Capítulo 63

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El Uchiha cargó su taburete hasta el fondo del grupo donde se encontraba el rubio, y aunque en si todos los sitios estaban formados en un círculo, al moverse los equipos habían puesto en la parte de atrás a Naruto haciendo que pareciera escondido del resto de la clase.

Casi todos los grupos se habían acercaron a las flores o el balcón puesto a que aquellas cosas podían usarse como ejemplos para dibujar, pero el menor de todos no tenía aquellos intereses como ejemplo, por lo que al finalizar las uniones literalmente eran los únicos excluidos del resto de la clase.

-¿No quieres ir con ellos dobe? –cuestionó Sasuke, echando un poco de cada oleo en su paleta para hacer las combinaciones de colores.

-Si quieres ve tú solo, no tenemos que pintar lo mismo exactamente.

No se cruzaron palabras por la primera hora. Sasuke veía las expresiones del rubio, su concentración parecía formarse a mil por hora y cada rato movía el pincel de una forma rápida y precisa asegurando un trazo. Con solo recordar cómo era el resto de las clases, creía que su pintura debía ser magnífica. Un ejemplo de arte contemporáneo que solo un joven genio podía recrear.

Él, en cambio, podría decirse que era bueno en ese curso, no tanto como en el resto pero sobresalía, aun así no se creó falsas esperanzas en intentar dibujar algo mejor que el rubio sabiendo que podría ser avergonzado. Intentó recrear aquel árbol hueco, aquel único compañero que había tenido en su infancia y niñez cuando sus padres lo dejaban solos. Ahí, había formado miles de historias y lugares de juegos donde podía salir del mundo para llegar a su burbuja, diariamente, aquel ser vivo pasaba de ser un árbol frondoso para convertirse en un columpio, o en un gran fuerte donde podía esconderse de los piratas que querían llevarlo a bañarse.

Con el pasar del tiempo, llegó un momento en que su frondoso amigo había dejado de dar sus típicas hojas verde vivo para dar comienzo a pálidas y débiles, y aunque intentara de todo por prevenirlo, poco a poco el tronco parecía más y más blanquecino, un blanquecino entre plomo y negro. Ese día, asustado le había preguntado a sus padres que pasaba con el árbol y porqué ya no era como antes, recordó las palabras su hermano mayor quien en un intento que no diera pataleta le contó sobre el ciclo de la vida.

De esa forma pasaron los meses solo pudiéndolo ver desde su casa ya que no le permitían volver a subir, pero el recuerdo quedaba impregnado en su mente. Hace un par de años lo habían podado de raíz por haber dejado de dar vida, pero para él aquella cosa seguiría siendo parte de su pasado. Un buen pasado.

-¿Puedo ver tu pintura? –comentó el rubio rascándose la mejilla.

-Como quieras.

Naruto sin darse cuenta se había manchado un poco en el puente de la nariz con pintura marrón y amarrilla, dándole la impresión de que tenía una uniceja muy poblada. El azabache rió mientras intentaba mantenerse serio, pero verle la cara de estúpido al rubio era algo cómico. El ojiazul, como siempre, no le tomaba mucha importancia a las locuras que se le podía ocurrir al azabache, por lo que ignoró cualquier acción de este mientras ojeaba su pintura.

-Me gusta tu técnica –le comentó en un suspiro.

No era perfecta como la de los grandes artistas, pero podía dedicarte mucha paz y tristeza a la vez. Debía admitir que Sasuke era un gran pintor, pero no tanto como él.

-¿Y tu dibujo? –le preguntó después de girar el lienzo, aun le faltaban retoques, pero por lo demás, le iba quedando genial.

-Aún estoy mejorándolo, no te lo mostraré hasta que esté casi acabado.

Buscado por amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora