Capitulo 1: Libertad

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Espere MUCHO para poder por fin publicar este primer capitulo >:3 ¡Al fin! Estoy muy emocionada de al fin revelarlo, ah <3

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—¡Kei! ¿Cuántas veces te he dicho que dejes de ver afuera cuando te estoy hablando?— la voz estruendosa de su padre lo asusto un poco. Lo había cachado mirando por la ventana.

Obviamente, el exterior era algo mucho más maravilloso que la lección de economía que el hombre mayor literalmente le obligaba a tomar cada día.

El menor suspiro, y volvió la vista a su libro cargado de números. "Tan aburrido." —Lo siento padre, no sucederá nuevamente. Continúe, por favor.— La voz suave y paciente de Kei no demostraba lo que en verdad sentía.

Como todo adolescente, quería salir y al menos, pasarla bien con amigos. Pero lo malo era que no tenía ninguno, con suerte su hermano Akiteru lo invitaba para ir a la plaza.

Estaba atado a esa casa y a esas inútiles reglas de "Niño rico educado". Ya tenía quince años, no podía seguir siempre la misma rutina.

Hasta un chico serio y "aburrido" como él quiere libertad una vez en su vida.

Cansado, cerró fuerte su libro, haciendo que su tutor diera un pequeño salto en el lugar. —Disculpa, voy al baño—. Se excusó levantándose de su asiento y saliendo del cuarto.


Por fin sentía esa pequeña libertad. Pequeña, pero algo en fin.

Tenía quince minutos, volvería antes de que se terminaran o su padre sospecharía.

Procurando que nadie lo viera, Tsukishima se internó en el jardín de rosas que su madre cuidaba con tanto esfuerzo.

En ese preciado lugar, había miles de esas refinadas flores en los arbustos ubicados estratégicamente para su beneficio. El color que predominaba en la escena era el rojo; un rojo escarlata intenso.

Le gustaba sentarse y mirarlas en sus ratos libres, como si en ese lugar sus emociones se dispersaran y lograba una calma absoluta. Un santuario secreto.

Estaba a punto de entrar en su clímax relajante, cuando un débil sonido entre los arbustos lo alerto. Los perros, furiosos, toreaban hacia un pequeño orificio en las plantas llenas de espinas; sus hocicos no podían alcanzar a entrar completamente, las flores los pinchaban hasta el cansancio.

Cuando los perros se alejaron, sigilosamente Kei se acercó al hueco y encontró algo inesperado.


Un gatito negro lo miro asustado y alzo su pelaje, siseando como un verdadero tigre para alejar al nuevo enemigo de ojos dorados. Temblaba tanto que parecía morir en cualquier momento, estaba muy alarmado.

Tsukishima se dio cuenta de cómo el cuerpo del felino estaba lastimado, tal vez por las espinas, tal vez por los perros, o las dos cosas juntas.

—Patético...— susurro mirando al indefenso animal clavar furiosos sus ojitos grises en el humano impertinente.

Kei decidió ayudarlo. Perdería tiempo, pero su buena acción del día puede que se lo recompense. Saco de su bolsillo un pedazo de pan de la mañana y lo metió en la entrada de la cueva, esperando que el gatito cayera en su trampa.

No lo hizo. Se quedó hecho un ovillo en la esquina, evitando lo más posible y sin quitarle la vista de encima. Sabía que no se podía confiar de ningún humano u otro animal.

—Tsk, estúpido gato. Ahora que te quiero ayudar, y no cooperas.— Se preparó mentalmente para lo que venía y estiro su brazo lo más que pudo en el hueco. Su mano tocaba al gato a veces, o a las espinas y estas se clavaban inocentemente en la piel de ambos seres. Logro agarrar al animal del cuello y lo saco, aunque este lo había mordido y rasguñado repetidas veces.

Lo oculto bajo su saco y corrió dentro de la casa, encontrándose con suerte a su hermano Akiteru entrando alegremente.

—¡Akiteru!— el mayor se asustó al verlo tan de repente, y es que su hermano menor no era de alarmarse así, y muchos menos gritarle.

—¿K-Kei? ¿Qué sucedió?— Akiteru vio la mano del más alto, y se preocupó mucho por la cantidad de sangre que emanaba de ella.

Tsukishima le entrego el gato desesperado. —¡Cuídalo, cúralo, nose! ¡Pero haz algo con esa bola de pelo hasta que me desocupe!— no le hizo caso a los llamados de Akiteru y corrió hacia el estudio en donde su padre lo esperaba impaciente.

—¿Cuánto te has tardado en el baño?—sus ojos iguales de color a los de su hijo lo miraron desafiantes y fríos como el hielo. Ya habían pasado veinte minutos, y estaba muy enojado.

Kei no se dejó minimizar por esa mirada tan penetrante. Oculto su mano entre sus muslos para que no la notara —Lo siento nuevamente, padre. Yo... Madre me pidió con insistencia que la ayudara con sus rosas en el jardín, tarde más de lo que había previsto...— dijo inocentemente con la mirada gacha. Su padre siempre se la creía.

—Muéstrame tu mano, si es así como dices que paso.— El rubio sonrió internamente. Es que su padre podría ser un hombre de negocios, pero era tan ingenuo y despistado que hasta su propio hijo podía engañarlo.

Como lo dijo su padre, le mostro su mano llena de rasguños y con gotas de sangre cayendo. El hombre gruño al ser ganado en su propio juego.


***

Kya~

Bueno, ya tengo el Capitulo 2 preparado: no lo voy a poner todavia, no hasta ver que este fic "surge" algo mas. No quiero cancelarlo, encerio uwu En verdad quiero seguirlo...

Al menos, necesito 3 votos o dos comentarios, encerio lo agradeceria mucho <3

Sueños Compartidos [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora