Una simple historia de amor

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Te conocí aquella mañana en el que el sol se alzaba en el cielo azul. Mi propio destino intento alejarme de ti envolviéndote en un aura y malévola que mi cuerpo rechazó.

Dichosa de ti, vanidosa y orgullosa me rechazaste en aquel momento sin podernos ni siquiera mirar intentábamos esquivarnos, pero aquella noche de luces brillantes de música y baile sinfín te volví a ver, mi alma borracha no te esquivo, al que tú, te acercaste a mi, no hablamos mucho.

Al día siguiente amanecimos los dos revueltos en las sábanas de tu cama.

Sin saber que decir, me dedique a mirar tu cuarto pintado de beige, muebles de color ébano y suelo de parqué oscuro, niña rica y consentida, pero no tonta, en una estantería, bien ordenados cuantiosos libros, mi vista leyó algunos libros, y para sorpresa mía nuestros gustos coincidían.

Te remueves en la cama, tu cabello oscuro se desparrama por la almohada, tu piel blanca como la piel, iluminada por la luz del alba parece tan frágil que temo tocarla por si se rompe.

En aquella habitación hay sitio para un piano de cola, ¿le gustará la música? me pregunte, a mi me encantaba, desde mi tierna edad, mi padre, un gran músico, me enseño a tocar el piano, en aquella mañana me apetecía levantarme y tocar aquella melodía que ponía sonido a mi infancia.

Una mano cálida se poso en mi brazo que me hizo estremecerme y aceleró mi corazón, tu abriste los ojos, un mar oscuro los inundaba, los dos estábamos avergonzados sin saber que decir.

Después de un rato en que no paramos de mirarnos, tú sonreíste, parecía que te hacía gracia el hecho de que nos hubiéramos acostado.

Ya no sabía lo que sentía, era como si aquel velo oscuro que estaba entre nosotros se hubiera disipado en ese momento, sentí a tu lado la compresión que llevaba años sin sentir.

Quería hablar contigo pero no sabía que decir, tú te acercaste a mí y te apoyaste en mi brazo, ¿sentirías la misma sensación que yo?

No te podía dejar de mirar, mis ojos se perdían en las curvas de tu cuerpo, tu en cambio, no me mirabas, tenías la vista clavada en un cuadro colgado en frente nuestra, representaba a una pareja de enamorados en un cementerio, una imagen tétrica y sombría pero representaba el amor mas allá de la muerte.

La canción "smell like teen spirit" de Nirvana empezó a sonar, un móvil se ilumino en la mesilla, te levantaste y miraste la pantalla para a continuación de taparte con la sábana saliste del cuarto

Me quedé tumbado en la cama con el pensamiento de que había llegado la hora de irse.

Oía tu voz detrás de la puerta, me vestí despacio con el extraño deseo de querer volver a verte.

Cuando termine y me disponía a irme, apareciste por la puerta, ibas tapada con la sábana que amenazaba con caerse y con el móvil en la mano, me miraste fijamente:

_ ¿te vas ya?_ aunque te conocía desde hace dos meses, apenas te había escuchado hablar, tenías la voz dulce y tranquila parecida a la de una niña pequeña, te conteste con un "si" seco y rotundo, pase a tu lado dirección a la puerta para irme, pusiste tu mano en mi hombro, parándome:

_ ¿te apetece que quedemos otro día?_ tu pregunta me sorprendió, me pensé la respuesta, era un cambio radical, pasamos de evitarnos a querer quedar.

Mi cabeza asintió sin apenas darme cuenta, tú sonreíste enseñando tus blancos y perfectos dientes.

Después de aquel día, nos empezamos a ver mas a menudo, fue como volver a conocernos, el aura oscura que te envolvía al principio había sido sustituida por un hilo invisible que nos unía y que no se podía romper.

La confianza entre nosotros mejoro, me contaste cosas de ti, de tus gustos, de tus sueños y tus amores, me hablaste de Jillian, tu amor del colegio y había perdurado hasta hacía poco. Aquel chico te robo el corazón para luego apuñalarlo, te sentías triste y dolida, yo intentaba animarte y ayudarte, al igual que tu intentaste que no me sintiera solo, te conté mi historia, la razón por la que estaba solo en esta vida y a medida que pasaba el tiempo, el mundo cambiaba y para mí llegaste a ser como la familia que no tenía.

Cada día que pasaba una emoción que tenía en mi interior desde el día en que nos convertimos en amigos se hacía mas fuerte, no comprendía lo que era, pero me hacía sentir mejor, era lo que me ayudaba a levantarme todas las mañanas.

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