"We were born sick"– Ahora, dame la mano.– acotó tendiéndomela para que por fin pudiese levantarme del polvoriento suelo. Tras sacudir la parte baja de mi falda y tomar suavemente su mano, conseguí ponerme en pie.– Recuerda; cualquier cosa que quieras preguntar puedes hacerlo.
– ¿En qué consiste el ser mi tutor?– balbuceé torpemente tropezando con mis palabras. Él, con paso seguro, se apresuró hacia la puerta y cuando salimos de la habitación, quedé impresionada por el blanco y pulcro pasillo que había, todo lo contrario a donde estaba encerrada.
– Ser tu tutor consiste en estar todo el rato contigo, aconsejándote en lo teórico y en lo práctico. Como un tutor del colegio común.– respondió seco, acelerando su paso a lo largo del corredor.– Y por cierto, siento las malas maneras para traerte aquí, pero la U.D.F es extremadamente confidencial y teníamos que estar seguros de que podíamos confiar en ti. Ahora dime; ¿Podemos?– me quedé congelada ante su pregunta, pero al mirar a sus ojos, había algo que, no sé, me hacía confiar ciegamente en él.
– Podéis confiar en mí...– susurré lo suficientemente alto para que él me escuchara.– Aunque lo contara, nadie me haría caso.– dije bajando mi barbilla y, tomándome por sorpresa, él me cogió de ella alzándola para hacerme mirar al frente.
– Mira al frente, bajar la mirada es signo de debilidad, y no dejes que nadie te haga sentir como la mierda. Tú vales lo mismo o más que otra persona.– dijo de forma brusca y yo me limité a asentir y a mirar un punto fijo en el suelo.
Su actitud era ante todo desconcertante, sobre todo para alguien que no está acostumbrada a tratar con personas de ese calibre. O bueno, con ningún tipo de personas, alguien así como yo.
Sus respuestas eran profundas y sinceras, las típicas que te diría una persona que te apreciara o te quisiera, pero en él era diferente. Las frases eran cariñosas, pero el tono y la actitud era estricto e impasible. Era una manera rígida de hacerme sentir mejor, pero sin lograr su objetivo, ya que él me asustaba. Él me aterrorizaba, pero a la vez me daba seguridad, lo peor es que sin siquiera saber por qué.
Había una chispa en su mirada y en su actitud que me hacía pensar que tan solo era una faceta. Una faceta para ocultarse, o tal vez, para que nadie le conociera realmente, para cerrarse detrás de unas murallas. Y yo, moría por conocer su otra faceta, ya que estaba segura de que nadie puede ser de esa manera a no ser de que haya sufrido en el pasado. Aunque también puede ser que sólo actúe de una manera profesional, dado que esto es una organización en la que yo sólo soy un experimento más. Una muñeca. Básicamente, lo que he sido toda mi vida.
– ¿Te apetece un café?– ofreció girándose hacia una cafetera que había en la sala, y sin esperar mi respuesta, la encendió llenando el ambiente del increíble olor de los gramos del café.– ¿Sabes? Pensar demasiado altera la cordura y hace que pienses cosas que son irreales, deberías aprender a controlar tu imaginación. Vamos paso a paso, luego controlaremos tu autoestima y tu fuerza física.– comentó prácticamente deduciendo lo que atormentaba mi cabeza. Se giró de nuevo y me acercó una taza repleta de aquel café que olía de maravilla, y frotando un poco la cerámica para calentar las palmas de mis manos, me dispuse a probarlo.
Sin yo quererlo, comencé a divagar en el atolladero de mi cabeza. Soy una persona que con facilidad se dispersa y puede estar mirando fijamente a un punto sin siquiera inmutarse de lo que ocurre a su alrededor. Dentro de mi cabeza, siempre hay una especie de Guerra Fría entre mi parte racional y sentimental. Y, ahora mismo, la racional lucha por salir y no para de gritar qué será de mi vida ahora.
Por otro lado, aunque a mi parte sentimental le asusta, tiene que asimilar que está en lo cierto; ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo conseguiré pasar página? Porque es obvio que mi vida acaba de dar un vuelco completo (aunque no sé si para bien o para mal). No puedo llegar a mi casa y decir: "¡Hey! ¡Este es el chico que me secuestró y ahora formará parte de mi vida porque es mi tutor!" No, simplemente no.
Además, si va a tener que estar conmigo las 24 horas del día; ¿Cómo lo presentaré a mis conocidos? ¿Amigo? ¿Novio? ¿Secuestrador? Yo sólo quería una vida alejada del drama, pero parece que he conseguido todo lo contrario.
– Elisabeth, por favor. Deja de ahogarte en tus pensamientos. Debes pensar en el ahora y menos en el futuro. Un gran psicólogo dijo una vez que la depresión es exceso del pasado, el estrés es exceso del presente y la ansiedad exceso del futuro, por eso no es bueno ser extremista, mejor quédate con lo que tenemos ahora y olvídate del resto.
– Lo siento, es que a veces no puedo evitarlo. Tiendo a reflexionar demasiado.– me disculpé de forma sincera, sabiendo que él sólo trataba de ayudarme.– ¿Quién es ese psicólogo, si se puede saber?
– No lo sé, pero debió de ser alguien importante.– comentó tratando de ser gracioso, con una media sonrisa en su rostro, pero como siempre conservando su frialdad.– ¿Alguna otra pregunta que te interese?
– Yo... Bueno, tengo otra duda.- dije ruborizándome levemente, ya que la pregunta que iba a formular ahora, iba a ser un tanto directa. Él asintió, para que siguiera adelante con mi cuestión, y supongo, que se dio cuenta del rubor en mis mejillas, por muy suave que fuese.– Em... ¿Cómo estarás conmigo constantemente? ¿Vivirás conmigo o...?
– Viviré contigo, es lo necesario.– sentenció siendo franco.
– Bueno... Es que hay un pequeño problema con eso.– dije sintiendo el calor arraigando mis mejillas. Ni siquiera entendía por qué tenía tanta vergüenza por decir esto.– Como vivo sola no tendré una habitación que prestarte. Osea, podemos compartir baño y te puedo dejar un armario para dejar tus cosas p-pero...– añadí muy inquieta y con el rojo vivo de mis mejillas haciéndose cada vez más fuerte. Harry parecía disfrutar con mi nerviosismo y vergüenza, pero yo podía jurar que estaba a punto de salir corriendo.
– ¿A dónde quieres llegar con todo esto?– preguntó con una sonrisa burlona que a penas era apreciable. Harry sabía perfectamente a dónde quería llegar, pero él quería escucharlo de mis labios para disfrutar viéndome con los nervios por los cielos.
– P-pues que... Obviamente no vamos a compartir habitación.
– ¿Y eso incluye no compartir cama, verdad? – cuestiona retóricamente y yo no puedo evitar sentir el nudo en mi garganta y calor llegando a todas las zonas de mi cuerpo por el rubor. – Tranquila, pequeña aprendiz,– empieza acercándose a mí tratando de ocultar la sonrisa pícara que asomaba por la comisura de sus labios.– Yo no duermo, y en caso hipotético de que lo hiciera alguna vez, sería en el sofá y no contigo.
– Y... ¿Cómo podrás estar conmigo en el trabajo o con mis padres u otras situaciones?– pregunté aún sintiendo mis mejillas arder.
– Ya nos las apañaremos. Probablemente consiga trabajo contigo y frente a tus padres, seré un simple amigo.– comentó sin darle demasiada importancia.– Suelo ser bastante persuasivo e insistente, el estar contigo no me supondrá ningún problema.
Votad y comentad, espero que os haya gustado el capítulo xx