Estragos De La Juventud

Primera parte

Decidí mudarme a la ciudad para seguir estudiando, me consternada la idea de cambiar de zona, pero mis inmensas ganas de seguir estudiando me delimitaron a pensar en que tendría que rehacer mi vida social, no me importó quería sobresalir en todos los aspectos. Llegue a la universidad totalmente feliz, me sentía alegre, me sentía autónomo y con una gran objetividad hacia lo que quería.
El primer día fue de inducción, nos explicaron todo acerca de la universidad y yo cada vez me emocionaba más. Nos citaron a una conferencia que impartiria nuestro director del plantel, para presentarse junto con nuestros maestros, debo admitir que ese día llegue tarde. Al finalizar la conferencia lanzó una bola de papel y al que le cayera el director le haría una pregunta acerca de lo que había dicho, soy una persona nerviosa así que estaba orando por que no me cayera, por desgracia me cayó al tercer movimiento.
-¿Cual es tu nombre?- me preguntó
-Mateo- respondí rápidamente y sin pensarlo, mientras esbozaba una sonrisa fingida.
Deduzco que llame la atención de todos, se volvieron hacia mi con cara de impresión y comenzaron a aplaudir.
Me aterrorizó ese acto no lo esperaba y lo peor no sabia por que, el director se distrajo, mientras que mis compañeros seguían alagandome. Después volvió hacia mi y dijo
-lo se tiene una voz muy gruesa- mientras trataba de calmar a la comunidad estudiantil.
Me quede inmóvil, sin saber que decir, mi pánico esenico salió a la luz abriendo paso ante cualquier adversidad.
-cual fue tu parte favorita- me preguntó
-todas, en especial la misión de la universidad- le respondi mientras entrecortaba las palabras.
-Muchas gracias, toma asiento- me respondió con gran cortezia.
Me quede inmóvil casi paralizado por lo que acababa de pasar. Nadie me lo había dicho antes, por ende estaba consternado. Término la conferencia y me fui a mi casa, no tenía ningún plan para ese día ni tampoco nada que hacer así que decidí ir a comprar un libro ya que leer es mi pasatiempo favorito, compre "ser feliz es la meta" de mi autor favorito (vaya la redundancia). Siempre que comienzo a leer siento una terrible obsesión y no puedo parar, hasta terminarlo. Siento la necesidad de saber en que acaba o que es lo que pasa con los personajes.
En fin así fueron transcurriendo los días uno a uno, comenze a hacer amistades y poco a poco fui descubriendo las verdaderas caras de mis compañeros, eh no es nada personal solo que debes ver bien con quien te juntas no siempre te dejarán algo favorable (punto importante) las amistades poco prudentes son las que a veces te hacen caer en largos precipicios en los que algunas veces están repletos de adicciones nada saludables, como el alcohol, las drogas y hasta el sexo, no digo que tener sexo sea malo pero el sexo poco informado y a una corta edad puede generarte bastantes problemas para toda la vida.
No siempre son las amistades quien te induce a los malos hábitos, a veces la sociedad en general es contribuyente a este infierno de adicciones, me explico, la sociedad genera presión cuando vas a una fiesta, por ejemplo; y observas que todos fuman y toman excepto tú, e ahí donde tienes que utilizar la abstinencia y decir ¡ALTO!.
Pero ante todo esto debes de ser fuerte, por que tarde o temprano la propia vida te cobrará cuentas, y esa no es piadosa, no le temblara la mano al condenarte el resto de tu vida de alguna enfermedad ya sea psicológica o física.
Pero creo que yo entendí esto demasiado tarde.

CAPÍTULO 2
-Se quedará una amiga en casa-me dijo mi hermana en forma de comentario normal
-que bien- le dije-¿para que?-frunciendo el ceño, y gesticulando una mueca de pregunta.
-Haremos tarea hasta tarde- me dijo después de pocos segundos.
Me quede pensando en que amiga pero mi moral me decía que no le preguntara para no verme como un pícaro perverso. Me rendí. No pude quedarme con la duda si sería su amiga la buena.
-¿Que amiga vendrá?, ¿Ivana?-le dije creyendome verme normal y espontáneo.
Tardó varios segundos en contestar y comenze a sentir que me faltaba el aire, me inquieto pensar si reaccionaria mal.
Despues esbozo una sonrisa torcida y risas casi inaudibles, agachado la cara al suelo y a la vez moviendo la cabeza de un lado hacia el otro en forma de un no, articulado con la cabeza.
-si, ¿por? ¿Alguna objeción?. Me da repugnancia saber que te quieras coger a todas mis amigas que tipo de ser viviente eres- me dijo con tal despresio.
-¡Huy!. Vaya, que genio, el hecho de preguntarte si es o no es, o si vendrá o no, no significa que me la quiera fornicar.-le dije. Después de una par de segundos complete-hoy mismo, o mañana o quizá en cuanto llegue, hasta ahora no existe mujer que se resista.- Solté una risilla entre dientes un poco bizarra.
-Quiero pensar que bromeas, querido hermanito,- riéndose como si no existiera el mañana, y al mismo tiempo luchando contra su enorme euforia por encender un cigarrillo. Lo encendió. Llenó una cuarta parte de su boca con humo y en cuestión de un segundo darle un pequeño recorrido de su boca hasta los pulmones para después exhalarlo. Me parecía que su forma de fumar, hiciera que viera el mal hábito del tabaquismo como algo elegante.
Alargue mi mano hacia ella.
-pasame el tafo- le dije
-Maldición, lo acabo de encender, no estoy para mantener tus vicios-bufo, casi golpeandome con su voz.
Se lo arrebate de un golpe, mientras hacia una mueca de victoria.
Le di la primer fumada, y a la vez un gesto de dolor, por la sensación que ejerce al pasar por tu garganta hacia los pulmones ("sanos").
Seguimos con la charla.
De repente alguien llamó a la puerta.
-¿Quien?- pregunto mi hermana menor, con un poco de dificultad para hablar.
-Soy yo, Ivana. Dile a Mora que ya estoy aquí- grito Ivana por detrás de la puerta.
-Karina abre la puerta porfavor- le ordenó Mora a nuestra hermana menor.
-Hola Karina, ¿como estas?- le dijo Ivana en cuanto vio la cara de Karina.
-Bien- mientras corria de regreso a su recamara.
Me miró. Y le regrese la mirada estrecha, su cara era tan perfecta que pareciera como si dios propio la hubiera creado especialmente para ser bella, su piel era justo su medida, para su ajustada y magnífica figura.
Me sobresalte y me dirigí a mi habitación, un poco sonrojado.
En cuanto reflexione lo ocurrido comenze a maldecir una y otra ves, seguro me vio como un niño inmaduro o como un adolescente casi adulto que se comporta como un idiota.
Llegó la noche y yo aun no salía de mi habitación, quizá por la vergüenza de que me volviera a ver y ponerme como un idiota y no saber que hacer. Apague mi televisor y comenze a reconciliar el sueño.
Derrepente, en la madrugada, alguien llamó a mi puerta de forma que solo yo escuchara. Lo sé por la fuerza con la que tocó. No hablé pero mantenía mis ojos abiertos, comenzaron a rotar la manilla de mi puerta.
Sabía que no era un ladrón.
Acto seguido abrió la puerta y entro.
El reflejo de la luz, del exterior de mi casa reflejo una silueta perfecta, y su pelo rubio, el mejor cabello que había visto en mi vida.
Se acostó a un lado de mi.
-Hola- me dijo.
Rápidamente y sin pensarlo dos veces le devolví el saludo.
-que hay- le dije, mientras giraba hacia ella para darle la cara.
-¿como estas?- me dijo.
Pero yo ya no seguí con la cordial charla, mi instinto me obligó a besarla. Y ella contribuyó.
Llegue a la sima del cielo, me besaba apasionadamente como si nunca lo hubiera hecho antes. La ultima vez que estuvimos juntos prometí besar cada centímetro de su cuerpo, no lo logre. Pero quizá ahora sería el momento perfecto.
Bese su cuello, sus hombros, sus tetas y al mismo tiempo sus pezones. Me quede un momento ahí contemplando sus mejores atributos. Hasta ahora son el manjar más bueno que e probado en mi vida.
Seguí con el recorrido de su torso mientras ella me quitaba la camisa y yo la desnudaba por la parte de abajo.
Al fin llegue a su entrepierna. Y no pare de besarla hasta que comenzó a retorcerse de el placer que le hacía sentir. Introduci mi miembro a su vagina mientras gemía. Parecía una mezcla de dolor y a la vez de placer.
En verdad me gustaba, no podía resistirme a sus encantos. Y sabia que ella tampoco.
Después de un par de minutos terminamos, fue el mejor momentos de mi vida.
-Me tengo que ir- me dijo, su voz y sus gestos parecían un poco desconcertados y deseperados.
-¿Por qué?, quédate conmigo-le dije tratando de convencerla.
-No puedo, que dirá Mora, prometí no decirle a nadie pero, me prohibió cualquier contacto contigo. Y no tardará en levantarse para irnos a la Universidad.-
-¡¿Qué?!, ¿por que te prohibió eso?, ¿que derecho tiene?.-le dije, rabioso.
-Tengo que irme lo siento- me dijo mirándome fijamente.
Sus ojos, su cabello, su boca, sus manos, me estremecían. Creo que me estaba enamorando gravemente y me era inevitable no hacerlo.
Se levantó de la cama tomó su ropa, y salio de cunclillas rápidamente.

CAPÍTULO 3
-Levántate la camisa- me dijo mi madre, furiosa, paranoica.
-No, ¿para que?- le dije, aunque ya sabia para que me exigía tal cosa.
-Levántate la camisa es mi última palabra- me dijo, después completo subiendo su tono de voz a tal grado que los vecinos estaban al tanto de lo que ocurría en casa.-¡no tengo derecho a darte explicaciones!-.Me recalcó
Comenzó a correr adrenalina por todo mi cuerpo, comenze a asustarme.
Sin esperarlo, me tomo del brazo con una fuerza extraordinaria e intento quitame la camisa, me extrangulo.
-¡¿Que es eso?!, ¡¿que demonios te haz hecho?!.- me dijo después de irrumpir mi privacidad.
-Tatuajes ma, que otra cosa- le dije, me sentía indignado por su forma de hacer perder mi dignidad.
Me soltó una bofetada que me hizo caer al suelo.
-Empaca tus cosas y largate de mi casa, no voy a tolerar semejante estupidez. ¿en que te haz convertido?- me dijo con voz desgarradora, mientras se tumbaba en el sillón, a llorar.
Sin decir nada me dirigí a mi cuarto y de un extroendoso golpe cerré la puerta.
Sabía que a los pocos minutos iría a tocar mi puerta para hablar conmigo y pedirme perdón por la bofetada. Siempre lo solía hacer. Pero esta vez pasaron los minutos y horas y no recibí nada. Creo que esta vez sobre pase los límites y la confianza.
Me sentía triste, estaba desahuciado moral y físicamente, mi madre me acababa de echar de mi casa. Pero mi mente se rehusaba a creer que ere cierto.
Siempre me dijeron que soy un escritor muy prolífico. Por lo tanto creí que la mejor opción para hablar con mi madre era escribiendo y comenze a redactar una filosofía en ese momento.
"¿Por que las personas suelen ser tan prejuiciosas, ¿Por que no ven lo superficial y no sólo nuestros defectos como persona?, ¿Por que no ven más allá del aparente físico?, ¿por que siempre juzgan antes de conocer? Hay millones de mentes, manos, pies, etcétera extremadamente brillantes, que son totalmente rechazados por la sociedad, ¿por que tenemos que comportarnos y vestirnos como la sociedad no lo exige, ¿y no como a nosotros nos apasiona?.
¿por que un tatuaje te marca como un delincuente, como un vandalista? Es arte en la piel son sentimientos plasmados en una area del cuerpo.
Si tenemos todo para ser felices ¿que hacemos siguiendo un margen?, seamos felices como nos gusta, que nuestra vida no sea rutinaria, encontremos la verdadera conexión de la vida, encuentrate a ti mismo, proyectate como quieres ser, ¿como te quieres ver en un futuro, como a ti te gusta vivir o como la sociedad le gusta que vivas? que nadie te cohiba, es tu vida y tienes plenamente el derecho de ser feliz."

Creo que deberíamos de empezar a cambiar nuestra forma de pensar, rompamos la barrera que nos impide ser como nosotros queremos, la sociedad a veces juzga sin conocer a las personas.
Creo que las personas con estilos o cosas extravagantes son las personas mas interesantes, por que tiene una gran historia detrás de ello. Y si no te gusta su forma de pensar o su forma de vestir simplemente aléjate, créeme que ellos son felices siendo así y no va a llegar un individuo a querer cambiarlo.
Envié mi nota vía Email. En algún momento tendría que verlo.
Cerré mi laptop y me recargue en la cabezera de mi cama, tenia muchas cosas que pensar, desde el hecho de que estuviera bien mi nota y que realmente le hiciera cambiar su panorama, hasta que haría después de que amaneciera.
Me sentía desconcertado.