Capítulo 2: Pistas y poderes

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Corrieron todos hacia las aulas y entraron en su clase. Mario se sentó en la silla, se le notaba más aliviado.

Carlos abrió su mochila y sacó unos cascos para escuchar música.

-Toma, póntelos, y así puede que no escuches las voces -dijo Carlos- yo ya no los voy a utilizar, hoy casi incinero mi móvil, así que puedes quedártelos.

Carlos y Mario se estrecharon la mano y después Mario se puso los cascos, respiró profundamente y se lo agradeció.

-Entonces que, ¿estamos empezando a desarrollar poderes? -Preguntó Mario- Primero Carlos, que parece que no puede tocar ningún aparato electrónico porque si no entra en coma, luego Saúl, que puede ver en los ojos de otra persona, y ahora yo, que escucho los pensamientos de todo el mundo. Creo que por ahí escucho algo en chino.

Todos empezaron a reír, pero se quedaron pensativos, por ahora nadie sabía que les estaba pasando y no parecía que fuese a mejor.

El timbre sonó y todos los alumnos entraron a sus respectivas aulas, hasta que finalmente el pasillo se volvió a vaciar. Ese día tenían clase de matemáticas y entró el profesor, D.Miguel, profesor de matemáticas, y tenía unos 35 años. D.Miguel no se había enterado de lo que había pasado con las desapariciones, así que tuvieron que explicárselo. Cuando se enteró de lo que había pasado, al igual que los demás no se lo creía, y menos lo de los poderes, estuvo a punto de llamar a D.Ignacio, pero Saúl le paró, miró hacia la pared y dijo:

-Espera, 3, 2, 1...

En ese instante D.Ignacio entró por la puerta, para ver que habían llegado todos, bueno, los que quedaban. D.Miguel le preguntó, si él sabía lo que estaba pasando y él le respondió:

-Sí, más o menos, tenemos a casi todo el curso secuestrado por una persona que desconocemos, la policía ya está investigando y las familias ya están avisadas -dijo tranquilamente- ¡ah!, y se me olvidaba, Carlos controla la electricidad y Saúl puede ver con los ojos de otras personas.

-Y Mario puede leer la mente -dijo Iván- por eso lleva los cascos, antes por poco se tira de los pelos de tantas voces que escuchaba.

Mario asintió con la cabeza y D.Ignacio se volvió hacia la puerta, se despidió y se fue. D.Miguel seguía sin asimilar todo lo que habían dicho, era demasiada información en ese momento, así que se sentó en una silla y les dijo que empezaran a hacer actividades. Todos abrieron sus libros por la página en la que se habían quedado.

Al cabo de un rato D.Miguel se recuperó y siguió explicando el tema. Después sonó el timbre y D.Miguel se marchó y le sustituyó D.Ignacio que además de encargado de curso, también era profesor de lengua. No se sentó en la silla, lo primero que dijo fue:

-¡Vamos!

Salieron de clase y siguieron a su profesor hacia su despacho. Al entrar vieron a un policía en una esquina y en la pared contraria había un corcho, con post-its, fotos y bolsas de plástico, con zapatos, pelos y tierra. Se dieron cuenta de porque estaban allí, necesitaban pistas y ellos tenían una ventaja.

-Os necesitamos para la búsqueda de vuestros compañeros -dijo el policía.

-Saúl, tú viste a tus compañeros -dijo D.Ignacio- ¿podrías volver a intentarlo?

-No lo sé, la única vez que lo conseguí, fue cuando descubrí que podía ver estas cosas, ahora controlo mejor mi poder. -Contestó Saúl- El único problema es que tengo que saber quién es, sino no puedo ver nada, pero lo intentaré.

Saúl cerró los ojos, se concentró y estiró los brazos para tener más espacio y estar más relajado. Estaba tranquilo, pero de repente comenzó a ponerse nervioso, abrió los ojos de golpe, esta vez sus ojos no eran marrones, sino verdes, respiraba profundamente, cada vez más rápido, un sudor frío le recorría la frente y entonces despertó. Con un parpadeo sus pupilas volvieron al color original, su piel estaba pálida, pero se mejoró rápidamente.

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