-¿donde estas?, ¡te encontrare!, a ver ya se donde!...-hizo una pausa.
-Estas, ¡Justo aquí!-Dijo Elizabeth mientras saltaba a una rama de un árbol.
Diaval salto del susto al verla aparecer de pronto.
-¡ja! ¿Creías que no te encontraría pequeño diablillo?- Dijo con una sonrisa traviesa.
Diaval sólo daba pequeños saltitos en la rama del árbol en la que se encontraba.
-Bien, dame una explicación a esto.- Le mostró un plato grande y redondo en donde se ponían los pasteles.
Diaval volteo a un lado evitando contacto visual con el plato y dado saltitos a donde su mirada estaba dirigida.
-Oh! No, no voltea a verme a los ojos, tu, pequeño diablillo.- tomó su pico con su dedo índice e hizo que sus miradas se cruzaran.
Narra Elizabeth
Hice que aquel cuervo volteara a verme a los ojos, pero note algo más algo mucho más grande que cualquier otra cosa.
Yo siempre avía creído en muchas cosas, que nada era imposible aún cuando era niña y me lo negaban, aún cuando vivía en el pueblo y todo acerca del páramo era prohibido, misterioso y nada interesante, o al menos para los del pueblo, vivir allí no era nada fácil y más aún con la coronación del rey Ruperth, desde que ese hombre llegó al trono la pobreza abundaba aún más que con el anterior rey y yo no me salvaba de eso, mi situación no era muy buena que digamos, pero trataba siempre de mantenerme positiva aún que no siempre era fácil, pasar hambre y vivir en la calle era muy difícil y sin mencionar que mi padres murieron de hipotermia cuando yo tenía 14 años, la vida se me complicó aún más de lo que ya la tenía, pero aún así no podía darme tan vencida, comencé a buscar trabajo, hasta que al fin encontré uno como la empleada personal de la reina no fue fácil pues primero fui sirvienta del castillo y al final me contrataron por que era la más joven de alli, me pagaban bien, pero cuando quise irme del castillo no me dejaron, me obligaban a estar allí así que no me quedó otra opción que huir de ahí y así fue como llegue aquí no tenía nada, el dinero que lo tenía escondido pues avía mucha gente pasando por situaciones difíciles y aveces no les quedaba otra más que robar a otros, cuando llegue a este prado tenía que ir al otro lado del páramo al pueblo de alli para poder comprar cosas que necesitaba y alejarme del reino y del pueblo del rey Ruperth pues me estaban buscando, así que me escondí en aquel pueblo durante un tiempo hasta que dejaran de buscarme.
El tiempo paso y me dejaron en paz y yo comencé a encariñarme con el prado cerca del páramo y decidí vivir ahí, construí una pequeña cabaña con lo necesario para vivir, trabaje y con el tiempo pude construir un granero para ganarme la vida, avia dejado poco a poco de creer en algunas cosas pero cuando vi lo ojos de aquel cuervo vi preocupación miedos y... ¿Alas? Pero no sólo eso también vi una vida tenue triste agobiante y llena de oscuridad. Era algo que no podía entender, ¿Como un ciervo podía tener tal vida?. Pero antes de acabar con esa visión vi algo aún más fuerte que todo lo anterior esto no era oscuridad, era pureza, luz y....Se escuchó un rayo a lo lejos. Y Elizabeth voltea se da cuenta que otra tormenta viene, Diaval comienza a graznar al darse cuanta de aquello.
-Vayamos a la cabaña antes de que la tormenta nos alcance!.- Dijo Elizabeth y se dirigió a su cabaña seguida por Diaval.
-Ah! Valla si que esta será un tormenta grande ¿no crees?.- Dijo mientras se asomaba por su ventana y sacudía su vestido, cuando al verlo se dio cuenta de que esta se avia roto.
-¡Rayos! Mi vestido se rasgo, regreso en un momento espera aqui.- Dijo para luego irse.
Diaval se quedó solo, y se acercó a la ventana y comenzó a ver la tormenta que se avecinaba.
-¿Que se supone que estoy haciendo aqui?.-Pensó Diaval -Ni siquiera debería de estar aqui, lo único que quería era pensar pero ahora me e confundido aún más.- Suspiro.
-¡Ya llegue!-Dijo mientras entraba en un camisón y con su vestido en las manos. Diaval se sorprendió al verla así y tapó su vista con una de sus alas para luego voltearse a donde no la pudiera ver.
-Ah..- Suspiro Elizabeth - Así se esta mucho mejor ¿no crees?-volteo a verlo -¿oye por que te volteas?-sonrio. -¿No me digas que te da vergüenza verme así?- Dijo
Diaval sólo volteo su cabeza a donde no pudiese verla.
-jaja-Rio. -Esta bien, sólo término de coser mi vestido y me lo pongo-. Dijo mientras cocía su vestido.
En el páramo Maléfica estaba resguardando a los seres mágicos que allí habitaban, pues la tormenta se avecinaba y no se avia visto una así en mucho tiempo, como la guardiana del páramo comenzó a avisar a todos aquellos seres que ese día no salieran, cuando por fin acabó, se dirigió a una cueva cerca de la cascada allí se resguardaba cuando no quería que la encontrarán o necesitaba tiempo a solas.
El sentó y comenzó a recordar esos tiempos en los que estaba alado de Diaval y como la trataba de animar haciéndole bromas o contándole sus pésimos chistes, ahora que el no estaba con ella, sentían un gran vacío una gran soledad casi tan grande como cuando perdió sus alas.
-¿Donde estas Diaval?- Se acercó a la cascada tratando de ver al cielo.
Espacio de la Narradora
¡Mis adorables sabandijas!, quiero decirles que gracias por seguir esta historia, son mi adoración, y aun que se que son pocos los que la leen, quiero darles la gracias, estaré actualizando con mayor frecuencia, y bueno, nos vemos en el próximo capitulo.
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Alas negras - Malefica
Hayran KurguMaléfica una hada que vive en el páramo que después de a verse enamorado y a la vez sido traicionada lanza un terrible hechizo sobre la hija de quien alguna vez fue su amado, conoce a esta pequeña niña de quien lazo este hechizo, quien hace ver su a...