Wildest Dreams

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El cielo ya no me podrá ayudar. Nada es para siempre, con esto ya no puedo más. Él era alto, guapo y ardiente como el infierno. Estoy en el fondo y la luz no puedo ver. Sólo espero que me recuerde de pie, mirando el atardecer, usando un vestido hermoso, los labios rojos y las mejillas ruborizadas. Sus besos se fueron, pero me seguirá escuchando en sus sueños más salvajes...

            Esa mañana iniciaba el rodaje de la película. Estaba sentada en mi camerino, mi maquillista y la  estilista me arreglaban, estaba muy nerviosa pero ya quería iniciar. Me encantaba la idea de grabar en África y estar en contacto con la naturaleza. Cuándo levanté la vista, allí estaba él, igual se veía nervioso y estudiaba por última vez su libreto; en seguida, sintió mi mirada y volteó a verme. En ese instante sentí como si una parvada de aves que volaran dentro de mí; luego, bajé la mirada, tratando de fingir normalidad.

            ¡Luces, cámara y acción! Es lo último que escucho antes de empezar a ser mi personaje. Pero esta vez fue diferente, trate de ser Katheryn, pero no pude. Él tampoco había logrado ser John, me miraba profundamente. Creo que él actúa muy bien, porque en realidad me había sentir amada con cada beso que me daba. En ese momento sólo las cámaras y los reflectores notaron que no estábamos actuando.

            Grabamos escenas en lugares grandiosos. Sólo una jirafa y yo con un vestido de velo que ondulaba gracias a un ventilador; fuimos testigos de cómo un grupo de elefantes bebían agua de un río que conducía a una cascada gigante, que caía como yo, cuándo él me veía con sus ojos miel y su barbilla partida.

            Pasaron los días. Él, terminó en mi camper, nuestra ropa tirada en la habitación, besó cada rincón de mi cuerpo debajo de aquellas sábanas de seda africana. Al final hablamos un poco, lo noté angustiado cómo si hubiera hecho algo prohibido. No tomé importancia, ese día olvidó su reloj y su aroma de perfume francés impregnado en mi blanca piel.

            Faltaban pocos días para terminar y empezamos a trabajar en las escenas más emocionantes. Primero viajamos en avioneta, no necesitamos dobles, él sabía conducir, sin duda fue el mejor momento de mi vida, desde las alturas vimos las maravillas de la sabana; atardecer, cebras y leones. Todos sentían la misma libertad que él y yo uniéndonos con la naturaleza.

            Todo acabó, regresamos a la ciudad a grabar la última escena, no me sentía triste porque sabía que podíamos amarnos incluso cuándo los reflectores y las cámaras se apagaran. Pasó un mes sin verlo, estaba muy feliz y nerviosa por el estreno de mi primera película, me levanté temprano, me arreglaron con muchas joyas y un reconocido diseñador me vistió con un vestido largo con muchos cristales.

Al llegar a la alfombra roja, me sudaron las manos, el chofer abrió la puerta de mi limosina. Al bajar, las cámaras y los reporteros me aturdieron por un rato. Luego, me recuperé y lo busqué, en su dedo anular de la mano izquierda levaba un anillo y con su mano derecha sostenía la mano de su esposa. Mi corazón se rompió, pero debía demostrar fortaleza, nos tomaron muchas fotos, luego entramos al cine a ver la película. No aguanté, lo vi por última vez y salí corriendo muy rápido, con las lágrimas rodando por mis mejillas llegué a mi limosina, abrí la puerta y le pedí al chofer que me llevará lejos de allí. Al arrancar miré por el retrovisor y no estaba él.

Estoy en el fondo y la luz no puedo ver. Sólo espero que me recuerde de pie mirando el atardecer, usando un vestido hermoso, los labios rojos y las mejillas ruborizadas. Sus besos se fueron, pero me seguirá escuchando en sus sueños más salvajes...

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