Capítulo 6: Regreso

362 19 2
                                    

(Capítulo 6, Escena 1: Famulus, Titus)

Titus estaba sentado, en medio de sus chicas, que no paraban de acariciar su cara. Su ayuda de cámara entró en la habitación.

Famulus: Mi señor, la hemos localizado. Está en Olimpo.

Titus: ¿Olimpo? ¿Pero sigue en pie esa vieja casa?

Titus recordó la casa de su madre en la Tierra. Era bonita, llena de luz, diferente a la oscuridad que le rodeaba. Tan cerca de ese Sol. Tenía que llegar a ella como fuera. Tenía que quedarse con ese planeta.

Titus: ¿Tenemos algún espía en la Tierra? No podemos mandar ningún transporte, el planeta está bloqueado. Además si mi madre está en Olimpo, la casa sabrá si alguien intenta entrar en la atmósfera.

Famulus: Sí, mi Señor. Pero si contactamos con él, Olimpo y Kalique también lo sabrán.

Titus: Pues entonces, hazlo cuanto antes. Que la encuentren antes de que a Kalique le de tiempo a reaccionar. Y por favor, que no sea otro licánido. No quiero saber nada de esa raza.

Famulus: Muy bien, mi Señor.

(Capítulo 6, Escena 2: Caine, Stinger, Paris, Venus)

Caine fue a ver a Stinger, su jefe.

Caine: Su Majestad tiene problemas. He de volver a la Tierra.

Stinger: Lo sé, Caine. Justo iba a llamarte. Hemos captado una conexión entre la Tierra y Aegis, y entre Titus y La Tierra. Algo está pasando. No esperes ni un minuto más. Coge una nave y ve a la Tierra. Cuida de ella, debe descubrir su destino. Debes protegerla, Caine. Sé que ella cambiará nuestro destino. Además, le debes tus alas.

Caine: Mas, le debo mucho más (susurró girándose).

Caine buscó la nave más veloz que encontró, embarcó, abrió un portal y apareció en la Tierra. Esperaba haber reaccionado antes que los demás, que Titus, que Kalique. Al menos él sabía dónde ir.

Aterrizó junto al palacio, en aquel jardín. Habían pasado pocas horas desde que Caine habló con Júpiter. No podía permitir que le ocurriera nada. Era su pareja, su mitad. Cada vez estaba más seguro.

Fue corriendo hasta la puerta, y antes de que pudiera llamar, un hombre alto, guapo, abrió la puerta.

Caine se estremeció de celos. ¿Quién sería aquel hombre? Sacudió la cabeza, Júpiter lo había llamado a él.

Caine: ¿Dónde está Júpiter?

Paris iba a hablar, pero justo en ese momento, Júpiter apareció al fondo del salón y corrió hacia la puerta. Paris se apartó, y Júpiter saltó para subir sus piernas a la cintura de Caine, abrazarlo, y después, besarlo.

Caine sonrió, la bajó de su cintura y le dijo:

Caine: ¿Su Majestad está bien?

Paris se giró, aquél hombre, con orejas puntiagudas, trataba a Júpiter como si fuera una reina. Él jamás la llamó Alteza. Por supuesto, ella era la dueña la Tierra. La miraba con una pasión y admiración que él nunca tuvo ni sintió.

Sonrió. Sí, esa pareja era como su padre había descrito a Hera y a Zeus. Su labor estaba clara. Tenía que ayudar de alguna forma.

Paris se dirigió al interior de la casa, y Venus le miraba fijamente.

Venus: ¿Paris? ¿No te habrás enamorado de nuestra madre?

Paris: Venus, no es nuestra madre. Simplemente, es la dueña de esta casa, y estamos aquí, como dijo padre, para ayudar. Acaba de llegar su pareja, Venus, dejémosles solos. Cuando nos necesiten, nos llamarán.

(Capítulo 6, Escena 3: Júpiter, Caine)

Júpiter: Te he echado de menos.

Caine: Lo sé, Su Majestad.

Júpiter: Debes estar cansado, casi es de noche.

Caine: No, Su Majestad. No estoy cansado.

Júpiter: Pues yo sí lo estoy, llevo todo el día asimilando historias sobre la familia Abrasax. Y tengo hambre. ¡Por favor, Olimpo! (dijo mirando al techo) ¿Podemos cenar algo?

Olimpo apareció de repente.

Olimpo: Por supuesto, Alteza. Por favor, acompáñenme al salón. La cena estará servida. Señor Wise, encantado de conocerlo en persona. Debo darle las gracias por devolvernos a su Alteza (dijo inclinando la cabeza en señal de saludo).

Caine miró a Júpiter extrañado, pero asintió.

Caine y Júpiter fueron hacia el salón, donde una cena que aparentaba ser deliciosa estaba servida en una mesa para dos.

Caine tomó una copa, y bebió después de brindar. Júpiter lo miró, y supo que aquella noche era la noche.

Cenaron en silencio, mirándose. Júpiter empezó a hablar.

Júpiter: Cuando te llamé, cometí un error. Sé que me han encontrado.

Caine: Lo sé. Stinger me lo dijo. Pero les llevamos ventaja. Tú me dijiste dónde encontrarte, los demás tienen que buscarte por todo el planeta, y esta casa... digamos que no es muy conocida, y sabe protegerse...

Júpiter: Olimpo es la casa.

Caine: Lo sé, es un software antiguo, pero fue uno de los más serviciales y leales que se fabricaron.

Júpiter: Él te llevó hasta Titus.

Caine: Lo imaginaba en cuanto lo ví.

Júpiter: Pero lo que Olimpo no sabía es que yo estoy enamorada de ti.

Caine sonrió.

Caine: Si Su Majestad lo dice.

Júpiter: Repítelo.

Caine volvió a sonreír.

Caine: Su Majestad.

Júpiter dejó la copa en la mesa, se levantó y después de coger la copa de la mano de Caine, y dejarla sobre la mesa, lo besó. Tiró de su mano, y Caine se levantó. Júpiter se dio la vuelta, y sin soltarlo, lo condujo hasta su nueva habitación.

Caine se puso serio.

Caine: Su Majestad no debe hacer esto. Mis instintos , mis genes, no quiero haceros daño.

Júpiter: Lo voy a hacer. Te deseo, Caine Wise, y he esperado este momento demasiado tiempo.

Júpiter se quitó el vestido largo, la ropa interior, y se acercó al hombre que había conquistado su corazón. Le quitó la cazadora, y sus alas se extendieron sobre ella. Le quitó la camisa y los pantalones, y comprobó que Caine la deseaba tanto como ella a él.

Caine la cogió en brazos y la llevó a la cama. La besó dulcemente, y poco a poco, se convirtieron en uno solo.

Júpiter se quedó dormida en el pecho de Caine, y el hombre lobo, mirándola, cerró los ojos. Había encontrado su hogar.

El Destino de Júpiter: la historia continúaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora