David Pringle
Ciencia Ficción
Las 100 Mejores Novelas
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Una selección en lengua inglesa, 1949-1984
Prólogo
No creo que haya muchos comentaristas modernos de ciencia ficción mejor calificados que David Pringle para hacer una selección como la que aquí se presenta, con la cual coincido casi plenamente. No puedo afirmar haber leído todos los libros incluidos, pero me sorprendió conocer la mayoría. Durante mi gran período de entusiasmo consideré ilegibles muchos de los «Golden Age classics» [«Clásicos de la Edad de Oro»], tan apreciados en la década del cincuenta, y aunque estoy seguro de que la inclusión de obras como las de Robert Heinlein es necesaria para mantener el equilibrio del libro, debo confesar que no logro reconocer sus virtudes. Sin embargo, muchas de las obras escogidas por David Pringle son realmente entretenidas. No pocas están muy bien escritas, y un puñado pertenece a nuestros mejores escritores.
Es indudable que los primeros libros que aquí se mencionan -y también algunos de los últimos- fueron obras seminales tanto para el desarrollo como para el tratamiento de los temas de la ciencia ficción. Encontramos así la sátira política de 1984, la narración posdesastre de La Tierra permanece, las metáforas románticas e irónicas de Crónicas marcianas, el tema de la conspiración paranoica de Amos de títeres y el desastre casual de El día de los trífidos, novelas aparecidas durante los tres primeros años. Aunque en la década del cincuenta hubo ciertos intentos de romper las convenciones narrativas (en Bester, por ejemplo, con el uso brillantemente imaginativo de la telepatía y la teleportación), en lo fundamental, la narrativa de ciencia ficción fue extre-madamente convencional, con la excepción de William Burroughs. Puesto que ésta es una selección de narraciones con la extensión propia de una novela, los ejemplos experimentales sólo comienzan a aparecer a finales de la década del sesenta; sin embargo, muchas de las nuevas técnicas narrativas se exploraron ya a mediados de esa década en formas más breves, y es una lástima que algunos de los mejores escritores que han encarado la ciencia ficción y han aportado a ella novedosas y atrevidas técnicas (por ejemplo, Langdon Jones y Harlan Ellison), hayan quedado excluidos por esa razón, mientras otros, como Robert Sheckley, M. John Harrison y J. G. Ballard, no estén representados necesariamente por sus mejores obras. Vale la pena leer las colecciones de relatos breves de Ellison y Sheckley, y quisiera recomendar The Ice Monkey y The Machine in Shaft Ten, de Harrison; The Eye of the Lens, de Langdon Jones, es una notable compilación de ficciones breves, más bien experimentales, y debería citar también The Knights of the Limits, de Barry Bayley, así como su novela El alma del robot.
Una vez más, hasta hace relativamente poco tiempo, fueron muy pocas las mujeres que escribieron narraciones extensas. Me alegra comprobar que Leigh Brackett está representada, y me decepciona, en cambio, no encontrar a C. L. Moore, a Katherine MacLean o a Judith Merril. Sin embargo, tengo el placer de avalar la elección de El hombre hembra, de Joanna Russ, que a mi criterio es una pieza sobresaliente de ficción en todos los sentidos. Ya en los años setenta, esta lista incluye a otras novelistas, de las cuales, en mi opinión, las mejores son las que han utilizado la ciencia ficción para expresar su propia y justificada cólera, produciendo un tipo de ficción feminista adecuada para decir lo que tienen que decir. A mi juicio, demasiado pocos autores han escogido el género de la ciencia ficción como medio de dominar y canalizar su impaciencia, su rechazo a la injusticia y las frustraciones políticas, y su indignación frente a la codicia, la locura, la violencia y el mal uso inconsciente (o consciente) del poder que hoy se despliega por doquier. Brian Aldiss dijo una vez que la ciencia ficción nunca podía aspirar a convertirse en un género maduro hasta que no la leyeran tantas mujeres como hombres. Estoy de acuerdo, y agrego que el género en su conjunto -en tanto se enfrenta a muchas excepciones individuales- terminará de encontrarse consigo mismo cuando sean muchas las buenas escritoras que lo utilicen para sus propias necesidades.