𝑺𝒕𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆 // Bᴇɴ Cʜɪʟᴡᴇʟʟ

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➴ 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚; 𝟎𝟓 𝐝𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

—Más de cinco millones de personas se van a alterar si subes esa publicación a Instagram, Mase.

—¿Cinco millones? Estoy completamente seguro de que solo se van a alterar dos personas; una eres tú y la otra es Declan.

—Declan no se alteró cuando le confesé que me gustabas, ¿de verdad piensas que se va a alterar ahora?

—Lo hará por el mero hecho de que no le he comunicado primeramente a él la noticia de que estamos juntos.

Leah conocía demasiado bien a Declan como para negar lo innegable. Se iba a indignar por enterarse a través de una fotografía en una red social de que sus amigos eran, oficialmente, pareja.

—Él está con Amelie y no nos ha comentado nada a ninguno; no tiene derecho a echarnos nada en cara —declaró Leah.

—¿Y si en realidad no están juntos y es todo producto de tu subconsciente? —manifestó Mason, apartando ligeramente la mirada de la carretera para observar a la londinense.

De reojo, Leah le devolvió la mirada y dibujó una mueca de "no es cosa mía" en su rostro. Había demasiadas evidencias, y estaba completamente segura de que entre Amelie y Rice había algo.

—Si Deccers te exige saber cómo me has pedido salir, ¡no le des respuestas! O habla él y da explicaciones, o no habla nadie —manifestó Leah con firmeza, causando la risa de su acompañante.

—¿Y si me niega que haya algo entre él y Amy? —preguntó, al tiempo que trataba de localizar un hueco libre en el que aparcar.

—Tú le niegas haberme pedido salir.

—El día que me preguntó cuándo íbamos a subir fotos a Instagram para darle contenido, le respondí que cuando oficialmente estuviéramos juntos. ¿Crees que le va a bastar un: aún no le he pedido salir?

La contestación era no, pero Leah se mantenía firme con su sentencia. Si ella no obtenía respuestas, él tampoco.

—¿Esperas en el coche o me acompañas? —interrogó, aparcando el tema inicial a un lado cuando Mount estacionó el Mercedes.

—Te acompaño —decretó, apagando el motor del coche y atrapando las llaves del mismo entre sus manos.

Cuando ambos se aseguraron de que estaban protegidos contra el frío que asolaba aquella noche la capital británica, salieron al exterior. Aunque diciembre había traído consigo el ambiente navideño que Leah tanto amaba, también había desencadenado un temporal gélido nada apacible.

—¿Tú no ibas a pasar la noche en casa de Mount? —sobresaltada, la joven Steele llevó su mirada al frente. Ash caminaba hacia ella; o, más bien, hacia el ciento cincuenta y seis de Clapham.

—¿Y tú no ibas a dormir en casa de Harvey?

—Cambio de planes —mintió, sin dar más explicaciones—. ¿Y vosotros?

Cuando la pareja alcanzó a Diack, Mount explicó que el motivo por el que aún no estaban en casa del futbolista resguardados del frío era que Leah, con las prisas, se había olvidado de coger la mochila con la muda de ropa del día siguiente y el material del trabajo.

—Bendito tu olvido, Steele —comentó Ash, esbozando una sonrisa de pillería—. He visto el post de Mason.

—Tú y casi un millón de personas —apuntaló el chico, colándose en el edificio.