-Mañana te verán en calzones -dijo con su voz inquieta-Pero aun así tú no me verás...
-Pues podría dejarte así cuando yo quisiera -interrumpió
-¿Vi? -su voz era un tanto descarada y pervertida- ¿Dejarme así? Mejor... Préstame unos calzones para ir mañana -dijo mientras soltó una carcajada
-¿unos cacheteros de encaje? -respondía ella- de color negro si los deseas
-estarían bien -decía con los colores puestos en el rostro- ¿hay que sacarlos de alguna gaveta o tendré que arrancarlos de tus piernas? -dijo con picardía
-Eso tendrás que averiguarlo...
Aquellas palabras abrieron una puerta de la que ninguno de los dos querría salir.
El olor distintivo de la madera con aquel tinte caoba que la recubría, resultaba bastante acogedora aquella vieja cabaña, y la luz que se alcanzaba a colar por las hendiduras de la puerta, pero aun así el no dejaba de ver aquella hermosa y perfecta silueta, o al menos así la veía él.
De pronto aquel vestido negro con lunares se resbalo misteriosamente, como si fuese magia, que por ley de gravedad toco el piso en un instante. Sus pies ya se encontraban descalzos tocando la fría madera, y aquellos hermosos ojos marrones quedaron viendo a los del muchacho, el cual aún seguía sentado en aquel viejo y carcomido sofá. El cual por destreza ya carecía de prenda alguna en su torso, sus brazos fuertes guiaron sus manos hasta su perfecta figura, y aquellas manos de monstruo empezaron a rozar delicadamente su piel y así se volvieron las manos de un niño travieso en aquel momento. Su castaño cabello caía justo a cubrir aquel par de senos, pero a pesar de todo no eran a prueba de labios, entonces se inclinó tan solo un poco para así descubrir el sabor de aquella realidad, algo lo detuvo por un instante, eran sus pezones, que dureza habían conseguido.
Aquellos besos, sus labios ardían, ambos sintonizaban en la misma frecuencia de atracción. Y sus dedos entrelazaron el encaje de su ropa interior y con solo un empujón se deslizo por sus piernas hasta la madera, y en ese momento se terminó de erizar cada uno de los vellos de su cuerpo.
Aquel momento, en el cual su cuerpo se encontraba desnudo pero el ya llevaba desnuda su alma...