Lo que más deseaba en los últimos años de secundaria, mientras le rogaba a mi madre cada año que me cambie de colegio para no tener que lidiar con los mismos compañeros, era que se terminen mis estudios.
-Borja, ¿por qué no intentas, este último año al menos, conseguir algún amigo en el colegio?- Mi madre me decía lo mismo cada año. Siempre me decía que sería bueno que tuviese algún amigo en la secundaria para que, cuando me egrese, me lleve algo más que sólo un diploma.
-Mamá, por favor, no quiero volver a tener la conversación de cada año.- le dije, intentando no sonar molesto. Ella terminaba negando con la cabeza y yéndose de mi habitación, dándome el espacio que yo tanto disfrutaba.
A veces, me hacía una imagen mental de un cuadro con mi diploma y cerca del mismo, una foto con algún compañero, en una fiesta quizás, con una botella de cerveza en nuestras manos, con cara de personas alcoholizadas. No podía imaginarme con algún compañero festejando haber ganado un partido de fútbol, a la salida de algún recital, o por entrar a uno, tampoco en una piscina pública. El motivo era que de las conversaciones que escuchaba de mis compañeros de clase, no por curiosidad sino porque era inevitable no hacerlo cuando estaban prácticamente gritando cuando "hablaban" entre ellos, sólo podía rescatar los detalles de qué tan mal habían terminado el fin de semana después de haber vaciado todas las botellas posibles, de cuánto habían llegado a vomitar durante el proceso de alcoholizarse o al otro día cuando sentían que la resaca los estaba consumiendo y, claro, no faltaban los típicos conteos de cuántas chicas habían besado cuando ya ellas estaban más fáciles de convencer, y cuántos habían logrado llevar a alguna a un lugar aparte para tener sexo con ella. Definitivamente no eran del tipo de salidas que me interesaban tener.
Quería poder egresarme de una vez por todas e ingresar a alguna universidad, hacer algún curso o conseguir algún trabajo. Quizás entonces buscaría alguien menos enamorado de las fiestas descontroladas de fin de semana. Aunque no tenía planeado lo que haría, pero ya no quería continuar con la rutina de la secundaria.
Mis intentos de mantener a mis compañeros apartados de mi, funcionaban a la perfección. Quizás sea porque notaban mi cara de desagrado cuando lo intentaban, porque no dudaba al decirles que no cuando me invitaban a una de sus fiestas y en el momento en que me preguntaban el por qué de mi negativa sólo les respondía que no me interesaba salir con ellos a perder mis neuronas. Notaban mi mal humor, que no me molestaba en esconder, por tener que tener esa corta conversación siquiera y no tardaban mucho tiempo en dejar de insistir.
Sólo tenía que aguantar un año más, el último.
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No quiero estar aquí
RandomBorja estaba teniendo su último año de secundaria y ansiaba poder egresarse, ya que no soportaba estar rodeado de gente de su misma edad. Siendo el "chico amargado y mala onda de la clase", sus compañeros habían optado por dejar de intentar incluirl...