentos de que Rodrigo se largara y ese momento pudiera llegar, ahora que no estaba, empezaba a echarle de menos y a preguntarse dónde estaría y el porqué de no haber aparecido. Por un segundo, creyó que quizá Carlos le habría pedido que no fuera, pero en seguida, desechó esa idea pensando en lo ridículo que sonaba.
Casi, de manera instantánea, pensó que quizá él habría colocado una excusa sabiendo que realmente, se había metido en medio de la relación demasiado y debía cambiar su actitud. Igual la conversación que habían tenido aquel día después de la "cita doble", le había hecho reflexionar. Helena se arrepintió mucho de sus palabras y lanzó un suspiro sin darse cuenta de que lo hizo más alto de lo que le habría le gustado.
Carlos pudo notarlo, rápidamente. No supo qué decir al principio, y al poco, supo que no estaba totalmente allí. Su mente estaba muy lejos de él.
— ¿Todo bien? —Fue lo único que supo preguntar, sin parecer demasiado preocupado.— Te noto ausente.
— No, nada. —Contestó ella, aún ligeramente perdida en sus pensamientos, pero sabiendo que debía cuidarse más de sus modos.— Estoy algo inquieta por mi hermano.
— ¿Daniel? —Ella solo asintió a modo de respuesta, pues era lo primero que se le había ocurrido par poner como excusa.— ¿Qué pasa con él?
— Está bastante mal desde que no sale con Sara. —Respondió escuetamente mientras dirigía toda su atención sobre él.— Realmente estaba enamorado de ella y que ya no estén juntos ha sido un duro golpe para él. Y ella no quiere escucharle, aunque sé cuánto le quiere todavía, a pesar de que lo niega.
La chica respira hondo intentando hacer todo lo posible porque él no adivine sus verdaderos pensamientos, ya que, repentinamente, vuelve a su mente el beso que habían intercambiado entre Rodrigo y ella aquella noche en el restaurante. Y de manera automática, la lluvia lo nubla todo en su mente, haciendo que recuerde el primero al lado de casa de su amiga Sara.
La vergüenza la inundó repentinamente, dándose cuenta de nuevo que a su lado estaba Carlos y no Rodrigo. Era Carlos de quien había estado tan locamente enamorada como para perdonarle las cosas más imperdonables y las situaciones más locas. Durante esos segundos, se sintió la peor persona del mundo, aunque no estaba segura de si era porque había sido ella la que había mentido, o solo por el hecho de que ese "otro" fuera Rodrigo.
Él conseguía que se sintiera extrañamente tranquila, pero a la vez, sabía que nadie era capaz de sacarla tanto de sus casillas. Solo él y en contadas veces, su hermano. Nadie más, en su vida.
Y finalmente, algo de lo que dijo aquel chico, consiguió que ella le dedicara toda su atención.
— Ah, por cierto, quiero que conozcas a alguien. Si no te viene mal, podría ser ahora.
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Bajo vigilancia.
Teen FictionDescubrir que la vida tiene sus inconvenientes puede ser un duro golpe, más aún cuando eres joven y crees que eres invencible. En esta historia, sus protagonistas se van a enfrentar a su propio destino, creyendo estar preparados y encontrándose con...