Déjeme sensei

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"Un caramelo"

Saitama veía con cierta resignación el obsequio sobre su escritorio. Viró sus ojos hacia el fondo del salón y torció ligeramente la boca al ver que ese muchacho le espiaba de reojo por momentos.

Si bien se juntaba con los gamberros de la clase, era un buen alumno. Excelentes calificaciones, sobresaliente en deportes, muy popular entre chicas y chicos. Al principio, creyó que sus malas compañías lo habían influenciado para molestarlo, después de todo era normal para el recibir bromas pesadas de los jóvenes. Pero resultó ser mucho peor que eso.
El continuo hostigamiento cesó con los días, pero fue reemplazado por otro tipo de acoso con el que nunca había tenido que lidiar en su vida.

- Se va a casa temprano sensei? - el rubio estaba apoyado de espaldas en el umbral de la puerta con los brazos cruzados. Era su nueva costumbre, escaparse de las actividades del club de atletismo para ir al salón o donde fuera a buscarle.

- Eh, si... - ya ni siquiera se molestaba en mentirle. El muchacho era inteligente y había visto a traves de la mayoría de sus engaños anteriores - Tengo cosas que hacer así que me voy - avanzó hacia la puerta y justo como esperaba el chico hizo su jugada. Bloqueó el camino con uno de sus brazos y se acercó, lo suficiente como para hacerle sentir el calor de su aliento en la mejilla. "Esto se esta poniendo cada vez peor". El mayor tragó duro y se quedó estático en su sitio.

- Déjeme acompañarlo - el tono de su voz y la forma de encararlo, todo en Genos le daba a entender que tras esa simple frase se ocultaba mucho más de lo que le gustaría entender.

- Las actividades del club no han terminado. Deberías volver - "rápido, debo largarme de aqui!". A esa hora no había un alma dentro del colegio, precisamente por eso era tan arriesgado quedarse a solas con su alumno.

Se movió para poner distancia y notó la mano escurridiza del menor rodear su cadera. "¡MIERDA!". Fue tan rápido que apenas logró esquivar el lance del rubio para impedir que le robara un beso.

- Genos, hasta aquí - lo empujó sin brusquedad pero con firmeza para marcar el limite - Eso fue muy atrevido de tu parte. No olvides que soy tu profesor - aquellos refulgentes crisoberilos le observaban como si buscaran comprender qué hacia de malo - Eres un muchacho joven y apuesto - se arrepintió de decir lo ultimo al ver el sonrojo del contrario - Debe haber alguien que te guste, naturalmente de tu edad - hizo un leve movimiento con la cabeza pidiéndole hacerse a un lado, a lo que el blondo obedeció de mala gana pero sin rendirse.

- Solo me gusta usted

- Soy tu maestro y tu mi alumno

- Por encima de ello solo somos dos hombres

- Ahí tienes otro punto en contra

- No me importa el qué dirán, sensei. Usted me g--

- ¡Ya basta!¡Piensalo seriamente Genos, esto no es un romance de verano! - al ver el rostro sorprendido del muchacho se dio cuenta de que había alzado la voz. Carraspeó incómodo desviando la mirada y se aflojó la corbata para respirar mejor - Suficiente. Vuelve al club... y reflexiona sobre lo que haces, por favor

Abandonó el salón y camino a paso veloz antes de que lo persiguiera, mas en lugar de eso el joven le llamó.

- ¡Saitama-sensei! - el lampiño se giró y lo vio parado con suma formalidad - Lo pensé seriamente. ¡Usted me gusta! - el mayor frunció el ceño incómodo, la charla le había entrado por un oído y salido por el otro - Le pido yo a usted encarecidamente... - se inclinó todo lo posible ante la mirada atónita de su profesor y gritó - Por favor: ¡No tome mis sentimientos a la ligera!

Déjeme senseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora