01 - Copa de cristal

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Fue la mañana de Julio más fría de esta temporada, otra vez me había paseado por la casa hasta altas horas de la noche y no quería ni mirarme en el espejo. El café en la mesa que está al lado de la ventana no ha sido tocado desde que fue preparado y solo puedo atinar a quedarme pasmado observando atento como el humo se dispersa hasta perderse en el aire frio de la habitación, como si en verdad fuera la cosa más interesante de este mundo. Me permito no pensar demasiado en ello, en verdad he estado deseando no pensar en ese mensaje descuidado a las cinco y veintiséis de la mañana porque solo enreda mis pensamientos y se lleva consigo todas mis ganas de dormir. Otra vez Park Jimin había enviado ese mensaje que no hacía más que romper mi corazón aunque suene irónico.

Te necesito.

Supe en ese instante que ya no podría volver a dormir en paz nunca más, no si cada noche Jimin hacia lo mismo, la rutina se quedo grabada en mi mente como una parte de mí, algo esencial así como cepillar tus dientes cada mañana al despertar.

El mensaje, la ventana abierta, las descontroladas lágrimas y el consuelo.

Y no mentiría si dijera que en verdad no me molesta consolarlo, porque aunque sea egoísta de su parte y masoquista de la mía, me encanta que él me busque solo cuando necesita consuelo porque así depende de mí en una pequeña parte.

La historia comienza así:

Los días siempre habían sido rutinarios en mi vida, jamás sentí que debía ser diferente, tenía todo lo que necesitaba y me conformaba porque no debe ser de otra manera, cualquier persona en una peor situación apreciaría tener lo que tengo aunque no es mucho, las películas cliché, los libros y café eran mi compañía por las tardes ociosas y todo es tan exacto que prefiero que las cosas no cambien de lugar, de esta manera estoy bien, yo no molesto al mundo cruel de allá afuera y el no molesta a mi mientras permanezca invisible y no deje influenciarme por tontas emociones.

La apatía y yo siempre fuimos de la mano y me gustaba que nadie se fijara en mí porque la invisibilidad y poco interés eran mi arma contra las personas, eso pensaba, hasta...que lo conocí.

El perfecto orden en el que parecía estar todo se desmoronó de la noche a la mañana la primera vez que lo vi llorar.

Fue una tonta casualidad porque yo no creo en el destino. Era verano aun y en mi biblioteca quedaban exactamente cinco libros que jamás fueron abiertos, tres de cocina, dos de política y la verdad ninguno podía interesarme menos, así que me vi con la necesidad urgente de encontrar algo que captara mi atención y me divirtiera el resto de las vacaciones porque la verdad no pensaba salir de mi apartamento hasta que las obligaciones y deberes volvieran. Sin ánimo me dirigí a paso lento hasta la librearía más cercana a mi hogar para así no tener que caminar demasiado, el ambiente era totalmente tedioso, las personas entraban y salían de tiendas en busca de lo necesario para sus vacaciones y los niños corrían por un refrescante helado. Tan aburrido como siempre. Como es costumbre la librería estaba vacía si no fuera por la aburrida joven detrás del mostrador y unas dos chicas que se perdían en mundos fantasiosos de vampiros y hombres lobos, yo me tarde un rato en hacer mi elección porque lo romántico y sobrenatural no iba conmigo y sin duda la mayoría de los libros ahí trataban de ello porque es lo que a las adolescentes soñadoras les gusta. Al final un libro policial y sangriento se fue en mi bolso junto a otro de micro cuentos que en verdad no sé cómo llegue a comprar, y cuando salí del lugar el cielo ya estaba amenazando con ponerse oscuro, supongo que eso es lo que más odio de Seúl, que durante el día era demasiado caluroso como para soportarlo y las noches demasiado frías como para andar afuera. Al final decidí irme a paso a rápido a casa porque me intrigaba demasiado la enigmática portada y atrayente título del libro policial, pensaba en lo bien que se sentiría sentarme en el sillón junto a la ventana que da a la ruidosa ciudad a leer en paz, pero no conté con que un descuidado chico se cruzaría en mi camino con las lágrimas cayendo por sus pequeños ojos.

No diré que fue un impulso acercarme a él para preguntarle si se encontraba bien porque no lo fue, en el fondo su mirada vacía y su aura angelical captaron mi atención de una manare inexplicable, tanto así que no tuve tiempo de reprenderme a mí mismo por siquiera pensarlo.

Y desde momento supe que me metí donde no debía.

Supe también que la historia no terminaría con un final feliz.

Realmente no podría decir con exactitud que me paso aquel día porque yo jamás me vi interesado en las personas, ni siquiera por las que debía de tener un poco de empatía, mi madre me tacho de chico frio hasta en el último minuto que permanecí bajo su mismo techo y esa es la razón por la que ahora no recibo mensajes ni siquiera para mi fecha de cumpleaños, nunca dejé que eso ocupara gran parte de mis pensamientos en realidad, porque yo y mis padres simplemente no congeniábamos, y quizás así era con todo el mundo. Nunca dejé que ni un atisbo de pena se colora por mi ser hacia cualquier cosa viviente en la tierra, las personas pasaban de mi así como yo pasabas de ellas, llegué a pensar que era un claro ejemplo del diablo al no sentir que ninguna partícula de mi cuerpo se removió al enterarme del fallecimiento de mi padre, hasta quise obligarme a mí mismo a llorar porque se supone debe de doler un poco, al final solo conseguí aburrirme y dormirme.

Pero todo se vio revuelto cuando ese mocoso inconsciente se cruzó en mi camino, recuerdo que esas fueron las primeras noches en las que sentí como un sentimiento parecido a la empatía se instalaba en mi pecho para quedarse ahí por un largo rato, fue exactamente la primera vez que consolé a alguien y la primera vez en la que mi vi preocupado del bien estar de alguien que no sea yo. Park Jimin había llegado a mi vida para revolver las cartas del juego y arrebatarme la tranquilidad y cordura que yo tanto apreciaba.

Él nunca supo lo que quiso y yo soy el idiota que lo consuela cada fin de semana en el que rompen su corazón tan fácilmente así como se rompe un copa de cristal.

Park Jimin llega hacia mí por las noches como un ángel enviado desde el cielo para luego desaparecer con la brisa de invierno por esa ventana abierta.

cruel ❁ yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora