Unico capítulo.

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El repiqueteo de tres campanadas erizaron mi piel. Tomé fuerte la mano de mi madre quien sólo miraba el cúmulo de gente que había en ese lugar. Suspire, estar aquí era simplemente escalofriante.

El viento soplaba a una temperatura congelante. Si me dieran a escoger un lugar en el mundo, sin duda alguna, el cementerio estaría al final de mi lista. Personas murmurando, sollozos incontrolables, gente vestida de negro con pañuelos en sus manos, ramilletes de flores por todos lados. Cientos de lágrimas eran derramadas en este lugar, algunas de corazón otras por hipocresía.

Está ocasión no era la excepción. Mi madre era una de esas personas; vestida de negro y con un ramo de flores blancas en su mano, portaba un pañuelo del mismo color que en repetidas ocasiones llevaba a sus ojos para limpiar las gotas de agua salada que corrían por su rostro. Sin contar aquella rosa roja que portaba en una mano, dos flores para dos difuntos.

Suspire al mirarla, la muerte de su mejor amiga la tenia devastada. Yo no la conocí, sólo a través de fotos, y estas eran de hace años, cuando mi madre aún asistía al colegio, sin duda alguna en esas fotos ellas tenían mi edad. Volví a echar un vistazo al cúmulo de gente que se encontraba frente a dos ataúdes.

La señora estaba casada y tenía 2 hijos, uno de los cuales murió con ella, en un accidente provocado por una carretera peligrosa sumada al clima y a la oscura noche.

Una fría mano golpeteo la mía y me saco de mis pensamientos. Dirigí mi mirada hacia abajo, donde una pequeña niña de pelo largo y lacio del color del carbón me miraba con sus ojitos oscuros, casi negros. Al igual que todos llevaba una rosa roja en la mano. Me agache para quedar a su altura, cuidando que mi vestido no se manchara con la tierra.

-¿Has visto a mi mami? -preguntó la pequeña, que a diferencia de todos llevaba puesto un vestido blanco con encajes en su vuelo. ¡Una niña muy linda!

-No la he visto, lo siento pequeña -susurre colocando una de mis manos en su hombro, en signo de consuelo.

Una pequeña sonrisa se coló por sus labios mientras comenzaba a mirar a su alrededor. La gente ahí reunida comenzaba a formar una hilera frente a los ataúdes.

-¿Podrías darle esto? -me dijo aún con su mirada en la gente, me ofrecía la rosa roja que llevaba. Parecía apurada.

-Claro que si, pequeña -murmure confundida, mientras sujetaba la rosa, mire a la pequeña que ya se encontraba corriendo en dirección a la gente formada.

Al llegar ahí la niña se lanzó en los brazos de un hombre de mediana edad que llevaba un traje negro. La niña se lanzó gritándole "Papi" al señor. Este, levantó a la niña en brazos estrujando un poco su pequeño cuerpo de una forma muy protectora, mientras una lágrima rodaba por su mejilla. La niña sonrió y limpio esa lágrima con un beso.

El señor camino con la niña en brazos hasta los ataúdes, su rostro se notaba tenso. El señor miro a la pequeña y está susurro un pequeño "No te olvidaré mami" en el primer ataúd, haciendo que mi corazón se estremeciera.

Apreté fuertemente mis manos conteniendo las lagrimal que esa escena me provocaba. Presione tan fuerte mi mano hasta que una de las espinas de la rosa se clavo en mi pulgar, causando un dolor suave.

La pequeña se inclinó sobre el segundo ataúd susurrando un "Te extrañare mucho..."

Mi madre jalo de mi mano impidiéndome escuchar el nombre de la persona a quien despedía la pequeña. Mire a mi madre con tristeza, se encontraba despidiéndose de su amiga, llorando sin ocultarlo. Me dolía, me dolía mucho verla así.

Black Eyes ~•[Mingyu][Seventeen]•~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora